Lucho, ¿cómo estás? espero que bien. Te cuento que me puse a mirar tu historia, tu carrera, tu trayectoria.

Me encontré con un joven que se vino de Salto a la capital en busca del sueño de ser jugador de fútbol. Ese anhelo se transformó en la posibilidad de crecer en el cuadro del que era hincha de toda la vida. Lo que son las cosas del fútbol, ¿no?

Comienza tu historia en Nacional con los goles en todas las divisiones formativas del club. Debutás con el primer equipo en un amistoso y hacés un gol. Empezaba el romance, Lucho. Luego, te toca irte a Europa, no sin antes salir Campeón Uruguayo y hacer un gol clásico. Viajás atrás de tu amor, dejando mucho amor por acá también.

Holanda, ídolo por allá. Luego Inglaterra, donde también fuiste amado. España y lo ganaste todo. En la selección nadie hizo besar a la pelota con la red más veces que vos, y en ese sentido todavía hay tela para cortar. Pero sigo mirando y me encuentro con que te falta algo, tenés un cierre pendiente.

Nadie quiere terminar una buena historia, pero hasta las más maravillosas tienen un final. Te propongo uno. Se me ocurrió un cierre ideal para tu increíble historia: Vení a ser feliz, a ganarlo todo con tu club, en tu casa, con tu familia en las tribunas y tu gente acompañándote en todo momento.

Hacé feliz a tu gente, a tu pueblo, a tu institución. Yo sé que te gusta disfrutar cuando entrás a la cancha a hacer goles. Tu estadio y las redes de sus arcos te esperan.

Preparate para el mundial de la mejor manera, cerca de los tuyos. Volvé que te estamos esperando ¡y seamos felices juntos!

Vos y Nacional; Nacional y vos.

Martín

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