Un 12 de octubre de 1926 daría comienzo en Santiago de Chile -en los Campos de Sports de Ñuñoa- la décima edición del Campeonato Sudamericano que conquistara Uruguay, con una absoluta mayoría de futbo
Ocho puntos conquistados en cuatro partidos ganados, diecisiete goles a favor -de los cuales catorce provinieron de «botines tricolores»– y dos en contra son los números de la campaña que llevó a Uruguay a reconquistar la Copa América, tras no haber participado en la edición de 1925 en Argentina.
El 9 de octubre de 1925, el Ing. José Serrato comunicaría su fallo a los representantes de las entidades que mantenían dividido al fútbol uruguayo: la Asociación y la Federación Uruguaya de Football. Este documento, conocido como «el Laudo Serrato» decía en su Art. 9 que «desde la fecha no podrá realizarse ningún partido internacional ni oficial ni amistoso salvo los que el Consejo Provisorio autorice».
El Consejo Provisorio surge como sugerencia de Serrato y estaba integrado por los delegados de cada entidad que fueron nombrados para asesorar al Ing. Serrato. Considerando el poco tiempo existente entre la promulgación del Laudo y el comienzo del Sudamericano -fijado para diciembre-, se desprende que era imposible en ese período abocarse a la reconstitución de la Casa Madre del fútbol y a la conformación de un combinado. Primó la cordura, y Uruguay, por primera vez en su historia, no participó de una contienda internacional a la que había sido invitado.
Los celestes retornan a Chile, seis años después de haber obtenido, en ese mismo país. su tercer título Sudamericano. Argentina, Bolivia, Paraguay y los locales habrían de completar los cupos. Como aconteciera anteriormente en 1922, 1923 y 1924, los jugadores de Peñarol no integraron la delegación. En esta oportunidad, la ausencia se debió a la enemistad que tenían las autoridades del club aurinegro hacia la Asociación de Football Argentino, a la cual no consideraban representativa de aquel país.
Nuevamente es Nacional el equipo del que se nutre el combinado celeste. Una vez más, el club oriental por definición habría de aportar la mayor cantidad de futbolistas a su selección. Nunca mejor aplicado el pronombre. (del libro «Nacional es Uruguay» de Ernesto Flores)
Nacional aportó a Andrés Mazali, Emilio Recoba, José Vanzzino, Santos Urdinarán, Héctor Castro, Héctor Scarone y Andrés Romano.
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