He dejado al fin mi campamento de retiro, allá por la desembocadura del Tacuarembó en el Río Negro.
De tanto en tanto me gusta desligarme de la civilización e imaginar que estoy a la orilla del Tigris, pescando, cazando, recolectando frutos, en contacto con la naturaleza y esplendoroso verdor. Tengo un pequeño cultivo de hortalizas y hierbas aromáticas, y hasta un gallinero hecho con cañas tacuara que me hace acordar de cierta construcción de la calle Magallanes.
En tardes frías como las de hace unos días atrás, me siento frente a la hoguera y, pipa en mano, me interno en el laberinto interminable de mis memorias…
Cuando era un niño que corría por las calles y bosques de Uruk, y aun no pensaba en tronos, amores, guerras e inmortalidad, fui parte de un grupo de niños que aspirábamos participar en los campeonatos de arquería, y poder defender el glorioso escudo de Los Pescadores de Uruk en el campeonato interno que llevaba el nombre de la ciudad, y ganarlo otorgaba el derecho y el honor de competir con los mejores grupos de arqueros de la Mesopotamia entera, en la Gran Copa del Éufrates. Eran, desde luego, tiempos distintos, tan distintos como la distancia que de ellos nos separa. Ser un Pescador de Uruk era la meta de algunos niños que, habiendo destacado en las primeras clases de arquería, comenzaban a vislumbrar la posibilidad de que su destino fuera ser protagonistas de las festividades que se desarrollaban cada fin de semana. Pero, lamentablemente, con los años la cosa cambió.
Mi condición de inmortal me permitió ser testigo de la importancia que fue tomando el dinero en el desarrollo de la civilización. Antes de tener que abandonar mi ciudad, debido a que la sombra de mi inmortalidad aplastaba a sus habitantes, muchos de los mejores arqueros ya elegían ganar más monedas de oro en cualquier equipo dispuesto a pagarlas, sin importar si era el equipo al que habían soñado defender siendo niños.
Si las cosas fueran distintas, si la civilización hubiera aprendido de sus errores y ya no girase en torno del dinero, hoy en día el Bolso contaría en su plantel a jugadores como Suárez, Lodeiro, Rolín, Victorino y Coates, entre otros. ¡Y qué línea de tres tendría el Vasco!
Gilgamesh
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