El 24 de mayo de 2014, el periódico inglés «The Guardian» publicó una nota sobre José L. Andrade, firmada por Brian Wilson, editor de deportes de «The Observer», el semanario más antiguo del mundo.
José Leandro Andrade, conocido mundialmente como «La Maravilla Negra» fue Campeón Olímpico con Uruguay en 1924 y 1928, Campeón del Mundo en 1930 y Campeón de la Copa América en 1923, 1924 y 1926. Está fuertemente asociado a Nacional, club que defendió entre 1924 y 1930.
En la recta final hacia la Copa del Mundo 2014, Brian Oliver, editor de deportes de «The Observer» desde 1998 y actualmente colaborador de «The Guardian» escribió un artículo en el que indaga en la vida y la calidad futbolística de una figura tan gigantesca como enigmática. Compartimos la nota traducida por Matías Flores Cuñarro para decano.com.
Antes que Pelé estuvo Andrade
En los inicios de la Copa del Mundo, una superestrella apareció en Sudamérica. Sus hipnotizantes habilidades lo volvieron el mejor jugador del campeonato y su atractivo físico atrapó a Colette y Josephine Baker. Brian Oliver cuenta la historia del gran Andrade.
Foto de portada: Campeones del mundo: Andrade antes de la final del Mundial en 1930. Fotografía: Getty.
Colette, la «Gran Dama de la Literatura Francesa», vivió una vida de escándalo y fama. La novelista/artista causó un alboroto en el Moulin Rouge en 1907 cuando simuló tener sexo con otra mujer en el escenario, sedujo a su hijastro cuando tenía 16, diciéndole: «es hora de que te conviertas en un hombre”, tuvo tres esposos, dos turbulentos divorcios y multitud de amantes, tanto hombres como mujeres.
En 1924, cuando París fue anfitrión de los Juegos Olímpicos, Colette conoció y fue cautivada por uno de los participantes, José Leandro Andrade. Sus crianzas no podrían ser más diferentes, Andrade era un jugador de fútbol uruguayo que durmió en un piso de tierra cuando era niño y pasó muy poco tiempo en la escuela. Pero Colette no era la única francesa famosa enamorada de Andrade
Josephine Baker, una succès de scandale en el escenario y la pantalla y una de las amantes de Colette, también conoció a Andrade durante las Olimpíadas. Baker -descrita por Ernest Hemingway como «la mujer más sensacional que nadie haya visto»– era la atracción más grande de París en la década de 1920 cuando hacía topless y solo estaba cubierta por su falda de banana. Fue la primera actriz afro-americana en protagonizar una película exitosa -Zou Zou- en 1934. Si Baker fue la primera estrella negra del cine, Andrade fue el primer ícono negro del fútbol, y el Mundial de este verano en Sudamérica tiene una gran deuda con él.
Andrade, un imponente hombre de 1.80 metros de altura, era un reconocido músico y bailarín que, según dicen algunos, fue un gigoló en su juventud. En los años 20, cuando las Olimpíadas eran efectivamente un campeonato mundial de fútbol, conquistó a las audiencias europeas a tal punto, que cientos de miles de personas iban a verlo jugar. Muchos más se perdían esta oportunidad, rechazados de los estadios. Fue el primer ejemplo de un sex symbol deportivo y un fenómeno del fútbol que ha sido llamado «el primer Pelé«. En ese tiempo Andrade compartía junto con Josephine Baker, el apodo de la «perla negra», que les fue otorgado por los periódicos franceses. Tal vez también haya compartido su cama.
Una cosa está más allá de toda duda, su importancia en el juego. No sólo fue el jugador más destacado de su época si no que, en opinión de Hans Ulrich Gumbrecht -uno de los más respetados estudiosos que alguna vez haya escrito un libro sobre deporte- Andrade fue «responsable de poner el fútbol en el mapa de deportes internacionales, más que cualquier otra persona en el primer tercio del siglo 20 «.
(Foto):Josephine Baker quien compartió con Andrade el apodo de «Perla Negra». Posiblemente también haya compartido su cama. Fotografos: Walery/Getty.
