Hubo un tiempo -en el siglo pasado sí, pero no hace tantos años- en que a nadie se le ocurría silbar un himno, ni propio ni extranjero, y no estaba mal visto aplaudir una buena jugada… del rival.
«Los tiempos cambian» solemos decir, y es incuestionablemente cierto. Lo mismo se puede aplicar para la escala de valores, la personal y la de la sociedad como conjunto. Digamos que para no caer en un enunciado arbitrario, es justo reconocer que los valores han cambiado o se han distanciado de los que manejábamos hace cuarenta o cincuenta años atrás. Eso no significa que se hayan perdido o revertido. Mutaron, como lo hace todo en el universo (gracias Lavoisier).
En definitiva, esta mutación de valores no es otra cosa que un cambio de conducta, de «códigos» si se quiere utilizar una expresión más asociada a lo popular y futbolero. Entre los cambios de conducta que ha sufrido nuestra sociedad también podemos mencionar que ahora es menos homófoba y que el «no te metás» ha ido cediendo paso a la intervención -familiar y vecinal- cuando se trata de cuadros de violencia doméstica, pero no es la intención hacer un estudio o un análisis social, remitámonos a lo que pasó el domingo en ocasión del partido Nacional – Racing en el Gran Parque Central.
Qué falta de respeto, que atropello a la razón
Existe un rechazo bastante extendido hacia el acto de cantar o silbar durante la ejecución del himno o la realización de un minuto de silencio. Lo primero que se nos viene a la cabeza al ser testigos de estos actos es considerar a los ejecutantes como irrespetuosos. En conversación con un referente de la barra, éste nos hacía notar que “falta de respeto no es, si prestás atención, la banda se llama a silencio cuando el homenajeado es una figura vinculada al club”. Ante esta explicación podríamos hablar de un rechazo a las imposiciones, de una manifestación de respeto hacia quién supo ganárselo y una resistencia a hacer lo mismo con otros. Compartible o no, es una explicación.
En cuanto a la silbatina durante la ejecución del Himno Nacional, primero convengamos que la reacción nunca ha sido contra el canto patrio sino en resistencia a la extensión del mismo. Llama la atención la irradiación del himno en una fecha en la que no estaba prevista (según el Artículo 1ero del Decreto del Poder Ejecutivo de fecha 30 de abril del 2002 “Establécese que el Himno Nacional será ejecutado en su totalidad en las fechas. 14 de abril, 19 de abril, 18 de mayo, 19 de junio, 18 de julio y 25 de agosto y en cualquier otra oportunidad que así lo disponga el Poder Ejecutivo”). Se podrá decir que el Poder Ejecutivo, efectivamente dispuso la ejecución el pasado 12 de octubre, pero nos permitimos ponerlo en duda, además que, según el mismo decreto “se estableció que el Himno Nacional, deberá ejecutarse en todas las ceremonias oficiales de importancia y en todas las transmisiones radiales que se efectúen en días festivos”. Ninguna de las dos era el caso del partido que enfrentó a Nacional y Racing, pero eso es harina de otro costal.
Consultada la misma fuente de la barra tricolor, argumentó que “nadie se espera la interpretación de la versión larga del Himno, por lo tanto, una vez finalizadas las dos primeras estrofas, las habituales, ¿cómo frenás a la gente que está deseosa de expresarse? No es tarea fácil.”
Las agresiones
A la acción de cantar mientras se ejecutaba el Himno Nacional y el minuto de silencio, se le agrega la agresión recibida por un portero de la AUF y algunos enfrentamientos denunciados por el presidente de Racing, Sr. Raúl Rodríguez al finalizar el partido.
En la interna del club existe preocupación por los incidentes que se vienen sucediendo en el Gran Parque Central y que involucran a la hinchada tricolor, pero no todos los palos son dirigidos a nuestros hinchas. En lo que tiene que ver con la agresión sufrida por el funcionario de AUF, llama la atención como los agresores pasaron olímpicamente dos controles policiales que se encontraban situados a los extremos de donde se produjo el incidente sin que hubiera una reacción de la guardia, que fue advertida por un funcionario de la seguridad tricolor de que se le debía exigir a todos los que ingresaran, que lo hicieran con su entrada en la mano.
También se observó falta de accionar policial ante el vandalismo perpetrado por un parcial racinguista en contra del alambrado separador ubicado en la tribuna Scarone. La acción persuasiva en este caso fue tomada, nuevamente, por la seguridad de Nacional.
Asimismo, los incidentes ocurridos a la salida del partido entre las dos hinchadas, son considerados como sendos errores del operativo policial. Si bien la policía argumentó que la decisión de abrir ambas puertas provino de parte del club, desde Nacional aseguran que la habilitación de los portones corre por cuenta de la guardia policial, son los funcionarios del Ministerio del Interior los responsables de evitar la salida de una de las hinchadas mientras se evacua a la otra. Es preciso hacer notar que por disposición municipal, los accesos y salidas de los estadios no pueden estar cerrados con llave o candado, por lo que utilizar como defensa el que “las puertas estaban abiertas” no tiene ningún asidero.
Que tire la primera piedra
Según quedó registrado en cámaras, y se le hizo notar al presidente racinguista, es la parcialidad albiverde la que comenzó a agredir a la hinchada tricolor, provocando la reacción de esta última. De todos modos, no pasó de algunas escaramuzas.
No hay lugar como el hogar
En diálogo con el secretario general de la institución, Ing. Claudio Puig, éste nos manifestó la preocupación que existe desde el club, dado que “el nuevo código disciplinario viene en serio, están muy firmes con esto”.
En buen romance: tricolores, vamos a cuidar nuestro accionar y nuestra casa. Todos somos responsables de evitar sanciones que puedan devengar en quita de puntos.
Ernesto Flores
decano.com
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