A veces quisiera quererte menos Nacional para que no me duela tanto la derrota.

A veces las cosas salen y otras no, supongo que el tema es, cuando salen no creerse el que lo sabes todo y cuando no salen no darse por vencido.

A veces bajaría hasta la cancha y me pararía al lado de la línea a ver si lo que yo veo desde arriba es tan diferente de lo que se ve allá abajo.

A veces me pregunto por qué un jugador distinto, que fue distinto siempre, está ahí calentando en un costado mientras podría estar adentro desde que arranca todo y no tener que entrar  cuando ya está todo medio cocinado y además de acomodarse las  medias  todavía ponerse en la espalda la mochila salvapartidos.

A veces hacer tiempo no está bueno y especular tanto…tampoco.

A veces me pregunto por qué muchas cosas que nos preguntamos todos pero que nadie me va saber explicar o no va a querer y entonces me digo que a veces es mejor callarse.

A veces el grito de la hinchada me lastima de tanto amor como también me lastima que alguien de los nuestros diga que es difícil jugar en nuestra casa.

 A veces pienso que hay que saber esperar, solo espero que no se nos haga muy tarde.

A veces pienso que el viento se volvió tricolor porque nos viene acompañando siempre  últimamente.  

A veces los jueces son los menos justos en los partidos y los ajenos son más ajenos en la derrota que dicen lamentar con la hipocresía a flor de piel y de micrófono.

A veces,  después de partidos como ayer,  necesito revolver en mi caja querida y entonces la bajo, la abro y ahí, entre entradas y fotos de otros tiempos, banderines  y diarios envejecidos por los años y la gloria aparece un llavero sin llave con un escudito pequeño con lucecitas  y entonces muevo el interruptor  que tiene atrás para que las luces se enciendan  y brilla primero el rojo que me recompone la sangre y después el azul que me acaricia un poco el alma mientras el blanco me apacigua la bronca.

A veces los interruptores están  escondidos y hay que buscarlos en donde sea porque es necesario ya, sin demora, que esas tres luces se enciendan.

A veces sin embargo no están tan ocultos y los tenemos ahí, tan pero tan a la vista de todos que no nos damos cuenta.

Cecilia810

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