En Gran Bretaña, eso sería una sorpresa para todos excepto para los fans más conocedores de fútbol. Andrade apenas fue conocido aquí, a diferencia de otros dos grandes mundialistas sudamericanos: Pelé y Diego Maradona. Hay dos razones importantes: primero, el fútbol no era televisado en los días de Andrade. Segundo, Inglaterra y las otras Naciones Madres no tuvieron que ver con el Mundial hasta la década del 50; ni tampoco Gran Bretaña compitió en el fútbol Olímpico de los años 20. Las cuatro Naciones Madres se habían retirado de la FIFA -el cuerpo gobernante del fútbol- en 1928 a causa de la «maldad» de pagar compensaciones por pérdida de ganancias a jugadores amateurs en las Olimpíadas. Los logros de Uruguay prácticamente no fueron registrados. Cuando ganaron el primer Mundial en 1930, el Times ni siquiera lo mencionó
Cuando Uruguay jugó su primer partido en las Olimpíadas de 1924 la gente de París apenas se dio cuenta. Un partido de domingo entre Italia y España en el “Stade de Colombes” atrajo una multitud de 20.000 personas. Un día después, el 26 de mayo, en ese mismo estadio, Uruguay enfrentó a Yugoslavia. Apenas se presentaron unos pocos cientos, que no tenían idea de que iban a presenciar algo muy especial.
Yugoslavia, que había enviado espías para ver un entrenamiento Uruguayo, predijo una victoria sencilla y se disculpó por adelantado por enviar a los sudamericanos de vuelta a casa después de un sólo partido. Uruguay ganó 7-0. Sabían de la presencia de los espías y jugaron mal a propósito en el entrenamiento. Tres días más tarde, Uruguay derrotó a Estados Unidos 3-0. Un corresponsal español, Enrique Carcellach, escribió: «He visto fútbol por 20 años y nunca he visto un equipo que jugara con la misma maestría de este equipo uruguayo, no creí que se pudiera llevar al fútbol a este nivel de virtuosismo, a este límite artístico. ¡Estaban jugando al ajedrez con sus pies!» El diario italiano Gazzetta Dello Sport escribió acerca de “la formulación musical» de los uruguayos en el campo y de su «perfección estilística». El editor de L’Equipe, Gariel Hanot -que había jugado al fútbol internacionalmente- dijo sobre los jugadores de Uruguay – en comparación a los jugadores europeos- que eran «como caballos de crianza al lado de caballos de granja». La voz se corrió rápidamente y 45,000 personas vieron a Uruguay arrasar a Francia 5-1 en los cuartos de finales. En las semifinales había una asistencia seis veces mayor en el partido de Uruguay que en el otro.
Al mismo tiempo, Andrade se estaba volviendo el mimado de las mujeres de los círculos más altos de la sociedad parisina. Colette fue una de las muchas escritoras que asistieron a una fiesta en la concentración del equipo celeste -una villa en el suburbio parisino de Argenteuil- para celebrar la victoria frente a Estados Unidos en la que Andrade fue el jugador más destacado. Fue enviada para escribir un artículo para Le Matin, donde su antiguo esposo – y padre del chico que sedujo – era el editor. «Estaba ahí por obligación y actuaba indiferente» según el testimonio de un testigo, publicado en Uruguay en 1953.
Andrade estaba bailando al ritmo de una orquesta argentina, que había sido invitada a París para presentar su espectáculo, cuando «Madame Colette empezó a abrir los ojos» en palabras de un testigo ocular anónimo. «Su interés se transformó en entusiasmo cuando Andrade y [su compañero Alfredo] Zibechi, disfrazados y al ritmo de los tambores, empezaron una demostración de bailes.Terminó la fiesta comiendo asado al estilo uruguayo, pinchando la carne con el cuchillo». La crónica de la fiesta escrita por Colette en Le Matin decía: «Los uruguayos son una rara mezcla de civilización y barbarismo. Bailando tango son maravillosos, sublimes, mejores que el mejor gigoló. Pero también bailan danzas caníbales africanas que te hacen temblar». También dijo que su churrasco (carne) era de una vaca cocinada en un hoyo en la tierra mientras seguía viva. Tonterías, pero todo sumaba al encanto del equipo de fútbol no sólo de otro continente, si no de otro mundo.
(Foto): Comparados a los europeos, los jugadores uruguayos eran como «caballos de crianza al lado de caballos de granja». El equipo uruguayo jugando para un estadio vacío en 1924. Fotógrafos: Bob Thomas/Getty.
