Ellos creen que por una especie de mandato divino, son mejores que todos.

Hace muchos años, en un boliche nocturno y luego de una acalorada charla de fútbol, un conocido manya dio por zanjada la discusión —que mantenía con un gran amigo tricolor— con un profundo “yo soy manya y vos a mí no me ganás”. Tal vez, esta frase sea un buen ejemplo de la falta total de argumentos profundos y concretos que tienen la mayoría de los hinchas del equipo fundado en 1913, cuando intentás tener con ellos una conversación. Y lo que es peor, es una muestra de cómo viven, en una realidad paralela en dónde no existen más que ellos y su submundo de fantasías y frases hechas.

Ellos creen que por una especie de mandato divino, son mejores que todos y no existe ninguna razón, ni dato de la realidad que puedas esgrimirle, que sea entendido o, al menos, mínimamente valorado.

Ellos hacen sus cálculos, hacen sus números, y manipulan la historia a su gusto, con la anuencia y la amplificación —claro está— de la mayor parte del mediocre periodismo deportivo uruguayo. Un periodismo donde la dignidad y el profesionalismo se ejercen de la boca para afuera, salvo honrosas excepciones.

Y ojo que no estamos hablando de pasión, está claro. Estamos hablando de una negación total, de una especie de complejo de inferioridad que se hizo carne en el hincha de Penarol y que “explota” a principios de los años 60, de la mano de un grupo de dirigentes que cimentó un “mundo nuevo”, en donde su equipo era el más grande de la historia, del mundo, del universo y del más allá.

Hasta mediados de los 60 nadie en el Uruguay tenía duda alguna que Nacional era el equipo más importante y más popular (nótese que en los 60s ya había transcurrido 70 años de historia de fútbol uruguayo).

Además de esa realidad que se vivía en la calle y en todo el país, los títulos y las glorias no dejaban margen a la duda. Eso era así desde la misma fundación de Nacional, creado para competir de igual a igual con el “fútbol inglés” de un equipo que desapareció en 1915.

Fundamentales en las conquistas de la selección uruguaya de los años 1924, 1928 y 1930, la gira del 25, los campeonatos uruguayos ganados, los ídolos, etc. etc., ponían a Nacional en el sitial de cabecera. Sitial que nunca perdió, salvo para los amantes de esta realidad paralela que iba a comenzar a cimentarse.

Claro que “existía” el manya, pero por más que cualquier cuadro se cree el mejor (“El Fénix es lo más grande que hay”) todo el mundo tenía claro quien mandaba en Uruguay. No había duda alguna.

Llegaron los años 60 y comenzó “el golpe definitivo”. Fuera como fuera el CAP debía desbancar a Nacional y apoderarse del número 1 en Uruguay. Para esto no importó reciclar un viejo campeonato creado por dirigentes de Nacional (investigar porqué el Vasco da Gama es invitado a los torneos internacionales sudamericanos), tampoco les importó comprar la localía en la primera final, o comenzar a “charlar” con conspicuos periodistas deportivos para que comenzaran a escribir esta historia paralela (Franklin Morales, no te tengo el más mínimo respeto ni como periodista, ni como persona).

Todo fue “saliéndose de madre” como dicen por aquí. Se les fue la moto, la pinza, se pasaron tres pueblos, se les fue la marca y todos los sinónimos que quieran ponerle. Siguieron con los jueces, el doping, mientras seguían haciendo crecer un mito, que alcanzó su punto culminante durante la dictadura militar de los  años 70, con un “bonus track” a mediados de los 90 antes de que Casal se peleara con Damiani.

Nada de lo que dicen tiene respaldo real. Si ganar a lo manya es ganar de atrás ¿cómo es que Nacional tiene más clásicos ganados de atrás? Si el 8 contra 11 en un amistoso y jugando con 8 solamente unos pocos minutos, es una gloria única, ¿qué dejamos para ganar una final del Campeonato Uruguayo con 9 jugadores, los 90 minutos?

