Este episodio Suárez-Chielini iba a dejar consecuencias porque la FIFA debía expedirse. No tenía opciones: condenar o absolver.
Y cualquier decisión que tomara, sentaría precedentes. ¿Habrá sanciones por patadas, codazos, trompadas que el árbitro no ve ni sanciona y que luego toman valor cuando se muestran imágenes de TV? Todo un tema. En el caso que nos ocupa, la toma de decisión es todavía más difícil porque hasta ahora ninguna imagen muestra el mordisco. No se ve a Suárez clavándole los dientes a Chielini. Entonces, ¿con qué elemento de prueba la FIFA basó la eventual sanción al delantero uruguayo? A no ser que se hayan guardado o escondido imágenes que el público no vio. Eso también sería grave ¿Por qué las guardó?, ¿guardó otras, de otros partidos?, ¿lo hace siempre?, ¿lo seguirá haciendo? Lo que me llamó la atención es que en los cuatro partidos de ayer se repitieron todas las jugadas dudosas que hasta ahora no se repetían. Es llamativo.
Otro gran problema para la FIFA era cuál sería el castigo que le impondría a Suárez, si decidía penalizarlo. Si le daban un partido era un chiste. Porque si por morder a un rival, que es lo que la FIFA debería tener por probado, le diera un partido, suena a algo muy leve. Como mínimo tenía que darle de dos a tres partidos. Pero sucede que si extendía la eventual suspensión, todos los ojos iban a mirar al fíxture. Y Uruguay es posible rival de Brasil en cuartos.
Como se ve, la FIFA no tenía salida. Cualquier decisión que tomara la iba a dejar mal parada. Y en parte es por su forma de actuar. Hasta su reglamento le permite administrar el poder. La letra dice que “podrá”, no que “deberá”, abrir un expediente en caso como éste. Aquí lo hizo, quizá en otros no lo haga.
Por último está Suárez. Todos lo condenamos, todos creemos que mordió a Chielini. Es el asesino de la película. Pero nadie puede probarlo. La situación de juego, verlo cabecear a Chielini, los antecedentes de Suárez y las marcas en el hombro del italiano, condenan al uruguayo. Pero nadie, hasta ahora, puede probarlo. Lo vemos a menudo en la justicia ordinaria: sabemos quién robó, cómo y cuando y qué robó. Pero no hay pruebas. Queda libre de la justicia y condenado socialmente.
mundial-brasil-2014.clarin.com
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