De acuerdo a una crónica italiana, Andrade salía frecuentemente de la villa en que concentraba el equipo durante los Juegos de 1924. Algunos dirigentes, preocupados porque se perdiera o emborrachara, enviaron a buscarlo a su compañero de cuarto, Ángel Romano. «Un par de horas más tarde encontró a Andrade en un apartamento de lujo en una de las áreas más exclusivas de la ciudad, rodeado de hermosas mujeres, como un sultán en su harén.» En una de estas excursiones Andrade conoció a Josephine Baker y bailó un tango con ella. Puede o puede que no haya tenido un romance con ella. Al igual que muchas otras historias de su vida es difícil separar realidad de ficción. ¿Es verdad que su padre tenía 98 años cuando Andrade nació? ¿Es verdad que el futbolista trabajó temporalmente como gigoló? ¿Fue chocarse con el palo de un arco lo que lo dejó ciego de un ojo, o fue sífilis? Tal vez algunas de estas preguntas serán respondidas en un nuevo libro acerca de los primeros días del fútbol uruguayo “Del tren al tango. El estilo del fútbol uruguayo 1891-1954” de Aldo Mazzucchelli, profesor de literatura latinoamericana. Este libro será publicado este año en Montevideo, por Editorial Taurus y se está considerando traducirlo al inglés.
Un estadio lleno vio a Uruguay destrozar a Suiza 3-0 en la final Olímpica el 9 de Junio. Después de que las Olimpíadas hubieron terminado, Andrade fue invitado a permanecer en París. Algunos dicen que fue «secuestrado» por una mujer rica que le dio un hogar por un mes. Volvió a Uruguay como un hombre nuevo. «Fue a París como un don nadie pero después de que le agarró la onda lo disfrutó como ninguno”, dice Mazzucchelli. «Se volvió un dandy y volvió a casa con guantes amarillos, un abrigo costoso, botas de cuero, un pañuelo de seda y un lindo sombrero de vestir.»
Andrade jugó principalmente de lateral, posición desde la que dominaba el juego, ocupando ambas partes del campo. Un parecido más reciente podría ser Zinedine Zidane, campeón del Mundial con Francia en 1998. Hans Ulfrich Gumbrecht de la Universidad de Stanford ha sugerido, escribiendo acerca de Andrade en su libro «En Honor de una Belleza Atlética» de 2006: «Todos quienes lo vieron estaban encantados con la elegancia natural de sus movimientos”, era potente y musculoso, existía una «sensacional energía atlética» rodeando sus actos, que «despertaban fuertes ondas de un deseo casi erótico» Fue famoso por nunca celebrar un gol y por faltar con frecuencia a las sesiones de entrenamiento.
Cuando Andrade volvió a casa, la comunidad negra de Montevideo preparó una fiesta en su honor. Ofendió a mucha gente al no aparecer. Compañeros de equipo lo encontraron difícil de reconocer, arrogante. Nunca buscó el favor del público, algo que, más tarde, pudo haberle jugado en contra. «Sin dudas era un hombre complicado» afirma Mazzucchelli, «muy arrogante, y aparentemente inalcanzable para cualquiera«
Una gira por nueve países europeos hecha en 1925 por Nacional -club uruguayo al que pertenecía Andrade- atrajo a un total de más 800.000 espectadores. Andrade jugó sólo en la mitad de esa gira. Fue a un doctor en Bruselas y le dijeron que tenía sífilis. Se dice que desapareció a París al escuchar la noticia. No regresó a Montevideo hasta dos meses más tarde. A su llegada un reportero comentó que había perdido peso y tenía «un aire de depresión«. Andrade aceptó que se sentía «algo enfermo» y reconoció que se pondría bajo tratamiento.
A pesar de eso, siguió jugando. Había perdido algo de su ritmo pero nada de su habilidad. Cuando los jugadores uruguayos llegaron a la final Olímpica en Amsterdam de 1928, más de 250.000 personas -diez veces la capacidad del estadio- pretendieron conseguir entradas. Uruguay le ganó a Argentina 2-1, pero en la semifinal contra Italia, Andrade se chocó contra un palo del arco y, según algunos, la herida fue tan seria que más tarde quedó ciego de un ojo. Otros decían que el deterioro de su salud y su ceguera eran debido a la sífilis.
