26 de marzo de 2025

El puntero tricolor, con una sabiduría impropia para su edad, dejó mensajes para atesorar, rememorando su camino antes de llegar al club.

No ha llovido mucho, pero sí que han pasado cosas para Lucas Villalba desde que llegó a Nacional en enero. Demasiadas, quizás. Desde una convocatoria in extremis al clásico, llegar al gol esa misma noche, pasando por ser la gran sorpresa del equipo dirigido por Martín Lasarte, hasta no integrar el once en las últimas dos fechas por el Campeonato Uruguayo.

Aunque, si se lo preguntas a él —como veremos—, sabremos que esto no es casi nada para este puntero de veintitrés años, que sigue con una sonrisa de oreja a oreja y una ilusión bárbara en cada entrenamiento en Los Céspedes.

Acerca de cómo se dió su llegada al club, el entonces jugador del City Torque rememoró aquel momento en una entrevista para Ovación: ‘’Estaba tranquilo en casa, jugando al play cuando me llamaron. Se cierra todo el viernes antes del amistoso (clásico) ya la noche me dicen que soy jugador de Nacional. Ese día entreno en MC Torque y me despido de mis compañeros. El domingo vengo a Los Céspedes y no hago nada’’.

Y entonces, lo que afirmó que ‘’fue una locura’’: el hecho de tener que integrar de imprevisto el plantel en el clásico y llegar a convertir en el mismo, relatando que ‘’el lunes a eso de las 11:00 me llaman porque un compañero tenía un problema familiar (Rómulo Otero), que me tocaba estar. No había ni entrenado, no conocía a nadie prácticamente, solo a Catarozzi y Brunito (Arady) de afuera del fútbol. Y al otro día me pasa a buscar Eguren por casa’’. Ya en partido, con la idea de que ‘’me iba a sentar en el banco a mirar’’ y que, de pronto, ‘’en el entretiempo el Coco (Conde) me llama, y a jugar’’.

Consultado por cómo fueron los días posteriores, con la efervescencia de la gente y la circulación del nombre Villalba en redes, manifestó que ‘’en el momento me explotó el celular, y ahora se siente el cariño’’, pero ‘’en cuanto a lo de ser yo, no creo que vaya a cambiar nunca, siempre me voy a manejar de la misma manera. Lo trabajo con mi psicólogo deportivo’’.

Tras aquel pico, le tocó salir del once en las últimas dos fechas y no ingresar en el partido contra Racing, algo al que el jugador aludió a que ‘’es un plantel muy competitivo, en el que todos están para jugar, es algo normal. Me lo tomo como algo para seguir mejorando y creciendo’’, y no quiso olvidarse de donde viene, cuando hasta hace tres años jugaba en la Primera División Amateur con Tacuarembó: ‘’Soy mucho de mirar para atrás y de ver lo que conseguí. Para mí es un montón pasar de la C a hoy en día estar jugando en el más grande de Uruguay. A veces miro para atrás, me hago acuerdo de lo que pasé y viví, eso me da fuerza también para seguir motivado, logrando las cosas que quiero lograr, mis sueños, mis expectativas’’.

No ocultó los entretelones que tuvo que vivir para llegar a este momento de plenitud a sus aún muy jóvenes 23 años: ’Lo sufrí, sobre todo estando en Tacuarembó pensé en querer dejar y darme por vencido en ese sentido. Pero lo que le diría a alguien que está pasando por una situación similar es que se apoye la gente que uno quiere, fue lo que me dio fuerza. Y que no dejen el sueño que tienen, que a veces los sueños se cumplen. Hay que seguir luchando por lo que uno quiere’’, y que el pequeño Lucas, que aún no se ha convertido en profesional y sigue jugando al fútbol como un juego ‘’haga lo mismo que hizo, que fue lo que dio frutos. Que todo salió bien’’.

