En la vecina orilla se aproxima otro clásico entre Boca Juniors y River Plate. Esta edición contará con una particularidad para los hinchas de Nacional.

Este domingo, a partir de las 17:15 de Argentina (18:15 UY), River Plate recibirá a Boca Juniors en el Monumental.

Marcelo Gallardo, jugador que despidió su carrera como futbolista en el Club Nacional de Football siendo campeón uruguayo (2010/2011) para debutar como director técnico en ese mismo club levantando la copa (2011/2012), dirigirá a River.

Rodolfo Arruabarrena es jugador surgido de Boca Juniors que levantó con ese club la Copa Libertadores en el año 2000 y cerró su etapa de futbolista en Chile en 2011 para empezar como entrenador en Tigre (Argentina). Luego de esa temporada, llegó al Club Nacional de Football para remplazar al destituído «Chavo» Díaz. En total el Nacional del «Vasco» acumuló 16 victorias, 2 empates y 9 derrotas.

«Si nos quieren ganar, van a tener que golpearnos muchas veces, porque este equipo se levanta», afirmó el «Muñeco». «Si ganás, no sos Gardel ni nada. Y si perdés, hay que levantarse», dijo por su parte el «Vasco»

«Los clásicos son partidos especiales» es una frase repetida mil veces en el ambiente del fútbol. La realidad marca que River llega mejor que Boca, pero no con una diferencia abismal. Los Millonarios han mostrado un mejor funcionamiento que los bosteros, que aún buscan la fórmula del equipo. Pero por otro lado, Gallardo cuenta con un plantel más corto que Arruabarrena, con menos recambio y por lo tanto más fatigado por la triple competencia.

Desde que Arruabarrena tomó la posta de la dirección técnica de Boca, cosechó tres victorias, un empate y una derrota (Racing). El «Vasco» llegó al club bostero para remplazar a Carlos Bianchi luego de un desastroso comienzo de temporada.

Gallardo, por su parte, aún no sabe lo que es perder. El técnico de River Plate logró con su equipo seis victorias y tres derrotas, números que lo mantienen hoy en día en solitario en la punta del Torneo Argentino.

En la Copa Argentina solo siguen los Millonarios, que habiendo dejado a Ferro y Colón por el camino, ahora esperan por el cruce ante Rosario Central en instancias de cuartos de final. Boca por su parte cayó ante Huracán en su primera presentación en dieciseisavos de final y fue eliminado.

Ambos equipos para el domingo ya están confirmados: River Plate irá con Marcelo Barovero; Mercado, Maidana, Funes Mori, Vangioni; Sánchez, Ariel Rojas; Pisculichi; Mora y Gutiérrez. Por su parte, Arruabarrena dispuso a Orion; Marín, Echeverría, Magallán, Colazo; Meli, Cristian Erbes, Gago; Carrizo, Calleri y Chávez.

Este será el 202° partido que disputarán los clubes más grandes de la República Argentina. En total los bosteros ganaron 73, mientras que los millonarios hicieron lo propio en 67 ocasiones.

Martín Madruga
decano.com


Nota relacionada: «El Muñeco contra el Vasco»

Marcelo Gallardo y Rodolfo Arruabarrena, cuyos últimos trabajos previos a dirigir a River y Boca respectivamente fueron en el Decano, juegan el clásico de Argentina el próximo domingo.

El Muñeco y el Vasco fueron compañeros de estudio en la Escuela de Técnicos Vicente López; sus profesores cuentan qué tipos de alumnos eran.

El aula es pequeña, aunque cuenta con lo suficiente. Un pizarrón a tiza, con cinco anotaciones que marcan el eje de la clase: tenencia de balón, recuperación, transición, pelota parada y definición. Una cancha de fútbol magnética, con 22 fichas, azules y rojas, que simulan dos esquemas tácticos: más precisamente, el de River y el de Boca. También hay varios trofeos de torneos amateurs, algunos armarios típicos de vestuarios, un escritorio y varias sillas, que lucen repletas. Sebastián Domínguez, el central de Vélez, escribe en su pequeño anotador sin levantar la vista. Algunos lugares más adelante, un comisario emula la acción sobre las hojas de su cuadernos espiralado. Un banco a la derecha, es un futuro periodista deportivo el que sigue atento las explicaciones del profesor Jorge Castello, titular de la cátedra entrenamiento y preparación física. Estamos en la escuela de Técnicos de Vicente López, formalmente conocida como «N° 62 José Urben Farías», en uno de los predios deportivos de la municipalidad local, en Olivos. Aquí, unas docenas de alumnos, motivados por diversos sueños y con historias de vida bien disímiles, persiguen un objetivo común: el título de director técnico nacional.

En este mismo instituto privado, pero cuando la sede aún estaba en el club Platense, el entrenador de River, Marcelo Gallardo, y el de Boca, Rodolfo Arruabarrena, que el domingo enfrentarán a sus ideas futbolísticas en una nueva edición del superclásico argentino, en el Monumental, cursaron juntos la carrera. En 2010, después dos años de cursada, y con 16 materias aprobadas, el Muñeco, que estaba haciendo sus últimas armas como profesional en Nacional de Uruguay, y el Vasco, que hacía lo propio en Universidad Católica de Chile, recibieron sus diplomas al igual que compañeros de la talla de Gustavo Campagnolo, Paulo Ferrari, Martín Galmarini, Aníbal Matellán y Pablo Rodríguez, actual ayudante de campo en River.