(Foto):»Sin dudas era un hombre complicado. Muy arrogante, y aparentemente inalcanzable para cualquiera» Andrade le sirve un vaso de cerveza a un compañero en Amsterdam en 1928.
Andrade estaba todavía más lento cuando Uruguay fue anfitrión del primer Mundial, en 1930, pero aun así jugó en cada partido, y lo suficientemente bien para que la FIFA nombrara a Uruguay «Equipo del campeonato«. Andrade fue, una vez más, un héroe nacional luego de que Uruguay derrotara a Argentina nuevamente en la final. Esa fue la última aparición que hizo jugando para su país. Luego de jugar por varias temporadas más en clubes tanto de Uruguay como de Argentina, tenía que encontrar empleo. Mientras que sus antiguos compañeros se volvieron entrenadores exitosos, hombres de negocios y comentaristas, Andrade bebió demasiado y nunca pudo mantener un empleo fijo. Sufría de mala salud, un matrimonio complicado y depresión.
Fue invitado a participar del Mundial en Brasil en 1950 como invitado de honor. Su sobrino, Víctor Rodríguez Andrade -que usaba el segundo apellido en honor a su ilustre tío- jugaba en el victorioso equipo uruguayo. Pero en 1956 un reportero alemán, Fritz Hack, fue a buscar a Andrade a Montevideo, lo encontró luego de seis días, viviendo en «horribles» condiciones en un sótano de un edificio arruinado. Andrade estaba demasiado borracho para entender las preguntas de Hack. Un año después, la primera estrella internacional de fútbol, murió -sin un peso y alcohólico-, en un asilo de Montevideo a los 56 años de edad.
Salto, capital regional en el norte de Uruguay, es un lugar poco digno de mención, sólo importante por su ganado y frutos cítricos… y sus jugadores de fútbol. El 14 de Junio habrá un gran sentimiento de orgullo cívico en los cien mil habitantes de Salto. Esa es la fecha del primer partido de Uruguay en el Mundial de Brasil y allí estarán, vistiendo la camiseta celeste, los dos jugadores más famosos de esta selección, ambos son «amados hijos de Salto» según palabras del intendente German Coutinho. Luis Suárez -del Liverpool-, el actual jugador del año en Inglaterra y goleador de la Premier League, nació en Salto el 24 de Enero de 1987. Tres semanas más tarde llegó Edinson Cavani, quien la próxima temporada podría elevar aún más el perfil del fútbol uruguayo en este país. Se espera que su club, el Paris –Saint Germain, lo transfiera este verano al Manchester United o al Chelsea.
Se está planeando una jornada cívica para designar a Suárez y Cavani -quienes jugarán contra Inglaterra el 19 de junio- como «Ciudadanos Ilustres» y embajadores internacionales de Salto. Nadie en la Intendencia ha pensado nunca en honrar a Andrade. Pero él también nació allí, en 1901. Fue registrado como ilegítimo, pero a nivel popular se cree que el hombre que firmó como testigo de su nacimiento, José Ingacio Andrade, era su padre. El ancestro de Andrade había escapado de la esclavitud en Brasil tras haber sido transportado a través del Atlántico desde el oeste de África, y se creía que poseía poderes mágicos. También se dice que tenía 98 años de edad en el momento del nacimiento de José Leandro.
Los campeones mundiales tienen derecho a usar una estrella dorada en sus camisetas, Brasil tiene cinco, Italia cuatro y, gracias a las Olimpíadas, Uruguay también tiene cuatro. FIFA reconoce que los dos campeonatos anteriores al primer Mundial de 1930 eran en efecto campeonatos del mundo. Si se le entregaran medallas individuales a los jugadores, Pelé tendría tres, por haber sido campeón mundial con Brasil en 1958, 1962 y 1970, al igual que Andrade y tres de sus compañeros de equipo en esas selecciones ganadoras de 1924, 1928 y 1930. El nombre de Andrade puede ser comparado al de Pelé, al de Maradona y ciertamente al de Suárez y el gran argentino Lionel Messi, ninguno de los cuales ha ganado un Mundial. Tal vez, en algún punto, José Leandro Andrade también se volverá un «Ciudadano Ilustre» con carácter póstumo.
Brian Oliver/The Observer
Traducción: Matías Flores Cuñarro
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