Recientemente y a raíz de la comunicación del Plan de Obras para el crecimiento del Gran Parque Central se instaló una discusión entre los hinchas del Decano.
Nacional ha demostrado, a lo largo de su historia, ser el club más abierto y participativo del Uruguay pero, en ocasiones, surgen estas contiendas que no se condicen –ni cerca- con la manera de conducirse que ha tenido el club desde sus inicios.
Lo que enseña la historia
Nacional fue fundado para enfrentar la dominación que ejercían ingleses y alemanes, a través de sus clubes, sobre la práctica del deporte en Uruguay.
Es así como un grupo de estudiantes criollos, a instancias del rector de la Universidad Dr. Alfredo Vázquez Acevedo dan origen al Club Nacional de Football.
El hecho de ser jóvenes y estudiantes les dio la posibilidad de vislumbrar -más temprano que tarde- las ventajas de ser inclusivos. Entre estas ventajas se encontraba el inexplicable sentimiento que otorga el compartir. Compartir con otros, con tantos como pudieran, el orgullo y la alegría de formar parte de un sentimiento vestido en tres colores.
Los escribas de la envidia
Nacional, como primer club criollo y a partir, incluso, de una serie de victorias y hazañas que comenzaron a delinear a la institución, se transformó rápidamente en el elegido por la mayoría de los uruguayos para volcar sus simpatías deportivas. Tanta adhesión popular despertó envidias y molestias entre otros integrantes de la sociedad montevideana en particular, que comienzan a urdir una estrategia para desacreditar al favorito de los hinchas.
Es así que surge una especie de “leyenda negra” difundida a partir de cierto sector del periodismo que comienza a insistir con la fundación «académica» del club como si el estudiar y la pretensión de ampliar y mejorar un futuro fueran motivo de vergüenza o de condena social.
La insistencia en esta prédica tomó desprevenidos a algunos que, desconociendo el origen y desarrollo del club Decano se adhirieron a la teoría del club elitista.
Afortunadamente, en los últimos años, con la difusión de la verdad a cargo de – principalmente- los medios partidarios, se ha logrado echar luz sobre la verdadera imagen del club. La que todos los hinchas conocemos. Nacional es un club inclusivo, participativo y democrático.
El que más sabe de hinchas
La hinchada tricolor no es la primera solamente porque desde el club surgió la palabra hincha, sino que ha demostrado a través de los años ser la más fiel y seguidora, amén de la más diversa. El hincha no se viste de harapos ni de traje. En la tribuna se confunden olores y credos. En el cemento no hay ricos ni pobres, derecha o izquierda, budistas o cristianos. La sangre de Abdón nos cubre a todos por igual.
Compartimos un sentimiento que hemos proyectado en un pacto indisoluble de fraternidad. Los bolsos, tricolores, nacionalófilos o como quieran denominarse, somos hermanos.
Sentite cómodo, sentate donde quieras
Éste debería ser el espíritu reinante a la hora de elegir un lugar en el estadio más lindo del Uruguay. Sin reglas, ni divisiones. El sistema de palcos y butacas no es –no debería ser- una división entre hinchas, sino una opción distinta a otras a la hora de mirar el espectáculo.
Personalmente, supe tener una butaca en el sector bajo de la Delgado y fui testigo de que la mayoría de los jóvenes -hijos de propietarios de los palcos- preferían disfrutar del partido sentados en la tribuna.
Del mismo modo tengo amigos con posibilidades económicas como para acceder a una butaca en cualquiera de las tribunas y prefieren agitar en la Abdón.
He conocido gente que se negó –teniendo los medios- a comprar un palco porque «el fútbol se vive desde el cemento».
Todo aporta a la hora de hacer crecer el Parque. Hay quienes lo hacen crecer en comodidad y en aspecto con su aporte económico y quienes ayudan a generar la mística con su aliento. Ninguna de las formas es excluyente. Los palquistas y butaquistas también alientan, así como los de la popular contribuyen económicamente al crecimiento edilicio.
El hincha responde, el Parque crece
Como todos sabemos, la lista de aspirantes a palcos superó ampliamente la cantidad proyectada. Eso no debería sorprender a nadie. El hincha tricolor, cada vez que es llamado a contribuir, reciba o no algo a cambio, responde.
Me resulta totalmente inevitable la asociación del Club Nacional de Football – Padre del fútbol uruguayo- con la figura del Padre de la Patria.
Gauchos, mulatos, ancianos, niños, negros esclavos, libertos, mujeres, todos seguían al caudillo. Los movía la confianza.
Doscientos años después, el pueblo tricolor -heredero de aquel sentimiento criollo y libertario- responde con confianza cuando es llamado a actuar. Comprando un bono, haciendo una donación, pintando una tribuna o pretendiendo un palco.
Detrás de cada una de estas acciones, anida el mismo sentimiento. El que movió a los Caprario, los Nébel, los Carve Urioste, Bernardino Daglio, Nin, Foglia, Roux. El que impulsaron Los Céspedes, Bouton Reyes, Gaudencio Pini y José María Delgado. El que sostuvieron Atilio, Porta y Zapirain. El que trajeron hasta el presente Artime, Ubiña, Restuccia, Victorino, Rodolfo, Hugo, el Chango, Ostolaza y Sosita.
Nacional es de todos. No es más de unos que de otros. Nos pertenece por igual, como su historia inigualable, sus triunfos y hazañas. Somos herederos de tanta gloria y responsables de mantenerla y elevarla. Desde nuestro lugar, el que elegimos para aportar, que sin dudas es el más importante.
Ernesto Flores
decano.com
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