El partido terminó con triunfo del local, pero fue una injusticia por el trámite del mismo y por el enorme penal no cobrado por Roldán.

Dominio tricolor. Previo al encuentro ante Estudiantes de la Plata se especulaba sobre la estrategia que aplicaría Nacional jugando de visitante. El esquema táctico estaba claro: era el mismo del partido anterior ante el píncharrata. Apenas comenzó el encuentro quedó claro que el Bolso salió a jugar y ganar el partido. Se paró en cancha rival, presionando la salida y no dejando progresar a Estudiantes. Y lo hizo muy bien. El Decano tuvo la pelota y cuando la perdió, la recuperó rápidamente. Brian Ocampo colaboró mucho por la banda en defensa; lo mismo hizo Alfonso Trezza por derecha. El pecado estuvo, una vez más, en el pase final, en el centro, en la asistencia o incluso en la definición. Para colmo de males, Ocampo se volvió a lesionar y en esa jugada en la que nos agarran con diez, por el lateral que estaba cubriendo Brian, le hacen el dos-uno a Leandro Lozano y tras una serie de rebotes el rival consigue la apertura del tanteador. Una injusticia porque Nacional fue más en este lapso y no mereció irse al descanso perdiendo.

Se buscó y no se pudo. La segunda mitad no tuvo el ritmo que había impuesto el Decano en el primer tiempo. Estudiantes logró hacerse más del balón, pero tampoco ellos tenían profundidad. Las pocas que la tuvieron encontraron a un triángulo final que jugó a gran nivel, con el arquero Sergio Rochet y la pareja de zagueros de Nicolás Marichal y Leo Coelho. Seguía faltando el puntillazo final, el pase filtrado, la ejecución de un centro preciso, algo que venimos sufriendo en todo lo que va del semestre. En varias oportunidades se trianguló, se avanzó con muy buenas jugadas hilvanadas por abajo, pero nunca se pudo culminar de buena manera. Pese a esto, Nacional estuvo cerca de empatar el encuentro. Incluso en el final, pasada la hora, hubo un penal que lo vio todo el estadio y toda Latinoamérica, pero que el juez Wilmar Roldán, gran localista, no quiso pitar. Hubiera dado justicia a un resultado final que no merecimos.

Muy buen partido hasta tres cuartos. Nacional jugó un muy buen encuentro en líneas generales. El pecado fue la zona de definición. Se realizaron buenas triangulaciones, buenas jugadas por abajo, pero cuando la pelota llegaba a tres cuartas canchas, la mala puntería, la mala definición no permitió que tuviéramos jugadas claras de gol. Además, el Bolso mostró gran personalidad para jugar en un estadio complicado. Hay que mejorar en la zona del gol. Si logramos eso estamos en condiciones de ganar los dos partidos que nos quedan de local. Como frutillita de la torta, la actuación super localista de Wilmar Roldán, que desde el inicio se vio que para un lado era una apreciación, y en jugadas muy similares para nosotros era otra. El penal es enorme, porque si bien la pelota rebota en la pierna del jugador, la mano está ampliando el volumen en gran manera. Claro penal que el juez no quiso cobrar para no complicarse la existencia. Una lástima porque pudo haber sido el gol que diera justicia al trámite del partido.

Hoy más que nunca, ¡Nacional nomá!

Diego Ávalo
 

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