El mundo es ancho y ajeno dicen unos; es un pañuelo dicen otros.
Después de haber andado muchos kilómetros dormida en un bolso de mano y de haber estado bajo otros cielos la pequeña bandera vuelve a casa. Ha estado en callejones ancestrales, en estadios enormes y en monumentos imponentes. Ha recorrido siglos de historia asomando apenas por el cierre apretado en una mochila o sirviendo de pañuelo cuando el viento foráneo molestaba.
Sirvió de alivio, apretada en una mano en una madrugada cuando a través de un auricular el grito de gol de Nacional sonó lejano y cercano porque fue tan emotivo como el de ayer.
Me pide llegar rápido y casi sube sola los escalones del viejo y querido Parque. La despliego, la miro y entonces ya de una la encuentro durmiendo feliz y descansada sobre mi regazo, en su lugar y en el mío, mientras al rato la estrujo cada vez que no nos sale una jugada, pero se la banca feliz. Tan feliz está que hasta la bronca de lo que no cobraron le molesta menos y aunque se moleste y se despliegue en rabia, vuelve rápido a acomodarse. Porque sabe que ha vuelto a su lugar.
La luna colgada en el cielo, hoy más grande que otras veces, la tribunas llenas de pasión y alegría, el olor a pasto de acá, el vuelo de los teros que la vigilan, y el grito de gol que la hace sacudirse al viento de la nochecita.
Y se banca feliz los sacudones. Porque sabe que está en su lugar. Nacional ganó, está en casa y la casa canta.
El mundo es ancho y ajeno. El mundo es un pañuelo. Ella ahora descansa feliz porque todo está en su lugar.
Cecilia810
COMPARTÍ ESTE ARTÍCULO:
UNITE A NUESTRA COMUNIDAD
Seguinos en nuestras redes sociales y enterate de toda la actualidad del decano del fútbol uruguayo
REDES SOCIALES
SUSCRIBITE A NUESTRA NEWSLETTER
No te pierdas ninguna novedad del decano