En lo últimos días, se publicó el libro “Scarone, el mejor de todos nosotros. Vida y obra del futbolista uruguayo más grande de la historia” del autor Pablo Veroli.

A través de un pormenorizado relato, se detalla la trayectoria deportiva del jugador oriental más influyente de todos los tiempos, el líder futbolístico de la “Generación Olímpica”, la más impactante y ganadora del balompié oriental.

Scarone fue uno de los directos responsables de que el Uruguay dejara de ser apenas un punto en el mapa para convertirse en una nación reconocida y respetada popularmente gracias a sus actuaciones en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 y la Copa del Mundo de 1930.

Tricampeón del mundo y dos veces olímpico vestido de celeste, quien definiera el título de 1928 ante los argentinos tras recibir la súplica de “Tito” Borjas (“¡Tuya, Héctor!”), conquistó también cuatro Sudamericanos (Copa América), entre otros trofeos con el combinado.

Pero también la historia de “Rasquetita” está asociada directamente a Nacional, desde aquel lejano 1915 cuando su hermano Carlos lo “raptó” y, de esa forma, evitó que firmara en la Liga su pase a Peñarol, haciéndolo finalmente por los tricolores.

Durante dos décadas, Scarone fue el emblema tricolor y celeste. En Nacional ganó todos los títulos existentes y fue la figura popular más grande de este país, a la misma altura de Carlos Gardel.

Divo, irascible, genial, único, este constante azote de los argentinos y aurinegros conquistó todos los continentes y fue idolatrado en todos ellos. Fueron los uruguayos, los sudamericanos, los centroamericanos, los norteamericanos y los europeos los que no dudaron: “es el mejor futbolista del mundo”.

Brilló en las giras de 1925 y 1927 con los albos, jugó en el Barcelona, en el Inter, en el Palermo, pero siempre quiso volver a los pagos para defender las enseñas amadas.

Sin embargo, el libro también aborda con igual rigurosidad y detalle su vida personal y su etapa post fútbol, que incluyó muchas alegrías como ser entrenador de Millonarios de Colombia y Real Madrid y acompañar a los futbolistas orientales en el Mundial de 1950, pero también muchos sinsabores como penurias económicas y el dolor más grande que un hombre puede sufrir.

El trabajo también cuenta con la palabra de grandísimos campeones uruguayos que compartieron con Scarone como José Emilio Santamaría, Roberto Matosas y Julio César Cortés, así como la de Hernán Navascués, y se le añade un apartado especial con sus estadísticas completas, el análisis de su juego y otros detalles y curiosidades.

En definitiva, es Scarone, es el mejor de todos nosotros.

No hubo uno como él. No habrá otro igual.

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