Gonzalo Bueno dice “hasta pronto” y se va a jugar al Kuban Krasnodar del fútbol ruso.

Hacia Europa, entonces, partirá el endiablado fútbol de un jugador que, con apenas 20 años y toda una vida dentro de Nacional, ya logró meterse en los corazones de todos los bolsilludos.  

Es que el “Zorrito”, hijo de otro notable trabajador de la institución como Gustavo Bueno, prácticamente nació respirando en tres colores.

“Gonzalo se crió en Nacional. Nació en 1993 y yo entré a trabajar aquí en 1995. Toda la gente que trabaja en el club lo conoce, porque era el chiquito que venía a romper por todos lados. Lo conocen desde que nació”, afirmó en su momento el “Zorro”.

El veloz delantero llegó a jugar al Decano con apenas 10 años y no paró.

Realizó todas las formativas, donde fue figura en todas las categorías, e incluso tuvo la chance de ser dirigido por su papá en Sub 17. Ambos volverían a encontrarse a principios de 2013, pero ya en Primera División, cuando Gustavo dirigió interinamente al equipo junto a Juan Carlos Blanco.

El 4 de junio de 2011, por la última fecha del torneo Clausura y de la mano de Juan Ramón Carrasco, Gonzalo hizo su debut en la máxima categoría ingresando a los 63´ por Rodrigo Roque en encuentro ante Rampla Juniors. Aquel partido se disputó en el Gran Parque Central y, finalmente, los “picapiedras” ganaron 2-0.

Su segundo partido fue por la 6ª fecha del Apertura 2011, ya con Marcelo Gallardo como DT, ante Cerro Largo. Ingresó a los 58´ por Tabaré Viudez y logró anotar el primer tanto en su carrera como profesional a los 67´.

En aquel Apertura fue figura, ya que, ingresando casi siempre en el complemento, cambió el destino de muchos partidos gracias a su velocidad, sus goles y sus asistencias. Imposible olvidar el clásico ganado “a lo Nacional”, donde tanto Gonzalo como Álvaro Recoba fueron clave para dar vuelta una historia que asomaba muy complicada.

Después llegó lo que todos conocemos: su consolidación en Primera, el título de campeón uruguayo 2011/2012, las selecciones juveniles y una maduración futbolística que lo convirtió sin lugar a dudas en uno de los mejores jugadores del fútbol local. 

Con 65 partidos y 18 goles oficiales en dos años de fútbol con la tricolor en el pecho, hoy a Gonzalo le toca decir simplemente “hasta, pronto”, ya que las puertas de su casa siempre estarán abiertas esperando volver a tener sus piques electrizantes, su desfachatez, sus goles y ese enorme amor al Decano que siempre profesó.

¿Cuáles son las sensaciones en este momento en el que, si bien se te da la oportunidad de progresar futbolística y económicamente, dejás momentáneamente tu casa?

Es una oportunidad que hay que aprovecharla, una oferta de un club europeo que sirve para avanzar futbolísticamente. Estoy muy contento por la propuesta, pero también siento un poco de tristeza por dejar el club que me vio crecer y eso es algo que no olvido. Serán unos años y, luego, espero estar aquí de vuelta.

¿Qué recordás de tu debut en la Primera de Nacional? Fue hace dos años y parecería que fuera ya hace mucho tiempo…

Fue muy lindo, en un partido ante Rampla en el Parque con Carrasco como entrenador. Esos son momentos que uno no se olvida más. Después, volví a jugar contra Cerro Largo, en el Apertura 2011, y fue cuando hice mi primer gol en Primera, y de eso tampoco me olvidaré jamás. Son recuerdos que me llevo.

Aquel Apertura, ya con Marcelo Gallardo como entrenador, fue muy positivo para vos, ya que empezaste a sumar minutos y, cada vez que entrabas a jugar, desnivelabas. ¿Cómo viviste esa etapa?

Sí, es verdad, ese campeonato estaba un poco complicado porque el equipo no venía muy bien, pero empezamos a levantar en las últimas fechas y ahí comenzaron a darse varios partidos en los que pude entrar y hacer goles, incluido el clásico-donde pude hacer un gol-, y varios encuentros más en los que ingresaba y asistía o marcaba. Fueron momentos en los que me sentí muy cómodo, también jugando junto al “Chino” (Recoba). Ambos nos sentíamos muy bien. Fue un campeonato muy lindo por la forma en que se ganó, ya que parecía que estaba todo perdido y lo dimos vuelta faltando cuatro o cinco fechas.

Fuiste gran protagonista en uno de los clásicos más recordados de los últimos años y que perdurará por siempre en la memoria de todos los hinchas de Nacional (2-1 Apertura 2011). Jugaste 45´, pero te alcanzó para volver loca a la defensa de Peñarol, marcaste un gol, forzaste el penal con el que se ganó aquel partido… ¿Fue el partido soñado?

Sí, la verdad que ese clásico fue algo increíble. Hacía poco que había debutado en Primera y rápidamente jugar el clásico-con estadio lleno y con toda la expectativa que había- representó un momento muy lindo para mí. Nunca me imaginé entrar en el entretiempo porque en los clásicos, en general, los cambios se hacen más adelante. Me tocó entrar junto al “Chino” y, ni bien pisé la cancha, comencé a sentirme cómodo. Llegó el gol de Peñarol y eso nos impactó un poco, porque estábamos mejor nosotros, pero luego vino la remontada, primero con el gol mío y, luego, con el del “Chino” de penal. Son cosas que uno no olvida porque se trataba de un clásico. Además, si perdíamos puntos quedábamos prácticamente afuera del torneo y lo ganamos en la hora y pasamos a Peñarol por un punto. Fue redondo todo.

