El jueves Nacional debuta en la Libertadores. Será la 18° Copa que juegue en forma ininterrumpida, un dato que nos llena de orgullo.
Gremio, Atlético Nacional y Newell’s Old Boys serán los rivales del grupo y ese dato, de antemano, hace predecir que será una Copa complicada. Nacional suena como la Cenicienta del cuarteto, no porque sea menos que los demás rivales, sino porque es el equipo que llega de la primera fase, el número tres de Uruguay. En los papeles aparece como el más débil.
El sentir del hincha tricolor es que el grupo será tremendamente complicado y sueña con que sea una contienda pareja, en la que todos se roben puntos. Obvio que lo deseable es que Nacional apueste a ganar el grupo, pero la realidad ha determinado que algunos hinchas hayan sido invadidos por las dudas.
A la dificultad de los rivales hay que sumar que el plantel, todavía acoplándose al nuevo D.T., nuevos jugadores y una nueva temporada, aún no da muestras de solidez y del juego que el hincha bolso pretende. No es un plantel en el que aparezcan muchas estrellas, aunque es claro que hay futbolistas más destacados que otros, sea por trayectoria, cotización o nivel de juego. No podemos dejar de lado lo que afecta que haya cinco jugadores –aunque ahora resulten ser cuatro – suspendidos por los incidentes del clásico de la Copa Antel.
En definitiva, las dificultades existen y no son pocas.
Entonces es cuando para algunos hinchas nos surge el recuerdo de otra Copa que se inició con muchas dificultades también… pero con un final soñado. El Nacional del 88 fue un equipo que se gestó en medio de muchos problemas, urgido por la necesidad de revertir el buen año que venía de atravesar el tradicional rival y la obligación de armar un plantel para hacer un buen papel en la Libertadores. Y así se fueron sumando jugadores sin cartel, se recurrió a lo mejor que se tenía en casa y se apeló a un técnico de esos a los que los años les han dado algo más.
Son muchos los paralelismos que se pueden establecer con la realidad actual, salvando las distancias claro está, sobre todo en lo que a desarrollo del profesionalismo refiere. Pero así como en el 88 lo que terminó por imponerse fue el grupo por encima de las individualidades, la experiencia del entrenador por encima de quienes estuvieran haciendo sus primeras armas en la profesión, y el manejo inteligente de los partidos para acortar posibles desventajas; hoy la proximidad del debut con tan poco tiempo de preparación y los problemas mencionados marcan que se pueda estar repitiendo lo ocurrido hace 26 años. Al menos en el arranque, las situaciones se asemejan bastante.
En aquel entonces, la hinchada tricolor se fue convenciendo de que se podía a medida que fueron pasando los partidos y se fue avanzando en la Copa. Hoy necesitamos que esa sea la diferencia respecto a este 2014. Necesitamos que el hincha esté desde el primer momento, desde este jueves, presente para alentar, apoyar y jugar el papel que se necesita para que la localía sea un punto a favor.
Si nos convencemos de eso, si este jueves llenamos de optimismo el Gran Parque Central, quizás estemos aportando un granito de arena fundamental para que la historia del Nacional del 2014 siga los pasos de la del Nacional del 88 y, quién no diga, con el mismo final feliz. Hace 26 años parecía imposible y terminamos con dos grandes copas en las vitrinas. ¿Por qué no podría volver a ocurrir?
Analía Filosi
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