En esta línea, confesó que ‘’siempre fui de guardarme estas cosas (con sus padres), pero sí me apoyé en compañeros, sobre todo en un compañero, Edison Torres, el Paragua, que jugó conmigo en Tacuarembó. Nos juntábamos en su casa y cada uno contaba lo que le pasaba, eso me ayudó mucho. A veces es difícil hablar, pero ayuda mucho’’.

’Creo que lo vive de la misma manera, pensar ‘mirá, estabas en un lugar y ahora por la rebeldía, por las circunstancias, se te dio’’’, en relación al sentimiento de orgullo de su madre, la cual ‘’no lo podía creer (su llegada a Nacional); dentro de todo vivimos cerca, pero vino corriendo a mi casa a tratar de darme un abrazo de lo feliz que estaba’’.

Al respecto de su incorporación a Tacuarembó en 2022, con edad juvenil, revivió aquella decisión: ‘’En ese momento estaba con otro representante (antes de unirse a la ex agencia del vicepresidente, Flavio Perchman) y me acercó la posibilidad. Más o menos me dijo ‘si la querés, andá y si no, manejate’. Y yo lo único que quería era un cuadro para poder demostrar y para poder jugar. Podía ser Tacuarembó como otro más lejos, igual me iba a ir a donde sea para poder jugar’’. No había, según él, ninguna otra vía que dedicarse a este deporte: ‘’De chiquitito pensaba en jugar al fútbol o jugar al fútbol’’.

Ya un poco más relajados, reveló con quienes ha hecho más migas dentro del plantel: ’Concentro con Brunito Arady, con Renzo (Sánchez)… Me encontré con un grupo humano que me trataron muy bien, desde el día uno’’, y aclaró que ya hay compañeros señalando la velocidad del Batipibe: ‘’Sí, me lo han dicho, sobre todo los que no me conocían. Es algo bueno porque tratan de ayudarme en eso, de tirarme la pelota larga y eso hace que juegue mejor’’.

Cuestionado sobre qué no sabe la gente sobre Lucas Villalba, indicó que ‘’canto mucho. Mal, horrible, pero lo hago en casa. También escucho mucha música, mis vecinos me deben odiar. por poner todo el día’’, y que en la concentración ‘’pongo música sí y canto un poco, los últimos a los que están al lado, pero le meto un poco sí’’.

En cuanto a si ha recibido indicaciones para aprovechar más y mejor su estilo de juego como wing, afirmó positivamente: ‘’Tanto Martín (Lasarte) como el Coco y Mauri (Victorino) me han ayudado mucho en eso. Después mis compañeros me ayudan a saber el momento exacto para picar, dónde tener que estar parado, eso está bueno. Obviamente con los monstruos que hay aquí uno va aprendiendo día a día y está buenísimo’’.

’No sé si es tan parecido, ja’’, en referencia a la similitud que había hallado Perchman con Antonio Alzamendi, ex jugador que vistió la camiseta de Nacional en 1983.

Pensando en el devenir inmediato para el equipo y, como no podía ser de otra forma, en la fase de grupos de la Copa Libertadores, no le escapó al reto: ‘’Lo tomé como un desafío, siento que tenemos un buen plantel, creo y tengo la esperanza de pasar. Va estar lindo’’, y advirtió: ‘’El Inter (de Porto Alegre) creo que es el más difícil’’.

Cerró nuevamente deteniéndose en el pasado antes de llegar al club, dejando un mensaje muy lindo a todos los niveles: ‘’Me ha pasado de chocarme mucho contra la pared. Sobre todo antes de irme a Tacuarembó, que no estaba jugando en Boston River, pero estaba en Primera, y no lo aproveché. Ahí la vida me dio una enseñanza muy grande que fue pasar de estar en la A con contrato, a quedar libre. En Tacuarembó hice el clic de mentalidad. Eso me ayudó a llegar a estar en donde estoy. Haber vivido todo lo que viví me hizo madurar’’.

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