¿Qué me podés decir de tu gol?

Fue algo muy emotivo porque llegó enseguida del gol de ellos. La pelota me quedó ahí, para la de palo, la derecha, y la calcé de lleno… Es un gol que nunca olvidaré y el más importante que hice en Nacional.

Después de ganar el Apertura, llegó el Clausura, la final ante Defensor Sporting y tu primer título de campeón uruguayo, donde fuiste protagonista.

Sí, fue importante porque era el primer Campeonato Uruguayo que jugaba y lo pudimos ganar en una final.

¿Qué mensaje le das a la hinchada de Nacional, que desde siempre te adoptó como uno de sus jugadores predilectos?

Agradecerle por el apoyo incondicional de todos los partidos. En las buenas y en las malas, siempre estuvieron. Yo soy un hincha más en la cancha y espero volver a Nacional, que todos saben que es mi casa porque arranqué aquí con 10 años. Ahora me toca irme, pero voy a volver. Y, justamente, la idea es volver cuando esté en las mejores condiciones físicas y futbolísticas para seguir dando todo por el club.

Un partido especial. Es Gustavo Bueno, ahora, el que recuerda uno de los momentos más especiales en la vida de padre e hijo como defensores del más grande.

Nacional 4-0 Toluca, Abril 2013, Copa Libertadores…

“Con Gonzalo pudimos trabajar juntos en Primera, pero ya lo habíamos hecho en Quinta división, él como jugador y yo como entrenador. Ahora fue a nivel profesional. La frutillita de la torta fue ese partido con Toluca, con la bandera gigante, con todo lo que implicaba para los que sentimos a Nacional de verdad. Era un partido muy importante, también por la parte deportiva, por lo que nos jugábamos a nivel de Libertadores… Siempre lo digo, lo que se nos dio esa noche fue más que lo soñado, porque yo había soñado ganar y clasificar para, de esa forma, irnos con “Cacho” con el equipo en la siguiente ronda; en lo familiar que Gonzalo tuviera un buen partido y, si podía hacer un golcito, mejor, y bueno… hizo dos, fue el mejor jugador de la cancha, ganamos 4-0 y clasificamos… La realidad superó el sueño que teníamos”.

nacional.com.uy

Título original: “Es mi casa y voy a volver”

Negritas: decano.com


Nota anterior: «Buena madera». Columna de Cecilia.

Lo bueno si breve, dos veces bueno dice el dicho. Cambio el dicho y digo que si son dos los buenos,  lo breve puede convertirse en largo.  Como la vida misma. 

Este deporte devenido en un negocio implacable y cruel se va llevando en su camino a muchos a otros destinos y entre ellos se van también a veces los principios.
 

La diferencia está en que cuando las raíces están bien sujetas en el piso no es posible arrancarlas con nada y los principios quedan prendidos a estas. Aunque vos te vayas por el mundo tus raíces quedan allí esperando que algún día retornes a juntarte con ellas. Mientras tanto te han dejado savia de buena madera. No es posible moverlas ni siquiera con la mentira más burda, o la solapada mezquindad adornada con promesas codiciosas. No hay soles mentirosos, hay soles tapados por mentiras.

Hace poco escuché por ahí en una audición radial especializada que Gonzalo Bueno era todavía  una promesa del fútbol… pero cierro los ojos y lo veo paradito allí en la línea, moviendo sus largas piernas para hacerlas entrar en calor, y lo veo entrar y marcar su primer gol en primera en aquel partido, y lo veo haciendo el gol aquel en el clásico y festejando como le salía del pecho, y lo veo correr y correr y lo escucho hablar rápido como fueron rápidos sus pies contra Toluca cuando fue la figura y lo miro allí paradito dando declaraciones mientras a un costado su padre lo mira con orgullo y con mesura y me imagino entonces que Gustavo Bueno mientras lo observaba pensaba en las mañanas frías y los desayunos calientes  hasta llegar a los Céspedes, y los consejos a tiempo y las salidas de fines de semana sacrificadas y en el respeto inculcado hacia esa su segunda casa y el amor a los colores que no dura lo que dura un contrato sino que permanece toda la vida, y los veo sentaditos juntos allí en la tribuna a pocos metros mío en el último partido como dos hinchas más  y entonces sé que esto es una realidad y no habrá futuro que la borre, porque la raíz está sujeta con lo más perdurable.

Probablemente será el destino con sus fortuitos caminos el que determine su futuro, o él mismo lo escribirá mientras camine y como decía Machado, lo vaya haciendo al andar, pero  quedó demostrado en este trecho ya andado que su apellido lo honró con su actitud, con su amor a estos colores que respiró mientras fue subiendo en centímetros y su padre lo llevaba de la mano y ahora que lo pasa en estatura y puede dejarse llevar por otras manos menos consejeras, lo sigue honrando.

Podrá hacer más o menos goles.  No quiso que se perjudicara a su casa. Lo primero lo hará más o menos exitoso. Lo segundo lo hace enorme.

Le auguro lo mejor a Gonzalo. Rusia seguramente es fría pero su corazón está caliente y acá habrá siempre un pedacito de césped esperando para volver a sentir un huracán de largas piernas.

Lo bueno si por dos veces es Bueno, mejor. Y que no sea tan breve.

Cecilia810

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