El Chapita Blanco hace un raconto de su carrera, priorizó el sueño de jugar en Nacional, aunque perdiera en lo económico.
Es el Chapita Blanco, el que con una banda de amigos de Wanderers “estábamos jugando como si fuésemos Cuarta y cuando quisimos acordar, estábamos en la Copa Libertadores con Boca”. Es el Chapita Blanco, el que por una lesión que sufrió en China, terminó cumpliendo el sueño de jugar en Nacional. Es el Chapita Blanco quien cuenta el porqué del apodo y asegura: “Si en la calle me gritan Sergio, capaz que ni me doy vuelta”.
En el segundo piso de la Peluquería Gloss, negocio que preside en Ciudad Vieja, sentado en un cómodo sillón, una vez apagado el grabador y en medio de una charla informal, por fuera de la entrevista, le recuerda al periodista que en México jugó con Pep Guardiola. Y no sólo eso. Cuenta que aunque su esposa mantiene la relación con la esposa de Pep, él no mantuvo el contacto, “porque yo era amigo del jugador de fútbol, no del entrenador, que vino después”. Así, un día en Shangai recibió un mensaje de su “amigo jugador de fútbol”: “Me ofrecieron ser entrenador de Barcelona B pero no estoy seguro si me animo a agarrar”. La respuesta fue sencilla: “Agarrá, no seas ca…”.
Es una anécdota más que hacen a la vida del futbolista de 31 años que jugó en Wanderers, Nacional, América, San Luis, Dorados, Shangai Shenhua, Querétaro, Necaxa y Patronato. Sin embargo, no se podía dejar pasar por alto. En aquella estadía en Dorados de Sinaloa también hizo buenas migas con Matute Morales, a quien tuvo de compañero más tarde en Nacional: “Además de hacernos jugar, nos hacía reir a todos. Es un crack”.
Entretanto, fue generando amistades a partir del fútbol y destaca a Diego Bonilla, “que es un amigo de la vida, y a Sebastián Eguren, “que somos de la misma generación”. “Muchos son amigos y otros son hermanos (…) con Bonilla y Eguren estamos juntos desde los diez años”, explica. También destaca a Diego Arismendi, con quien “me llevo muy bien”, y a Leonardo Burián, con quien “generamos una muy buena amistad”. Finalmente, se acuerda de los que hoy no están en actividad pero “van a seguir conmigo”: Fabián Pereira, Rodrigo Bengua, Juan Manuel Martínez y Damián Charruti. “Seguramente terminamos la nota y me acuerdo de tres o cuatro nombres más”, se excusa.
Además, tiene un hijo, de 6 años. Mientras Joaquín “juega en una escuelita con Gerónimo, el hijo de Diego Bonilla (…) y tiene ganas de jugar al fútbol y ponerse una remera”, Sergio plantea que después del jugador de fútbol pretende “seguir ligado al fútbol. Me gustaría ser entrenador, pero estar capacitado, no ser uno más, quiero hacer algo importante, un proyecto: así es como me gusta hacer las cosas como jugador, no me gusta hacerlas así nomás”:
Así es Sergio, o el Chapita, porque explicará el porqué del apodo y asegurará que en la calle, si le dicen Sergio, tal vez ni se de vuelta. Adelante, Chapa.
-¿Qué hacés en Montevideo y qué es lo que se viene?
Bien, entrenando y disfrutando de la familia y los amigos que se extrañaban. Pero ya pasó la etapa de saludar, de estar con las amistades, y trato de ver que es lo que aparece para pensar en el futuro. Y qué se viene, no lo tengo claro. Escuchar. Al principio vine unos días, estuve con la familia desenchufado de todo; ahora ya entrenando con un profe, con Mariano Francescoli, y pensando en lo que pueda venir, ver lo que más me seduce.
-¿Por qué tu contrato con Patronato terminó antes de finalizar el campeonato?
Yo fui a préstamo a Patronato. Tenía contrato con Necaxa. No daban los tiempos para negociar con Necaxa, entonces rescindí en Patronato. Estoy agradecido por cómo me trataron cuando le planteé mis necesidades y mi preocupación con el club mexicano. Más allá de que quedaban cuatro fechas de campeonato, me abrieron las puertas y estoy muy contento por como me trataron. Luego tenía que desvincularme de Necaxa y lo manejaron muy bien. Lo pudimos solucionar todo desde acá, ya con el pase en mi poder, siendo jugador libre, espero las opciones que puedan aparecer.
