Los seres humanos siempre vivimos con ese miedo constante a errar, a tomar una decisión incorrecta que nos lleve a fracasar.

Tomamos, de todas maneras, todo el tiempo decisiones buenas y malas porque de eso se trata nuestra esencia, de acierto y de error.

¿Le salió bien la jugada al DT rival con la decisión que tomó?  ¿Le salió mal a Munúa la decisión que tomó? El resultado a la vista habla de errores y aciertos.

Hay que ser arriesgado pero sin desmedirse, hay que ser cauteloso pero sin llegar a ser timorato, entonces la esencia del fútbol se vuelve un complejo nudo donde además de llevar la pelota con el pie hay que esperar la lectura desde afuera y donde cada elección vale y cuenta.

¿Por qué salió Fernández? ¿Era necesario poner a Barcia faltando un minuto? ¿Es necesario cuidar un uno a cero o arriesgarse a salir a atropellar desde el comienzo del segundo tiempo? Todas preguntas sin respuesta que hacen que nos sintamos dolidos porque en realidad faltaba poco. El señor de adelante dice al final del primer tiempo: “Si ese cabezazo hubiera entrado…”  “Si pero mirá que dos a cero no te garantiza nada eh”… Otro dice: “Ahora nos van a tirar la estantería, hay que cuidar el resultado”, entonces otro le contesta que “no, ahora hay que aplastarlos”. “Hay que jugar por abajo ahí los destruís, no con pelotazos sin ton ni son”.

¿Matar o morir? Morir es bravo en el fútbol pero morir a medias es mucho peor porque te deja la sensación de que no fuiste ni a un lado ni al otro y eso depende de las decisiones que tomes adentro y afuera. ¿Qué esperábamos con un uno a cero tan solo de ventaja cuando en otros partidos no pudimos cuidar un dos a cero?  ¿Nos empatamos a nosotros mismos no habiendo salido a resolver? ¿Cómo resolvemos si tiramos pelotazos en vez de jugar por abajo que es donde ellos flaquean?  

¿Estamos en el lugar que nos merecemos?

¿Entonces?  ¿Qué pongo en la balanza?

Me queda en un lado otro clásico sin perder, la fiesta en la tribuna que jamás va a ser igualada, la alegría del golazo, el tener a mis hijas y mi esposo conmigo, el domingo de sol acompañando a mi querido Nacional.

En el otro pongo…no mejor lo dejo ahí. Todos sabemos lo que va en el otro lado de la balanza, por ejemplo la falta de eficacia en los tiros de pelota quieta, y lo digo hoy cuando hace un año de aquella remontada fastuosa que tanto supimos disfrutar.

Mientras tanto las luchas intestinas de una elección están en boca de todos.

Esperemos que las aguas turbulentas bajo el puente se aquieten para ver con aguas más cristalinas y en paz el fondo de la cuestión donde podremos encontrar algunas respuestas.

Cecilia810

decano.com

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