Una vez adquirida la costumbre de escribir el fin de semana una crónica previa, nota-arenga, de presentación, o como quieran llamarla, el no hacerlo produce una sensación de extrañeza.
Claro que, en este fútbol perezoso, no sería de extrañar el no escribir una nota durante una, dos, cuatro o seis semanas, pero en la situación actual, en pleno rodaje, no debería ser lo más común.
En realidad debería ser improbable que el fútbol se detuviera en medio -o al comienzo o en las postrimerías, da igual- del campeonato, pero es algo que se ha transformado en habitual. Casi cualquier situación nos sirve como excusa para postergar, suspender o alterar una fecha. Incluso, a nadie extrañaría si la razón que se esgrimiera para este parate, fuera la celebración del Día de la Madre (a propósito, feliz día para todas).
Uno recuerda con nostalgia el haber asistido a partidos por la actividad oficial en el mes de enero, tanto como le resultaron inverosímiles los relatos de sus padres sobre encuentros jugados en plenas “fiestas tradicionales” y hasta en el mismo día de Nochebuena.
Pero, lo que ves es lo que hay, y a un fútbol bajo en revoluciones ya de por sí, se las reducimos aún más cuando el campeonato comenzaba -con ayuda de terceros o no, eso no es lo que está en juicio- a ponerse interesante y disputado. Pareciera que existe una certeza tal de tener un público cautivo, incapaz de distraerse o perder la atención, que les “congelamos la pantalla” como si fuera una saga de Matrix.
Afortunadamente, hay un grupo que permanece incólume y a salvo de todas las estrategias de quienes piensan el fútbol uruguayo, que se me ocurre deben estar peleados a muerte con aquellos que sacan algún beneficio de estos eventos, a juzgar por sus prácticas organizativas. Este grupo es el que se auto denomina “hincha de verdad”. Los que solemos ver, cualquiera sea la altura del año, ajenos a los caprichos del clima o las veleidades de quienes arman “el” fixture “del” Campeonato Uruguayo -antes solía haber tres y hasta cuatro campeonatos oficiales, como acontece aún en otros lados- luciendo la camiseta de su club.
En estos últimos días, cuando -debido a la proximidad del Día de la Madre- un número mayor de personas se volcó a las calles y se concentró en los shoppings, el centro y otras importantes áreas comerciales, fue fácil comprobar que la camiseta con mayor presencia -por destrozo- volvió a ser la que, originalmente diseñara Ernesto Caprario «con los colores de la bandera de Artigas: camisa roja del poncho patrio, con cuello, bocamanga y cartera azules«, que fue mutando a la actual, reconocida y respetada camiseta blanca, que ha vuelto a lucir en el pecho, al lado del corazón, el bolsillo que nos identifica.
Ernesto Flores
decano.com
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