-¿En qué equipo creés que dejaste mejor recuerdo y los hinchas más te quieren?
No sé. Es difícil. En Nacional y Wanderers creo que hay un cariño especial. Eso acá en Uruguay. Después en Querétaro, en México, creo que dejé un muy buen recuerdo. De Nacional y Wanderers está el cariño en la calle y ahora en las redes sociales. El cariño es muy grande de las dos partes. Cuando uno anda medio ahí, lo hace sentir muy halado y lo llena de orgullo.
-Recuerdo que cuando te fuiste de Nacional en 2010 dijiste que algún día ibas a volver a Nacional y a Wanderers. Al bohemio volviste, al bolso no…
A Wanderers volví si. De repente, en una circunstancia distinta, especial: yo volví porque tenía ganas, porque me llamaron, me dijeron que querían que venga y me convencieron. Y vine a tratar de, perdiendo muchas cosas en otros aspectos, devolver lo que me dieron durante toda mi carrera. De repente no se hicieron tantos goles o no me fue tan bien como esperaba, pero de vuelta te digo, cada vez que saben que estoy esperando saber que va a ser de mi futuro, la gente se acerca y trata de convencerme para que vuelva, y eso es muy lindo también.
-Si te fuiste con el pensamiento de que a Nacional ibas a volver, ¿por qué creés que por el momento no se ha dado?
Si bien tengo relación con mucha gente vinculada al club y de hecho entreno con Walter Ferreira y Calimares, después que me fui no he tenido llamados. No sé porqué. De repente no buscan gente de mi característica. Pero uno tranquilo. Cuando me fui, si lo dije, fue porque me lo hicieron saber los dirigentes y la gente que estaba en el club en ese momento; y porque lo sentía. Después también por el cariño. El otro día en el shopping estaba con un amigo, Juan Manuel Martínez, y me dice: “Pará un poco”. Porque la gente se acerca y me pregunta: “¿Cuándo volvés?”. Y uno trata de explicarle que no depende de uno, sino que a veces depende de la llamada.
-Te voy a decir dos equipos y me tenés que decir con cuál te quedás: 1. Nanni, Scotti, J. Ramírez, Curbelo, Dadomo, R. Ramírez, Eguren, Machado, de Souza, Blanco y Guglielmone, o 2. Muñoz, Rodríguez, Victorino, Coates, Romero, Fernández, Morales, Arismendi, Lodeiro, Blanco y García.
Dos equipazos. Me dieron muchas alegrías. El primero que nombraste era una banda de amigos que veníamos de abajo, jugando mucho tiempo juntos. Lo disfrutamos muchísimo, ganar y ganar con amigos es algo…
-A varios los tenías de compañeros en inferiores.
Sí. Dadomo, Eguren, Bonilla. Ronald y Julio que son más grandes pero hicimos una buena amistad. Nanni es un año más, entonces siempre nos cruzábamos, hacíamos amistosos. Se incorporó Malaka Martínez que es un poco más chico pero también fue parte de la generación.
-¿Y el de Nacional? Campeón Uruguay 2008/2009 y semifinalista de la Copa Libertadores.
Y también. Un equipo ganador. Hice muchos amigos. Soy muy amigo de Arismendi, estamos todos los días en contacto. Se disfrutó mucho. Estaba Burián también. Fede Domínguez también, con quien compartimos unas lindas experiencias.
-En conclusión…
Son dos etapas distintas de la vida. Una un grupo de amigos que ya venía consolidado y se le sumó gente de mucha experiencia, y de muy buena gente. Y el otro un grupo de profesionales que me tocó hacerme amigos ahí mismo.
-No te nombré al Nacional del Uruguay 2009/2010 porque pasó de tener un Apertura fabuloso a un Clausura desastroso: si bien tuvo un Apertura jugando un fútbol muy atractivo, en el Clausura Penarol lo superó arrancando 10 puntos abajo. ¿Qué le pasó a aquel equipo de Nacional?
El Apertura fue impresionante. Hubo partidos de rendimiento muy alto. Individuales y del equipo en general. Después Penarol hizo ese gran torneo y nos agarró a nosotros jugando Copa Libertadores, y llegamos medio ahí a las finales. Creo que fueron parejas, pero ahí se notó que ellos venían con un rodaje ganando y nosotros veníamos con la Copa, alternando mucho, cambiaba el equipo para jugar el torneo local.
-¿Cuál fue tu mejor etapa en Wanderers?
