Fui aun sin ir.

Escribí estas líneas en el camino mientras las líneas de la carretera se van moviendo para llevarme a casa.

Recibí de mi hija las anécdotas de la entrada a la cancha bohemia a la que sí acudió ella.

Escuché como me conto sobre el taxista bolso que la llevó,  sobre el riguroso examen de ingreso y sobre la alegría  de la gente. Disfrute que ella estuviera allí y me tuviera al tanto.

Prendí la televisión y me imaginé entonces en medio de la hinchada, mientras el frío del este me recordaba que no estaba, el canto de fondo que escuchaba a través del celular me convocaba a decirme que sí.

Bajé el volumen a los relatores y subí el de la hinchada.

Encendí bengalas cuando prendí un cigarrillo.

Repasé en mi memoria cada minuto de cada partido que viví y vivimos desde el principio y en el cual las dudas siempre fueron muchas y las seguridades pocas.

Razoné una vez más y aunque ya no importara motivos sobre porque perdimos un campeonato que a simple vista era fácil y que visto con vista no tan simple también era increíblemente fácil.

Desestimé muchas veces de mi mente una cruel certeza que sin quererlo se me hizo cada vez más cierta partido a partido y en la que comprobé finalmente que fuimos nuestros rivales más terribles.

Comprobé que la cantera late enérgica  y que formar sigue siendo una buena forma.

Esperé que en el último penal, uno más de los tantos que nos cobraron mal, se hiciera justicia.

Celebré que la justicia llega aunque a veces tarde en la venida.

Canté fuerte con el “cada día te quiero más” aun en el frío mutismo de la tarde esteña.

Apronté mi camiseta en cada fin de semana, en un ritual mágicamente hermoso y en los que no pude ir, como el de ayer, también la camiseta estuvo pronta.

Subí los escalones de mi Parque o de la cancha que fuera siempre con la esperanza a cuestas y me hago cargo de las veces que los bajé en silencio buscando explicación en el cemento, sabiendo que mi aliento hará que mis pies los suban nuevamente hasta que me den las fuerzas.

Escribí con y para ustedes, en el gozo del triunfo o abriendo el corazón en la derrota  y en la virtud o el desacierto me sentí acompañada en cada letra, pero es momento entonces que descansen ustedes de mí durante un tiempo porque mis dedos también harán pretemporada.

Pasé por los estados de ánimo que ustedes pasaron.

Viví y reviví después de cada partido, y en los momentos que se siente la agonía, renací solamente con mirar un ratito este escudo

Reconocí mi nombre  en un fragmento pequeño de una gigante tela  tejida y sostenida por miles de manos llenas de pasión

Banqué como bancamos todos, el embate de estos tiempos donde mediáticamente el campeonato vale distinto según quien lo consiga y donde se disfrazan algunas realidades.

Conocí internas que preferí guardar por salvaguardar aquello de que siempre es mejor barrer hacia adentro.

Ignoré los rumores de  quien se queda o quien se va, quien vendrá o quien no terminara de venir nunca, pero no ignoraré o indultaré a quien venga o se quede y no dé por estos tres colores lo que estos tres colores se merecen.

Colaboré. Defendí. Ayudé. Grité. Alenté. Respiré. Suspiré. Miré al cielo. Apreté puños hacia él.

Esperé el primer minuto del primer partido con la misma sensación que el de hace unas horas y como será el primer minuto del próximo.

Fui y soy Nacional.

Cecilia810

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