Con la actitud de juego que mostraron los jugadores, y el poco juego colectivo, no podemos aspirar a nada.

Displicentes. El DT tricolor dispuso el ingreso de Mathías Laborda en la zaga y Andrés D’Alessandro desde el vamos, por los suspendidos Guzmán Corujo y Gonzalo Bergessio. Por su parte, Cerrito paró un 4-4-2, y una estrategia de marca coordinada y compacta. El conjunto auriverde tuvo una postura de cuadro grande, con los zagueros parados a 25 metros achicando la cancha, y con no más de 20 metros entre sus líneas más distantes. En cambio, Nacional, fue todo lo contrario. Un equipo con muchos espacios entre líneas, estirado, marcando sin coordinación, y a la hora de atacar siendo muy previsible. Cerrito concentró sus energías en marcar la zona izquierda que era la que le podía generar peligro y dejó el sector derecho algo más descuidado. Y eso le dio rédito, porque Armando Méndez no tiene como fuerte la definición de las jugadas y esta vez no fue la excepción. Pero más allá de que nuevamente a nuestro técnico le ganaron la batalla táctico-estratégica, hubo una actitud de displicencia en los jugadores que es alarmante. Perdieron todas las divididas en zona central. Ninguno arriesgó en un mano a mano o en un pase filtrado. Todos haciendo ‘la fácil’ y jugando casi siempre para atrás. Con esa actitud y con esa displicencia no hay chances de ganarle a nadie. Si además cometemos un penal con un codazo enorme cuando hay VAR, está difícil. Para muestra de esto es que en los primeros 45 minutos Nacional no pateó al arco literalmente. 

Algo hasta el gol. El segundo tiempo tuvo algo más de presión sobre la última zona de Cerrito, pero el conjunto rival estuvo siempre bien parado, y los pocos desbordes que hubo nunca inquietaron a su golero. Y de a poco la displicencia y la apatía ganó nuevamente. Para muestra basta ver el segundo gol de Cerrito. Camilo Cándido trotando de atrás al jugador que desborda, Mathías Laborda despejando muy mal una pelota que venía suave, la deja viva dentro del área chica, y nadie, absolutamente nadie llega de apoyo para marcar a los que llegan por dentro. Así es muy difícil ganarle a algún cuadro. Luego comenzaron a venir cambios, que realmente son manotones de ahogados. Thiago Vecino, que no había tenido minutos, nuevamente ingresa como salvador, Gonzalo Vega, que no ha tenido buenos minutos desde que llegó a Nacional, ingresó y fue más de lo mismo. 

Así es imposible ganar. Lo dicho, nuevamente perdimos desde lo estratégico, desde lo táctico, desde el juego y, sobre todo, desde la actitud. Estos jugadores se olvidan que tienen la camiseta de Nacional en el pecho. Muchachos, si no sale tocando, corran hasta echar el pulmón afuera. Están en Nacional. Ya es la tercera o cuarta vez que expresamos esto. Se puede entender que, al dar un pase, salga mal, y que al tirar al arco lo mismo, que al levantar el codo y se puede pegar un codazo sin querer. Ahora lo que no se puede entender es que no se corra hasta quedar violeta, sin aire. Tenés todas las condiciones habidas y por haber, los mejores preparadores físicos, las mejores instalaciones, nutricionistas, etc. y un equipo rival que viene de la B, ¿te gana en actitud y en rebeldía? Nacional no siempre jugó bien durante su historia. Ahora, lo que sí, es que siempre tuvo rebeldía y actitud. Si no sale jugando, sale corriendo. Eso es innegociable. Y que el otro cuadro gane por ser mejores jugando, pero no metiendo y corriendo. Y eso es la tercera o cuarta vez que pasa ante equipos muy inferiores en plantel. Reiteramos: No salió nada de juego, estuvo mal planteado y se perdió estratégicamente, pero además se vio un equipo apático y sin actitud, y eso en Nacional no va. 

Hoy más que nunca, ¡Vamos Nacional, siempre!
 

Diego Ávalo
decano

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