Esa que nombraste fue muy linda. La del ascenso, la Liguilla y jugar la Copa. Esa fue muy linda, pero en lo personal me quedo con las dos veces que me tocó salir goleador, que fue las dos veces con Daniel Carreño. En 2005 me tocó ser goleador del año y después me fui a México, Volví para el 2006, para la segunda parte, y me tocó salir goleador de vuelta. Así que esas dos, en base a rendimientos, fueron las mejores. Y después la que te dije, la colectiva, la de haber subido. Fue impresionante para nosotros porque no nos dimos cuenta: estábamos jugando como si fuésemos Cuarta y cuando quisimos acordar, estábamos jugando la Copa Libertadores con Boca. Eso fue algo increíble.
-¿Daniel Carreño fue el mejor entrenador que tuviste?
Tuve varios técnicos con los cuales me sentí bien y me aportaron mucho. Daniel fue el que me usufructuó más. El que se benefició más de mis goles. Por lo que te dije, las dos veces con él fui goleador. Después, el Chifle Barrios fue el que me dio la confianza, la capitanía de un equipo que a mi me dio todo, así que siempre quedará marcado.
-¿Cuál fue el mejor momento de tu carrera?
Los mejores fueron los dos de Wanderers que hablamos junto al de Nacional por como los disfruté, por haber llegado a ese equipo. Ese campeonato que vos me decís, con Eduardo Acevedo antes de irme, por más que en lo colectivo no nos fue muy bien y yo no era titular, cuando entraba andaba bien, hice un promedio de goles muy lindo. Entonces creo que fue de lo mejor. Después, enseguida llegué a Querétaro y esos seis meses también fueron muy buenos.
-¿Y el peor?
El peor… Varios. Es un electrocardiograma la vida del jugador de fútbol. Por lo menos en el caso de los mortales. Después están los fenómenos, como Forlán, Suárez, Cavani, que siempre están allá arriba. Cuando me fui de Querétaro a Necaxa se generó mucha expectativa, me compraron, y de repente no rendí lo que se esperaba. Ahí fue uno de los picos. He tenido muchos, pero en especial aquella vez, porque todos nos hicimos ilusiones que no se dieron. No se dieron ni en lo individual, ni en lo colectivo. Nos costó ganar al principio del torneo y después se nos hizo muy difícil.
-Desde que jugabas en inferiores de Wanderers a la actualidad, ¿creés que tu juego evolucionó?
No sé si evolucionó. Escuché una nota a Riquelme que me marcó. En mi última etapa con Daniel en Wanderers, la de 2006, que me fue muy bien en el tema goles, fue la que más me preocupó. Porque yo le comentaba a Daniel que sentía que estaba cambiando mi juego, que ya no era el que se eludía a tres o cuatro como cuando arranqué. Y Daniel me hizo una descripción gráfica: “Cambiaste tu juego porque empezaste a jugar al fútbol y dejaste de jugar a la pelota”, me dijo. Y sí… ¿Mientras sigas haciendo goles para qué querés tirar tres caños? Y después escuché a Roman hace poco y le preguntaron porqué no hacia tanto firulete o tiraba tantos caños como antes. Y el dijo que porque aprendió a jugar al fútbol; porque llegó a Europa y se dio cuenta que para pasar a un jugador no era necesario hacer tres caños sino tocarla e ir a buscar. Si hoy veo un partido de ese Wanderers, de 2000, 2001, era mucho más encarador, mucho más individualista, y hoy disfruto de otras cosas: de un control, de un pase a un compañero… Antes, jugar al fútbol parecía que era eludir rivales.
-El fútbol mexicano siempre deja anécdotas interesante. Contá alguna.
Llego a México y salimos a cenar. En 2002. Yo había ido con Abreu y fuimos a cenar con la Momia Lemos. Nos quedamos hasta tarde y Abreu se iba, entonces Lemos me dijo para quedarme a tomar un café e irnos después. “Yo te llevo”, me dijo. Entonces, cuando nos vamos, salimos del restaurante, y veo un auto estacionado que era espectacular. Y le digo: “Pa… mirá lo que es este auto. Qué lindo”. Y el me responde: “Ese es mío”. Yo lo miro y me rio. Y cuando me rio, toca la alarma y se abren las puertas… Después, un amigo, Diego Bonilla, jugó en Rentistas con él. Y cuando se enteró que éramos amigos, lo primero que le contó fue eso. Yo después le dije: “Mirá como me anda ensuciando este…” (Risas).
