El club más ganador de este país volvió a dar una vuelta clásica y se estiró la racha ganadora a 8 en partidos ante el tradicional rival.

Superiores. Martín Lasarte repitió la oncena del clásico anterior pese a que hubo rendimientos de futbolistas que vinieron desde el banco que perfectamente pudieron ir desde el vamos. Y el trámite de la primera mitad le dio la razón al técnico. Como siempre, Nacional esperó bien parado en su cancha, para luego de recuperar e intentar salir rápidamente de contragolpe. Por su parte nuestro tradicional rival tenía más la pelota y la hacía circular bien en zona media. Incluso a espaldas de Jeremía Recoba, Peñarol encontró varias veces espacio que fueron aprovechados por Damián Suárez y Jaime Báez, pero que por suerte no fueron bien culminados. Hasta que vino la jugada del primer gol, en un penal bien cobrado, con una mano que va arriba y está muy despegada del cuerpo. Luego de 37 clásicos, con muchas dudas y mucho miedo, nos cobraron un penal. Increíble, tiremos cohetes. El Diente López fulminó al golero rival y puso el primero que dio mucha tranquilidad a nuestro equipo y nerviosismo a los de 1913.

Para terminar de afianzar la superioridad anímica mostrada en la primera mitad, vino el segundo en una pelota enviada por el Diente que finalizó de gran manera Jeremía para ir al descanso 2 a 0.

Refugiados. En la segunda mitad Nacional entregó el balón y la iniciativa del juego, quizás en demasía. Así fue como el Bolso jugó casi todo el segundo tiempo en su campo, intentando sacar la pelota. Pero el rival no tuvo claridad para encontrar espacios y tampoco tuvo buen juego por las bandas salvo en la jugada del descuento en la que metieron un buen centro rastrero en la que el jugador con dificultades con la justicia por presunto abuso sexual, logró convertir.

Lasarte intentó realizar modificaciones para tener más contención en zona central y mayor velocidad en ataque con el ingreso Jairo Amaro y Lucas Villalba, pero fueron pocas las oportunidades que tuvo para aprovechar los contragolpes. Sobre el final llegaron los líos y empujones, el piñazo del Diente a Pérez y alguna escaramuza más le quitaron ritmo y envión a los de 1913 que otra vez perdieron una final con el Gigante del Uruguay.

¡Supercampeones! El club más ganador de este país volvió a dar una vuelta clásica y se estiró la racha ganadora a 8 en partidos ante el tradicional rival. Este encuentro tenía una gran importancia por varios aspectos: por ser un título oficial, por ser el segundo clásico del año que se ganó, porque se mantuvo la racha invicta y porque en quince días jugamos un clásico en el Parque, y en caso de lograr una victoria -nada está dicho y no tenemos que entrar en triunfalismos- sería un golpe anímico gigante para el rival y un envión igual de grande para el más grande del Uruguay.

Arriba Nacional siempre, y hoy más que nunca.

¡Nacional Nacional, carajo!

Diego Ávalo

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