2 de mayo de 2025

Ayrton Cougo luego de dejar atrás un período oscuro, cargado de incertidumbre y dolor emocional contó cómo enfrentó la depresión, se dejó ayudar y volvió a disfrutar del fútbol.

Hoy, el lateral izquierdo de 28 años luce la camiseta de Progreso, la quinta en su carrera en el fútbol uruguayo, y celebra no solo su regreso a las canchas, sino también su transformación personal: “Yo pude salir, soy una nueva persona. Pero estoy haciendo terapia todas las semanas”.

Su historia, contada recientemente en una entrevista en El País, deja al descubierto algo que hasta hace poco era tabú en el mundo del deporte: los futbolistas también sufren. Y como dice el psicólogo de Nacional, Damián Benchoam, “el hecho de ser deportistas no significa que a ellos no les pueda estar pasando cosas o que tengan que ser superhombres, no lo son. Son igual que todos y hay que abordarlos igual que cualquier persona”.

Cougo atravesó cuatro meses sin club luego de salir de Boston River. El fútbol, su lugar seguro, ya no estaba. En ese silencio, los pensamientos empezaron a pesar más. Hasta que una persona cercana le dijo lo que necesitaba oír. “Tuve suerte de que mi familia y mis amigos me apoyaran. Y también suerte de tener a mi hija, que me grita ‘¡papá!’ desde la televisión. Que ella me note distinto te llena el corazón”, detalló.

La salud mental, un tema que en el deporte suele esquivarse, fue central en su proceso. “Antes había hablado con psicólogos, pero desde lo deportivo. Esto fue distinto. Entendí que no estaba bien y me dejé ayudar. Solo no podía”. Hoy, con la terapia como rutina semanal, se anima a alzar la voz en nombre de otros futbolistas: “Es complicado porque la gente muchas veces piensa que la vida del jugador se trata solo de estar en la cancha, solo enfocado en el fútbol, y no conoce todo el resto, que a veces es lo más complicado. Y uno trata de no transmitirlo dentro de la cancha, pero muchas veces se nota”, expresó.

El clic de Cougo coincide con lo que en Nacional se trabaja desde hace tiempo. Allí, la salud mental no es un accesorio ni un privilegio, sino parte estructural del día a día. “Queremos que quien entre al club se sienta contenido”, afirma Benchoam, psicólogo del primer equipo tricolor. Con entrevistas, test y talleres, se trabaja en variables como la ansiedad, el control emocional y la autoconfianza, porque el bienestar también se entrena.

“La ansiedad precompetitiva, por ejemplo, no es mala en sí misma. Lo raro sería no tenerla. Lo importante es que no se vuelva crónica ni afecte la confianza”, explica Benchoam. Esto Cougo lo vivió en carne propia: “El plantel me recibió como si me conocieran de toda la vida. Volver a sentirme parte de algo me ayudó muchísimo”, cuenta sobre su llegada a Progreso. Además añadió algo muy importante: “Disfruto de ir a entrenar, de compartir un mate, de hablar con un compañero. Son cosas que antes no valoraba”.

“Poder generar un espacio de confianza donde la persona pueda ver que no es solo un deportista sino que además es una persona a la cual los conflictos y las situaciones los afectan igual que al resto y que eso tiene una repercusión en una actividad que muchas veces es seguida por muchas personas y que tiene un impacto mayor”, indicó Roberto Balaguer, psicólogo del deporte.

“Estoy enfocado en lo que quiero, en mis objetivos, en mi vida, en mantener lo que siempre vine haciendo y lo que siempre me gustó, que es el fútbol”, concluyó Ayrton Cougo.

El fútbol uruguayo todavía está lejos de ser un ambiente completamente sano. Pero cada historia como la de Cougo, cada espacio como el que genera Nacional, son pasos firmes hacia un cambio profundo: entender que pedir ayuda no es signo de debilidad, sino de fortaleza.

Vanesa Baliero

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