Recuerdo que al retirarme declaré que “dejaba el fútbol antes que el fútbol me dejara a mí”.
Muchas veces a lo largo de mi carrera me he preguntado si en realidad es acertado decir que un profesional en su etapa activa “juega al fútbol”. Sin descartar que hay algo de diversión, todo el resto es un duro trabajo, con felicidades pero muchas tristezas, lesiones musculares y óseas y sobre todo mucho sudor, todo realizado en un ambiente de trabajo que normalmente no es amigable por la propia competencia interna en los planteles y una constante y fuerte presión para ganar siempre.
Cierto que la fama y el reconocimiento, cuando existe, ayudan a superar todo, el cariño de la hinchada, los elogios de la prensa y ser alguien conocido, querido o no, todo esto envuelve en una gran burbuja al profesional.
Tuve una carrera corta pero intensa que abarcó gran parte de lo que para el resto de los jóvenes era tiempo de preparase para el futuro adquiriendo conocimientos culturales y forjando su educación como persona. Mientras tanto un profesional del fútbol sabe que esta corriendo la única carrera para tener una chance de formar una vida para “el después”, jugándose todo a una sola ficha, con la presión que esto significa, sabiendo que en cualquier momento podes salir del circuito.
Y nadie nos prepara para ese después, la urgencia de los entrenadores, dirigentes y la hinchada no va mas allá del próximo partido del domingo.
Y un día todo termina, dejás de ser alguien importante, reconocido y pasás al anonimato de un hombre común, sin una preparación adecuada para enfrentar la nueva vida, si tuviste suerte con algo de dinero que nadie te enseñó a administrar y con recuerdos de pantalón corto.
Y esto es realmente traumático a lo cual se debe sumar qué hacer con jóvenes años después de largo tiempo dedicado a un trabajo que te absorbió la vida entera como el fútbol. ¿Y en realidad a quién le interesa la vida de un ex-jugador de fútbol?
Recuerdo que al retirarme declaré que “dejaba el fútbol antes que el fútbol me dejara a mí”. Esto no es de forma alguna un juicio sobre quienes toman otra alternativa, simplemente fue un decisión meditada durante toda mi carrera.
Al principio anduve a los tumbos pero siempre buscando y muchas veces aprendiendo de los errores cometidos. Mi familia fue importante, no solamente en el apoyo sino en haberme aconsejado y respaldado para poder estudiar en los primeros pasos de mi profesionalismo, lo cual me dio una visión más amplia del mundo real en donde debía vivir, dándome cimientos culturales para defenderme en la vida.
Y poco a poco las cosas se fueron dando, aprendiendo autodidacta lo que nadie te enseña y hoy puedo decir que he estabilizado mi vida con objetivos bien claros. Sí, he dejado la práctica del fútbol, pero el fútbol no me ha dejado a mí. Imposible olvidar lo que fue la parte más importante de mi vida. Y hoy, viendo entrar los jóvenes de Nacional corriendo al comienzo de un partido de fútbol, no puedo dejar de verme yo también en esa cancha sintiendo la adrenalina que baja de las tribunas.
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