La mirada de un hincha sobre la situación del Decano en el tramo final de este semestre deportivo.

Si usted, estimada lectora, es del sexo femenino, siéntase libre de cambiar el género de los protagonistas de la historia, para el caso es lo mismo.

Te organizaste con tus amigos y te vas de gira un fin de semana a Buenos Aires, esperás ansioso a que llegue el viernes y arrancás.

Llegás, vas al hotel, te acomodás y empieza el fin de semana que tanto estabas esperando.

De noche, salen de rotación hasta que en un momento determinado llegan a un boliche, precioso boliche, lleno de gente. Entrás, levantás la vista y ves a una señorita, una que es tan linda que en la mayoría de los casos no te animarías ni a pasarle por al lado. Pero, no me preguntes por qué, vas y le tirás un chiste, la hacés reír. Y como ves que la hacés reír, y vos no sos ningún cobarde, te quedás. Te quedás y la hacés reír de nuevo, y como la hacés reír de nuevo y escuchás que está sonando una canción divertida, tirás un paso y ella te acompaña. Seguís conversando y te vas a bailar al medio de la pista, cuando estas bailando y divirtiéndote en el medio de la pista con esa mujer que no podés creer, levantás la vista y ves que tus amigos desde la barra te miran y te hacen gestos de admiración al estilo de “mirá la mina que te levantaste, papá”. Vos haces un gesto sin que ella se dé cuenta, la agarrás de la mano y le das una vueltita y la abrazás, ella, mientras vos la abrazás, te abraza y se ríe. 

Cuando querés acordar son como las 6 de la mañana, y ahí te la jugás. Te salió todo bien esta noche, por lo tanto te tenés fe y vas pa’ delante: la invitás a desayunar. Ella te dice “perfecto, vamos a desayunar a casa”, y vos ya querés salir a festejar como si hubieses metido un gol en un clásico, “esperame que le voy a avisar a las chicas que me voy, voy a buscar la campera y nos vamos”. Te quedás en el medio de la pista y aparece un amigo tuyo que está bastante copeteado y te da un abrazo, los demás te abrazan desde la barra, y vos estás feliz, no lo podés creer.

Cuando levantás la vista, la ves venir con una campera de cuero negra en la mano, ya te aprontás para irte con ella y te mira y te dice “¿sabés qué? Me encontré con mi exnovio cuando fui a buscar la campera y al final me voy con él, perdoná”. Y se va.

Me voy con él

Te quedás petrificado, empezás a pensar qué hubiese pasado si la acompañabas a buscar la campera, qué hubiese pasado si le dabas tu campera, qué hubiese pasado si… Pero no pasó, se fue con él. Se fue con el exnovio que no hizo nada para llevársela, la miró desde la otra punta del boliche toda la noche y no hizo nada. No tiene nada mejor que vos, vos fuiste el que la remaste toda la noche, el que dio lo mejor de sí, vos fuiste el que merecías todo lo que te estaba pasando, pero se va con él. Se fue con él.

Y te quedas ahí, solo, vos la hiciste reír, la divertiste, y ella se fue a buscar la campera, se encontró con el ex y se fue con él. Vos volvés al hotel a desayunar con tus amigos en un hotel dos estrellas cerca del Obelisco, y no lo podés creer.

Se termina el fin de semana y volvés a Montevideo. No te para de dar vueltas en la cabeza lo que paso. La campera esa, y el ex. ¿Cómo no le di mi campera? ¿Cómo no la acompañe a buscar la campera? Si la acompañaba, el ex no la iba a abordar, seguro, y se iba conmigo. Pero ya pasó, ya se fue con el ex. Ya está.

Llega el fin de semana montevideano y vas al mismo boliche que vas todos los fines de semana, y ahí está esa compañerita de facultad con la que tenés onda, pero ya esta todo conversado con ella. La verdad, ya bailaste cien veces con ella, y ya te la levantaste. La verdad es esa, ya te la levantaste muchas veces. Y es linda, sí, es linda. Pero vos no te podés olvidar de lo de la porteña, la campera y el exnovio.

Y la miras, te mira, se miran. Vos te vas a la barra y te pedís un whisky y decis “yo no voy a mover un pelo, no tengo ganas, si quiere venir a hablar conmigo, que venga ella”.

Eso es lo que le pasa hoy al plantel de Nacional, bailó con la mas linda, la tocó, la acarició, la remó, la mereció, y se la llevó otro. Otro que no tiene nada mejor que nosotros, pero se la llevó. Ella fue a buscar la campera, se encontró con el ex y se fue con él. Y lo de siempre no los motiva, no se pueden sacar de la cabeza la Copa Bridgestone Libertadores de América.

Por eso, en momentos en que la “prensa especializada” juega al Gran Hermano con el cuerpo técnico y los jugadores, y nomina a los que se van y habla de los que vienen. Nosotros, los hinchas, que alguna vez tuvimos una ex o un ex que nos cagó la vida, tenemos que bancarlos. Después se verá, pero hoy, banquémoslos, entendamos que tuvieron un desengaño amoroso y que el tiempo cura todo, pero recién pasaron dos semanas, no es suficiente.

-Álvarez.

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