A las diez de la mañana de pie y cantando el himno en la platea voy transitando por el sentimiento de lo que nos queda.
Y nos queda éste último partido de remiendo para el corazón, noventa minutos y entonces…
Nos queda la esperanza de que la temporada que viene sea la que remiende los desgarros de ésta.
Nos queda la Banda siempre, y al firme, como ahora la veo allá enfrente y entonces me doy cuenta que extraño que esté más cerca de mí.
Nos quedan las banderas desplegadas al viento del otoño que volverán cuando el invierno esté amainando.
Nos queda la Delgado, la Abdón, la Scarone y la García, el codo y don Gardel sonriente, los proyectos, la alegría de saber que ya empezó la cuenta regresiva para volver a casa.
Nos quedan los ciento quince años de la reconfirmación de la utopía de aquellos jóvenes en un mayo tan lejano pero tan cercanamente nuestro.
Nos quedan Carlos, Amílcar y Bolívar todos los días cuando amanece allá en Los Céspedes.
Nos queda la cantera, acá y ahora, que frente a mi vista me sacude del frío mañanero para decirme que se queda conmigo.
Nos queda la calle ocho de octubre y el cristal que alberga la historia merecida.
Nos quedan las camisetas en las manos altas, bien altas y agitadas en molinetes de rebeldía.
Nos queda la honestidad de aquellos que por el bien de Nacional corrigen sobre sus pasos para desandar un camino equivocado y arrancarlo de nuevo.
Nos queda casi todo y lo que perdimos hay que encontrarlo de nuevo en el camino que nos queda por andar.
Nos queda sin embargo lo más importante de todo, el rojo azul y blanco en tu pecho y en el mío, eso que no perderemos nunca.
Cecilia810
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