Es cuestión de tener modales, según Leandro Otormín.
“Cuando estoy en mi casa, soy yo, puedo hacer lo que quiera. En la casa de un amigo, ya no soy yo y me comporto de otra forma”, ha declarado a FIFA.com el delantero, una de las figuras de Uruguay en la aplastante goleada que el conjunto sudamericano ha propinado a Nueva Zelanda este jueves.
Se trata de la analogía que buscó la gran promesa del Nacional de Montevideo para explicar el bajón de forma que experimentaba cada vez que se enfundaba la camiseta celeste. “A mí me pasaba eso cuando iba a la selección. Me sentía un poco más presionado, siempre observado, siempre puesto a prueba”, admite.
En el primer partido de Uruguay en la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA Emiratos Árabes Unidos 2013, el muchacho ha demostrado que también se encuentra a gusto fuera de su casa (es decir, fuera de su club), hasta el punto de que ha visto puerta en dos ocasiones y ha participado en las jugadas de otro par de goles.
Cuestión de personalidad
El cuerpo técnico de Nueva Zelanda estará preguntándose en estos momentos de dónde habrá salido el tal Otormín. Al fin y al cabo, ni siquiera participó en el Campeonato Sudamericano de la categoría. En abril, el jugador no consiguió entrar en la lista definitiva del seleccionador Fabián Coito, ni siquiera como suplente y, seis meses después, se dedica a desarbolar defensas en el estadio Emiratos de Ras Al Khaimah.
“La verdad es que en aquellos momentos no estaba bien, no era capaz de jugar en una competición internacional. Desde entonces, he mejorado algunos aspectos que me faltaba perfeccionar, y por eso me encuentro aquí, y además como titular”, revela.
El joven y prometedor atacante consultó a un psicólogo para investigar las dos personalidades que dice presentar: la del Otormín casero y la del Otormín visitante. “Me puse a trabajar en ello porque sentía que podría estar en el Campeonato Sudamericano y no sabía por qué”, explica. “Me ayudó bastante en mi forma de ser fuera de los terrenos de juego”.
Un astro en el campo
Parece que funcionó, y ahora le ha llegado la hora de hacer terapia con el balón, como quiere todo futbolista. Contra Nueva Zelanda, jugó principalmente escorado a la derecha en una línea de ataque muy poderosa, al lado de Kevin Méndez, por la izquierda, y Marcio Benítez y Franco Acosta, más en el centro. Pero los cuatro integrantes de la delantera se movieron por todas partes, para desgracia de los defensas neozelandeses que tuvieron que vérselas con el dorsal número 17 de Uruguay.
Otormín demostró su gran polivalencia y versatilidad, su capacidad para situarse en cualquier posición del tercio de ataque, para imponerse a los defensores por su técnica con el balón, por sus cambios de ritmo y por su sangre fría. El joven lo explica claramente: “Como se ha visto, puedo colocarme en la derecha, con la pierna buena, y también en la izquierda, a pie cambiado; no tengo problemas. Incluso puedo hacer de 9”, comenta refiriéndose a la posición de delantero centro que ocupa en su club. “Se trata de tener velocidad, jugar con el balón pegado a los pies e intentar marcar”.
Lo intentó y lo logró. “Me di cuenta de que no tenía que demostrar nada más a nadie, que debía jugar como sabía”, afirma. Exactamente como siempre ha hecho con Nacional. Y ahora con la Celeste.
Fifa.com
Título original: “Otormín y la terapia celeste”
Negritas: decano.com
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