-Varios jugadores que pasaron por el fútbol de México me remarcaron situaciones especiales que les toca vivir a los extranjeros con respecto al fútbol. Cuestiones de mayores exigencias por ser extranjeros…
Si, en México es muy especial porque hay muchos intereses. Pero a mi, donde más me pasó, fue en China. En China los jugadores se te venden.
-¿Cómo?
Nunca supimos si con los de otro cuadro, o las apuestas, que están muy metidas las apuestas árabes. Entonces después analizabas el partido y te dabas cuenta que pasaban cosas muy raras. Después, la mejor que me pasó en China fue que íbamos a hacer la pretemporada en Holanda y nos invitaron a jugar un cuadrangular con Porto, Liverpool y Feyenoord. Y el presidente del equipo dijo que quería jugar.
-¿Pero alguna vez había jugado al fútbol? ¿Qué edad tenía?
Tendría 45 o 50 años, y nunca jugó al fútbol. Y terminó jugando, el partido de estreno contra el Liverpool movimos él y yo. Jugó 10 minutos, pidió el cambio y se fue. Entrenó un par de prácticas antes y era muy malo. Osvaldo (Giménez) lo puso. Me dijo: “Sergio, mirá que juega, dásela que va a jugar”.
-No por lo futbolístico ni por lo económico, pero sí por las costumbres, ¿volverías a China?
Si, yo la pasé muy bien en China. Siempre digo con mi familia que si no me hubiese lastimado, porque ahí me rompí el tendón de Aquiles, me hubiese quedado. Fui un año a préstamo y antes de empezar con esos partidos, se juntan conmigo a ver si me quería quedar, si quería renovar, y les dije que si. Que lo hablábamos después de terminar el contrato. Porque en ese momento, con la gente que me manejaba, la idea era ir un año ahí y después ir a Europa. Entonces me ofrecen un contrato de tres o cuatro años, volvemos de la pretemporada, jugamos cinco partidos del Clausura y ahí me lastimo.
-Vos tuviste la suerte de que el entrenador era Osvaldo Giménez, y que compartiste la experiencia con otros uruguayos.
La primer parte del año estábamos Osvaldo, Petete Correa y yo. Después se vino Petete, y quedamos con Diego Alonso, un hondureño y un colombiano. Y ahí me lastimo y me vine a operar acá con Voituret y Pan, y me voy a terminar la recuperación allá. Cuando termina el campeonato, les dije que me venía para terminar con la recuperación acá. Vine y en Nacional empecé a entrenar. Me recuperé, empecé a jugar, y cuando terminé el campeonato me llaman para volver. Y justo estaba en Nacional y era una época que quería disfrutarla, porque me ofrecieron que me quede, y ahí desistí de volver para sacarme las ganas de jugar en Nacional.
-¿Fue un error no haber vuelto a China?
No, porque cumplí lo que yo quería: jugar en Nacional y sentirme protagonista. Por ese lado no, pero si vamos a lo económico yo sabía que iba a perder mucha plata. Pero en ese momento puse por delante el sueño de jugar en Nacional antes de la plata que me podía dar el fútbol chino.
-¿Muchas veces te pasó de tener que resignar dinero para poder hacer lo que vos querías?
Si, las dos veces que quise jugar en los equipos que quería jugar. En Nacional y en Wanderers. En Wanderers la última vez, Necaxa no se hacia cargo de nada, solo me pagó una parte. Y ellos querían que vaya a Argentina o a Colombia, y yo quería jugar en Wanderers. Les dije que yo perdía la plata pero jugaba donde yo quería, y esos seis meses era en Wanderers.
-Si no jugás en Europa, ¿te quedará como cuenta pendiente?
De repente sí. De chico, uno quiere jugar en primera, en mi caso debutar en Wanderers y poder jugar en Nacional, y jugar en la selección e irme a Europa. Pero eso después se cambia, porque en su momento, cuando tenía alguna oferta de Europa, tenía otra de México. Y ahí sí decidí por la parte económica y no por la sentimental. Así que cuando termine mi carrera dentro de unos años y no pasé por Europa, me preguntaré porqué no opté por agarrar alguna de esas ofertas, porque supuestamente ahí están los mejores.
-¿Cuál fue el compañero con el que mejor te entendiste?