¿Si es el equipo más popular del Uruguay como es que no tienen el record de gente acompañándolos en el exterior como si lo tiene Nacional con 25.000 personas a Porto Alegre o como no son capaces de llenar la popular (una sola tribuna) en el partido más importante del año 2013? ¿Cómo insisten en decir que “siempre llevan más gente” cuando dentro de la paridad que hay en entradas vendidas existe ventaja para Nacional?

¿Cómo es posible que se sientan los “elegidos” de la pasión cuando no son capaces de hacer ni una movida por sus propios medios sin contar con el apoyo monetario de jugadores y/o dirigentes? ¿Cómo es posible que no exista ni una fecha en el año donde se festeje el ser hincha manya en contrapartida con la fiesta del Mayo Tricolor?

¿Cómo es posible que hablen de 20 clásicos cuando la realidad indica que solo nos llevan 9 y que Nacional estuvo más de 70 años por delante en las estadísticas?

¿Cómo es posible que esgriman (esto sí que lo hacen en voz baja, debo reconocer) que son los decanos, cuando es más que claro que el CURCC y el CAP son dos instituciones diferentes que hasta se enfrentaron oficialmente? ¿Cómo es posible que si realmente creen y tienen información veraz sobre este tema nunca pusieran un “ejercito” de abogados a contestar el documento del decanato presentado por Nacional?

¿Cómo es posible que digan que son “más grandes” cuando tenemos más títulos tanto internacionales como locales?

¿Cómo es posible que hablen de que han ganado 49 campeonatos si ni siquiera sumándose los 5 del CURCC, se llega a esa cifra?

¿Qué les pasa? ¿Necesitan asistencia psiquiátrica?

Si hasta va en su contra todo esto. ¿No se dan cuenta? Si ni siquiera han podido festejar como se merecen los 100 años, por salir a hacer una chapuza en un año que no les correspondía. 

Sería muy tonto negar al CAP como un gran equipo de fútbol, sería estúpido no reconocer algunas páginas de gloria, y sería más tonto aún no reconocer la genuina pasión que muchos hinchas le profesan a ese equipo. Tengo algunos amigos que son buenos hinchas del CAP y si bien siempre estamos “discutiendo” alguna cosa u otra, reconozco en ellos la pasión propia de un hincha de bien y eso es de respetar, pero eso no quita que la filosofía institucional, esté basada, ya desde hace muchos años, en el “maquiavélico” plan de decirse más grandes que nadie, porque ¡sí!

Siempre hay algo, siempre una mancha, siempre una mentira o una verdad a medias. Siempre una frase hecha dilapida la discusión de boliche sin un atisbo de respaldo.

Hoy —al pasar— veo que los mismos jugadores se pusieron una camiseta que reza “49”. ¿49 que manya? ¿49 qué?

Por favor, no nos lo pongas tan fácil. No dejes tan en evidencia tu falta de educación y de respeto por los demás. No nos pongas tu solito en el pedestal del fútbol uruguayo.

Nosotros ya estamos ahí, por nuestros logros deportivos y por nuestra historia. No necesitamos que al influjo de tus mentiras quedes relegado a una posición de segundón.

Si de repente un día todo esto cambia. Si de repente un día optas por reconocer la verdadera historia del fútbol uruguayo. De repente ahí, habría una rivalidad de igual a igual y veríamos peligrar nuestro liderazgo en todos los aspectos que conciernen al mundo del fútbol. Mientras tanto, ahí quedarás, en tu mundo, en tu fantasía de frases hechas y en tu histórico lugar de segundo equipo del Uruguay.

No puedo respetarte manya. Y mirá que me encantaría, porque esto es fútbol, ni más ni menos, pero no puedo. Es imposible sentirte respeto. Lo lamento.

Samuel D. Ferrand Vignale

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