El Talud

Trataré de no tocar de manera directa el tema de la selección. Tengo muy claro mi pensamiento, pero los ánimos parecen medio caldeados al respecto y no quiero meterme con nadie ni tampoco que me relajen en demasía. Sólo una mención: En lo personal empecé a ver el partido ya comenzado el alargue y me encontré con un pibe (número 3, creo) con la cara reventada y un aparatoso vendaje que se le despegaba a cada rato y que parecía más bien una barba postiza de Papá Noel, y al golero con otro flor de vendaje ciñéndole el marote. No sé cómo ni por qué acabaron así, pero me da la impresión de que si esos dos botijas hubiesen sido uruguayos ya tendríamos a Julio Toyos o a Franklin Morales listos para escribir un libro acerca de la histórica gesta del "Partido de las cabezas rotas", o algo por el estilo. Encima el de la cara partida metía como loco redondeando su actuación al clavar el penal, y el golero -machucado y todo- se daba el lujo de atajar el primero y relajar a todo el mundo gesto que -del mismo modo- de haber sido protagonizado por el golero oriental, a lo mejor habría sido comparado a aquel otro -digno de algún pasaje de la pluma de Homero- de "ponerse la pelota abajo del brazo" (¿?) . A estos eventos (simples incidencias de un partido) podríamos sumarle que la mayoría de éstos muchachitos, por su edad, habrán comenzado a alimentar su amor por el fútbol jugado en calles más que peligrosas, con el riesgo de pisar una mina antitanque al ir a buscar una pelota, o que los matasen desde un helicóptero, o que un tarado mental los hiciera volar por los aires en algún atentado suicida. A éstos pibes Uruguay (o la selección uruguaya, para ser exacto) les ganó -heroicamente- por penales. El deber de cualquier jugador es entrar a ganar, y si puede golear, INDEPENDIENTEMENTE (recalco) de las circunstancias del rival, pero por éstas mismas circunstancias, en lo personal no pude evitar sentir una gran simpatía y enorme respeto por ésos muchachos, que en el entretiempo del alargue casi ni se sostenían en pie (y que ,aunque parezca joda, es probable que envidien la suerte de los uruguayos, sobre todo de haber crecido lejos del miedo y de la guerra) y tampoco, por éste motivo, puedo evitar que me resulte exagerado, elevar al carácter de emotiva gesta patria el hecho haberles vencido. NO se les puede exigir mesura a un pibe de 19 años y menos aún en una instancia definitoria tan importante para ellos. Pero de ahí a salir a festejar a 18....no estoy yo tan seguro. Pero, en fin: Parece evidente que el que lo siente no puede dejar de sentirlo, y al que no lo siente no se le puede obligar y por esto mismo, todo el razonamiento expuesto resulta vertebralmente al pedo (ahora que ya está escrito lo dejo, pero la verdad es que no entiendo ni pa' qué lo escribí) . En otro orden: un emocionado saludo a la familia de la chica de Mercedes -una preciosa y joven muchacha alcanzada por el más brutal de los designios- y el abrazo al cada vez más querido porteño Da Monte, que en ésta ha prodigado el mismo corazón generoso que suele dejarse cada fin de semana en el medio de la cancha. Con él también recordar a muchos jugadores que, sabemos, acostumbran dar, cada tanto, alguna vuelta por oncología del Pereira Rossell, o que se toman la molestia de preocuparse por alguien, conocido o no, que ande en la mala, y reconocer afectuosamente el gesto de Leonardo Armand Pilón, sin el cual nadie, o muy pocos, habríamos conocido esta tocante historia que, de alguna manera, nos hace sentir familia. NACIONAL