La noche del 5 de marzo de 1918 Abdón Porte luego de salir de la sede del Club, tomó en la esquina de 18 de Julio y Convención el tranvía que lo conduciría por última vez al Gran Parque Central.

  En uno de sus bolsillos llevaba una nota dirigida al presidente de la Institución, la cual fue repasando mentalmente, una y otra vez durante ese trayecto sin retorno, como queriendo dejar fijo en su pensamiento su ideal plasmado en papel y tinta azul.

    En el otro bolsillo de su saco, llevaba el arma con el que ejecutaría el trágico vaticinio que tiempo atrás había comentado con compañeros y familiares: el día en que su juego comenzara a decaer y no pudiera defender al Club de la manera en que su corazón lo imponía se iba a pegar un tiro en el Gran Parque Central, escenario de tantas batallas en las que supo demostrar su bravura.

    Abdón había llegado al Club en el año 1911, quizás en el momento más crítico de nuestra centenaria historia.

    En 1899, con su fundación, Nacional proclamó la independencia del fútbol uruguayo y en 1911 con la presidencia de José María Delgado, Nacional democratizó este deporte, para convertirlo en patrimonio de todos los nacidos bajo este cielo sin distinción alguna.

    Pero esto a costo de una lucha interna que puso en riesgo la continuidad institucional del Club, y de la cual se supo salir, sosteniéndose en pie ante la adversidad y manteniendo en alto la bandera de la dignidad.

    Superada la crisis, con Abdón Porte como «centro half» Nacional obtiene el campeonato uruguayo de 1912 y años más tarde consigue en propiedad la Copa Uruguaya -en disputa desde 1900-, al coronarse campeón en los años 1915, 1916 y 1917.

Junto a Nacional, Abdón Porte -quién desbordó su vida con el amor de la gloria y su muerte con la gloria del amor- fue campeón también de la Copa Competencia de 1912, 1913, 1914 y 1915, las Competencia Rioplatense de 1913 y 1914, el quinquenio de la Copa de Honor de 1913 a 1917, las Copa de Honor Rioplatense de 1915, 1916 y 1917 y de la primer Copa del Río de la Plata de 1916.

    Abdón fue un gladiador en el centro de la línea media: «Nacional era su ideal, lo amaba como el creyente a su fé, como el soldado a su bandera. Para él fue su último pensamiento, como su primer energía. Por su enseña todo era capaz de dar, ninguno por defenderla se expuso a más peligros», expresó en su funeral su compañero de equipo Ramón Pesquera.

    La noche del 5 de marzo de 1918 Abdón Porte llegó al Gran Parque Central, caminó lentamente por el verde césped hasta llegar al medio de la cancha en donde se acostó sobre la hierba húmeda.

Respiró hondamente como queriendo impregnarse del aire perfumado por tanta gloria del histórico escenario.

    Cerró los ojos para retener en sus pupilas la imagen traída por su mente de pañuelos blancos agitados al viento en señal de victoria.

Recordó las voces que en vuelo de paloma enviaban los hinchas desde las tribunas en incondicional apoyo, y decidió entonces que ese era el momento.

    Luego de asegurarse que su bolsillo contenía la nota en que pedía ser enterrado junto a los hermanos Carlos y Bolívar Céspedes, tomó el revólver y apuntó en un primer momento hacia su cabeza, pero como no se encontraba allí el dolor que lo atormentaba, recostó su cuerpo sobre su costado izquierdo y apuntó al sitio en que el latir de su corazón rompía el silencio de la noche.

    La noche del 5 de marzo de 1918 mientras su sangre regaba el piso del Gran Parque Central, su último aliento de vida nos devolvió a Abdón en esencia y espíritu, con las últimas dos palabras que dejó escritas en su nota póstuma y que quedaron guardadas en su último pensamiento:

    …Para acompañar con ellas al club a través del tiempo, siendo bálsamo para cicatrizar heridas y manantial inagotable para acrecentar su gloria.

    …Para acompañar con ellas a cada jugador al momento de poner sobre su pecho la blusa alba con la escarapela de la patria pegada al corazón.

    …Para acompañar con ellas la parcialidad siempre fiel en la victoria como en la derrota, haciendo de Nacional el sentimiento más popular del Uruguay.

    Las últimas dos palabras que guardó Abdón en su mente y que son las que nos hermana en un mismo sentimiento a través del tiempo:

    

¡VIVA NACIONAL!

Norberto Garrone

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