Nacional volvió a vencer al eterno rival, esta vez por un torneo de verano, y con el orgullo de contar con varios jugadores surgidos en las formativas del club.
Si hubo una frase que escuchamos hasta el cansancio en estos días fue “clásicos son clásicos”, básicamente como en cada previa de un partido ante Peñarol. Clásico de verano, sí, clásico amistoso, no. Nos enfrentamos al rival de todas las horas en lo que fue el primer partido del año, ellos estrenando técnico, nosotros con caras nuevas adentro de la cancha. Es el partido que hay que ganar siempre.
Ya en la oncena titular Gutiérrez planteó la vuelta de Bava, Prieto, Ramos y Diaz, que no habían tenido continuidad en el pasado Apertura, y el debut de Pablo Valim, el brasilero valor de las formativas del club.
En el primer tiempo, el partido se hizo de ida y vuelta, pero Nacional era el que lastimaba más. La constante subida y bajada de los laterales, y la facilidad para replegarse por parte de Porras, ayudó a cerrar las líneas en la defensa. La pareja de centrales, Aja y De Los Santos, se mostró firme y coordinada. Guillermo ordenó la defensa y se comunicó bien con Porras para armar siempre las defensas ante los contragolpes del rival, comandados principalmente por Novick.
En ofensiva, “Nano” Ramos no jugó un buen partido, de a momentos no se encontró con la pelota y el equipo sintió su falta. Se perdió un poco en el juego por tener que bajar a buscar la pelota, quizás no se entendió bien con sus compañeros. Pablo Valim, ese jugador que para la mayoría de nosotros era desconocido, sorprendió positivamente. Un delantero ágil y con empuje, lo único negativo para marcarle es que le costó prestar la pelota. Es una alternativa en el ataque que puede solucionar muchas cuestiones. Seba Fernández no tuvo un gran partido, pero tuvo ganas y enloqueció a la defensa rival con un par de desbordes. Más precisamente, a los sesenta minutos bajó un pelotazo de De Los Santos, y luego de una pared con Ramos, se sacó de encima a tres rivales y tiró el centro con el que llegaría el gol de la victoria. Ese tanto fue marcado por Carlos De Pena, un jugador que sigue creciendo dentro de Nacional y hoy en día es una de las principales figuras del plantel. El gol fue un premio al esfuerzo, un regalo a un hincha que juega.
Como ya es costumbre, Nacional jugó con muchos jugadores nacidos en sus formativas. De los once titulares, seis surgieron en la llamada “Cantera inagotable” del club, y los cinco jugadores que entraron desde el banco también provienen de las formativas tricolores. La tranquilidad que nos da a los hinchas que de dieciséis jugadores, once sean surgidos en la cantera del club, es enorme. Sabemos que los botijas, que vemos jugar todos los fines de semana en las divisiones menores, en cualquier momento pueden estar entrando a la cancha con la Primera, a la altura de las circunstancias. Pero no nos vamos a poner a descubrir ahora lo que significa esta mítica escuela.
Se ganó un clásico con un equipo que no será precisamente el que más veamos dentro de la cancha en este semestre. Gutiérrez habrá sacado apuntes, y evaluará cómo funciona su equipo. La integración de Ribair Rodríguez y Gonzalo Bueno puede ser vital, el primero para cualquier puesto defensivo y el segundo para recambio en la segunda mitad, para liquidar a los rivales en velocidad. Al equipo le falta remate desde afuera del área, un recurso poco usado pero que puede dar buenos dividendos, principalmente con jugadores de buen pie como Arismendi, De Pena, Alonso, Recoba o González.
Martín Madruga
decano.com
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