Pero más allá de los futbolistas o «famosos», como suelen llamarlos en la escuela, fanáticos del fútbol oriundos de otras ramas ajenas al deporte también son una parte fundamental de las cursadas. «Nosotros tenemos contadores, un comisario que le gusta el fútbol, profesores de educación física, médicos, abogados. El futbolista le aporta a esa gente la vivencia que adquirió en tantos años de carrera. Y esa gente, por lo general, tienen mayor estudio. Entonces se ayudan mutuamente», cuenta Luis Lescurieux, cofundador y actual director del instituto, en diálogo con canchallena.com, a pocos metros de la cancha de papi fútbol en la que los alumnos ensayan la parte práctica de la carrera.

La cuota de la escuela es de $900 por mes

«Toda la cursada es teórico-práctica. Teóricos somos todos, porque uno puede saber mucho de fútbol. Pero después, ¿cómo lo transmitís?. Ese es el éxito o el fracaso del entrenador. Primero, saberles llegar a los jugadores. Poder transmitirles la idea. Convencerlos de que crean en uno. Otra cosa son las pautas de convivencia. Qué pactas, cómo convivir, cómo nos vamos a manejar todos. Después, cómo entrenamos. Y, por último, cómo jugamos. Todo eso es difícil, pero no imposible. Muchos me dicen «los ex futbolistas tienen ventaja». Por supuesto. Porque cuando dejan la carrera tienen, al menos, 25 años de fútbol», agrega Lescurieux, de 67 años, pero con la entereza física de un hombre de, al menos, dos décadas menos.

Que dos de sus alumnos hayan llegado a los clubes más grandes de la Argentina es un «orgullo» para este entrenador, que ya se retiró de la actividad, pero que no puede dejar de recordar el récord de 50 partidos invictos que logró como ayudante de campo en Midland, entre 1987 y 1988, en lo que es, según sus palabras, «la segunda mejor marca de la historia». «Ellos tienen una idea europea. Conocen lo de allá, aunque también lo nuestro. Por eso, en sus equipos, hacen un mix, juegan todos los partidos como si fueran finales, con el cuchillo entre los dientes, sin descuidar la técnica», analiza.

La pregunta no tarda en llegar: ¿cómo eran Gallardo y Arruabarrena como alumnos? «El Vasco abría la escuela. Había que llegar a las 19.30 y llegaba a las 19», asegura el director de la escuela. «Muy cumplidor y responsable. Siempre estaba bien predispuesto para la parte práctica, que no es muy común. Llegó a vestirse de ayudante para participar», añade Castello, de 63 años, que fue compañero de Ramón Díaz en el curso allá por 1994. «Marcelo era más callado, pero cuando hablaba era muy claro», opina Lescurieux. «Diferente al Vasco. Más pensante, más tranquilo, más callado, más introvertido», sostiene el profesor, que también, en una charla con canchallena.com, se sinceriza: «A Gallardo no se le veía un perfil como para ponerse delante de un grupo y hablar. Lo ayudó mucho agarrar rápido en Nacional, como para empezar a soltarse». ¿Y en las clases? «Eran muy respetuosos entre ellos. Exponían sin esa rivalidad de River-Boca, sino desde el fútbol, desde su concepción», coinciden ambos.

Haber pasado por las aulas de la escuela de Técnicos de Vicente López les dejó mucho más que un título a los entrenadores de River y Boca. Más allá de la visión que cada uno tiene del fútbol y de la experiencia que acumularon en varios años de carrera, Lescurieux está convencido de que puede ver en ellos características propias de la enseñanza que adquirieron en el instituto. «Nosotros enseñamos a enseñar, no a jugar. Ellos hacen planificación, atienden los aspectos psicológicos. Fijate que River llevó una psicóloga y, después, el Vasco hizo lo mismo. Trabajan en lo mental, y nosotros siempre le hacemos hincapié en que todo empieza en la cabeza. Alguien que no sabía nada dijo «pienso, luego existo». Si vos tenés un pensamiento, es más fácil», ejemplifica.

Por estas pequeñas aulas pasaron miles de alumnos. Por estos pasillos caminaron cientos de glorias. Pero la carrera de entrenador no es para cualquiera. Son pocos los que triunfan y dejan marcado su nombre a fuego en los bancos de los equipos. Y esa luz especial empieza a brillar en los años de formación. Se deja ver, no se oculta. «Gallardo y Arruabarrena tenían conceptos muy claros. Estaban muy seguros de lo que pensaban. La única duda era saber si podían llevar eso a la práctica, y lo están haciendo», cierra el director. Palabra autorizada.

Luis Lescurieux: «River tiene un volumen de juego muy bueno, con una gran dinámica. Además, presiona mucho cuando pierde el balón. Son los entrenadores de los equipos más grandes que fueron figuras en sus equipos. El Vasco con más garra, pero no por eso menos talentoso. Y Gallardo fue un talento, un jugador con una habilidad impresionante. Cada uno conoce la idiosincrasia de sus clubes. Marcelo le volvió a dar a River esa alegría de jugar bien. Y el Vasco, sin regalar nada, lo está armando. Uno arma el equipo de arriba hacia atrás y otro de atrás hacia adelante. Es real que los dos hacen presión, pero hay que ver en qué parte de la cancha».

Jorge Castello: «Boca va a tener más espacio ¿Por qué? Porque River presiona muy arriba y la contra, lógicamente, le va a dar más campo de juego. Pero por esa misma razón, van a ser los millonarios los que tengan más situaciones en el arco rival. Los dos equipos miran más el arco rival que el propio, pero igual atacan de maneras muy diferentes. Mientras el equipo de Arruabarrena tiene una idea de llegar más rápido al arco contrario y tira muchos centros cruzados, al de Gallardo le gusta más llegar al área por abajo».

lanacion.com.ar

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