Fa… esa es difícil. Creo que con Rodrigo Bengua, que es la delantera que hicimos en todas las inferiores y llegamos a primera. Nos entendíamos de memoria, era increíble. Depuse siempre digo lo mismo: con buenos jugadores siempre es fácil jugar. Con Matute Morales era facilísimo, con Nico Lodeiro también. Con Nico tengo una muy buena relación y lo quiero mucho. Siempre cuenta que el llega a primera y entraba más o menos, no le agarraba la mano. Y se va a jugar el sudamericano sub 20 y la rompe. Y cuando volvió del sudamericano fue otro. Fue impresionante. Puede sonar exagerado, pero es de los jugadores que más disfruté viéndolos jugar. Porque no era solo lo que mostraba en los partidos, que eso era lo que veía la gente. Era también lo que hacía en las prácticas y las ganas que tenía de entrenar. Cuando volvió fue un disparate. Yo se lo dije a él: se fue un jugador a la sub 20 y volvió un fenómeno.
–Para terminar, una duda personal: ¿Por qué “Chapita”?
Porque estaba medio loco. Era medio loquito. Me lo pusieron entre el hincha de Wanderers y el Chifle Barrios, que fue el que más lo afirmó. Él, más que nada, porque me había visto un parecido con Barros Schelotto, el Chapita. Un día, cuando el Chifle me dirige, me llama y me dice: “Mirá, vas a ser mi capitán, y vas a jugar con la 7”. Y el Melli era capitán de Boca y jugaba con la 7. Ahí yo le dije: “Vamos a hacer así. Yo acepto porque es un orgullo ser capitán de Wanderers, y que me elijas vos” –con todo lo que el Chifle representa en Wanderers –“pero tranzamos en el número”. A mi el 7 no me gustaba porque una vez en una selección juvenil me puse la 7 y a los dos minutos me echaron. Y el apodo, al principio, me ponía de mal humor. No me gustaba. No me gustaba nada. Aparte, toda esa banda que te nombré de Wanderers, eran “Guanco”, “Sebón”, “Diegón”, “Sergión”, “Charrón”, “Fabión”… Nos llamábamos así entre nosotros, y nos hablábamos así en la cancha. Y de repente apareció el Chapita, después Chapa, y ya cambió. Que mis amigos me dijera así me sonaba mal. Y hoy, sin embargo, en la calle o en la cancha ya es Chapa. Si en la calle me gritan Sergio, capaz que ni me doy vuelta, salvo que conozca la voz.
Compañeros
-El mejor arquero.
“Conejo Pérez. Era bajito, pero saltando, llegaba con el pie al travesaño”.
-El mejor zaguero.
Duda mucho. Pide seguir adelante con el cuestionario. Al final, vuelve atrás y responde: “Pablo Quatrocchi”.
-El mejor lateral.
“Claudio Dadomo o Ronald Ramírez”.
-El mejor volante de marca.
“Eguren y Arismendi”.
-El mejor volante de creación.
“Jugué con Guardiola. Era volante de todo, de marca y de creación. Ponelo acá, de creación”.
-El mejor delantero.
“Nico Lodeiro. Enganche, delantero…”.
Entrenadores
-El mejor.
“Carreño, Carrasco y el Chifle”.
-El peor.
“Es uruguayo, pero no te lo voy a decir”. (N. de R.: Descartados Carreño, Carrasco y Jorge Barrios, los otros uruguayos que lo dirigieron fueron Gerardo Pelusso, Eduardo Acevedo y Alfredo Arias).
Tuya y mía
-La mejor ciudad.
“Shangai”.
-La peor ciudad.
“El D.F. Pero no por fea, sino por el desorden”.
-El mejor gol.
“Tres. El tercero de Wanderers a Nacional en el Viera. Fue un 3 a 1 que ganamos y el gol de Nacional lo hizo Abreu de cabeza. Uno con la selección, a Venezuela. Y el primer gol que le hice a Penarol jugando para Nacional”.
-El mejor partido.
“Atenas – Nacional en Maldonado. Hice tres goles, ganamos 6 a 0”.
-Una cancha de fútbol.
“El Viera y el Parque”.
-Un ídolo.
“Francescoli”.
-El zaguero que más le pegó.
“El Cata Díaz me cagó a patadas pero lo pasé, y a Boca le hice dos goles”.
-El arquero que te complicó la vida.
“Sergio Navarro. Me atajó un penal que me dolió mucho”.
-El arquero que volviste loco.
“Jorge Bava y Oscar Castro. Tengo varios hijos”.
-El mejor equipo de fútbol en la actualidad.
“Barcelona me gusta mucho. El Bayern también”.
Mateo Cortés
urugol.com
Título original: “Prioricé el sueño de jugar en Nacional antes que la plata del fútbol chino”
Negritas: decano.com
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