Pocas veces un partido comienza como termina, con un penal atajado para cada lado.

Pocas veces se cobran cuatro penales en un partido y pocas veces pasa que los cuatro fueran válidos… (Y esto no lo digo yo que no se nada lo dicen las millones de tomas extraordinarias tomadas desde los ángulos más sorprendentes y analizadas ciento cuarenta y cuatro veces por seres ceñudos, corbatudos, porque no vaya a ser que otra vez…”no, no señor quédese tranquilo… fue penal… si, si fue, fue… a ver doctor a Ud. que le parece… si, si parece que esta vez era nomás…)

Claro, el inconveniente es cuando pasa de éste lado. ¿Y entonces? ¿Se encargará la FIFA de crear camisetas especiales para que cuando los equipos jueguen contra Nacional no les permitan mover los brazos y entonces así no habrá riesgo de los supuestos beneficios que acarrea que los brazos se muevan? ¿O habrá un cupo de penales por partido y agotado el mismo no se cobrará otro aunque sea y sea nomás porque agotaste el cupo y jorobate? ¿O se inventará una pelota con razonamiento y autocontrol que hable y diga: “yo sé que no me quería tocar pero me acerqué a su brazo solita”? O entonces no, mejor no… porque así es más fácil hablar de esto y no de aquello otro.

Entonces y mientras tanto, seguiremos escuchando el son barato de los platillos que encabeza la triste caravana circense que comanda lo que crea conveniente que se expanda  y lo que no quiera lo tapará con esa música pegajosa y dormidora y de la cual nuevamente una y otra vez  deberemos escapar.

La receta para escapar, la más efectiva, es como siempre no mentirnos a nosotros mismos.

Cecilia810

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