Cuando @cocoeldelcamion dijo que no había nada más triste que el último partido que se juega antes de ir al mundial, respondí: el último que se juega antes de volver del mundial
“La concentración se tornó un velatorio. Nadie conseguía hablar. Un compañero aun intentó animar el grupo diciendo que, pese a la derrota, el equipo había sido el mejor del mundial. En el hotel, el presidente realiza una reunión para agradecer el esfuerzo de todos los jugadores y elogiar el trabajo del entrenador, especialmente en lo que se refiere a la responsabilidad”.
“En este momento el capitán pide para hablar en nombre de los jugadores. Dijo que, por primera vez, iba a pedir algo pensando en si mismo: quería adelantar el viaje de regreso. Él quería estar cerca en el momento del nacimiento del más nuevo integrante de su familia y dijo que todos los jugadores querían ser consolados por sus familiares en éste momento. Cuando terminó de hablar, todos lloraban”.
“La última noche en la concentración fue terrible. Nadie conseguía dormir. A las 4 de la mañana, estaba apoyado en la ventana, mirando la oscura calle y pensando en la felicidad de las personas que, en aquel momento, dormían tranquilamente, sin cualquier preocupación. Dolía saber que millones de personas sufrían junto a nosotros”.
“La familia llama al hotel. Primero habla la madre, después los demás. El hermano dice que la sobrina había llorado mucho. Por ahí se puede medir la tristeza de todos, especialmente de los niños que se encantaban con nuestro fútbol”.
“El día siguiente, todos estaban liberados para pasear por la ciudad, salir de compras o visitar algún lugar especial. Casi nadie quiso salir. Mi almuerzo fue casi nada. El capitán, que se cuidó mucho durante la fase de preparación y durante el mundial, volvió a tomar mucha cerveza y fumar, aun bajo los ojos del entrenador, que abomina éste comportamiento”.
“El entrenador se despidió de todos. Tuvo mucha grandeza. Dijo que deberíamos volver tranquilos, porque habíamos jugado bastante bien y recibido los aplausos del mundo. El estímulo de él también fue para la valija, para compensar un poco la desilusión”.
Ayer Uruguay perdió contra Colombia y fue eliminado del mundial. Para quien escribe estas líneas, quedará para el recuerdo la dignidad de Diego Godín, que reconoció la superioridad del rival sin negar que la punición a Luis Suárez influyó mucho. Qué habrá sentido cada uno, qué habrá pasado con cada jugador, esto tal vez se sepa con el paso de los días. Cada uruguayo, a su manera, vivió la noche más triste.
La historia contada en los párrafos anteriores no es la de ayer. Hice una pequeña adaptación, eliminando los nombres pero sin cambar nunca los hechos, para que cada lector pudiese sentirse identificado. Esta fue la noche después del partido en lo que una brillante generación brasilera fue eliminada por Italia, tras una derrota por 3 a 2, en el mundial de 1982 y Paulo Roberto Falcão contó la historia en un libro suyo, “Historias de la Pelota”.
Fin de ciclo para una selección que encantó el mundo. Pero varios de aquellos jugadores – Falcão incluido – jugaron el mundial de 1986, en lo que Brasil cayó en cuartos ante Francia. Digo esto porque es natural que se hable de fin de ciclo ahora que se termina la campaña uruguaya en el mundial. Un nuevo entrenador (o no), nuevos jugadores, la necesidad de renovar, pero no de renovar todo.
Hay jugadores emblemáticos (y de los otros) que posiblemente no vuelvan a un mundial, como Lugano, Pérez y Forlán. Los que vienen atrás piden paso – y Uruguay fue subcampeón mundial sub20. El nuevo capitán está en el mejor momento de su carrera. Y a cuatro años del mundial 2018, no sorprenderá a nadie si digo que se puede soñar con los goles del crack formado en Nacional (y cuya salida no aportó mucho a los cofres tricolores), de dientes grandes, personaje central de una polémica enorme… me refiero, obviamente, a Nicolás López (¿en serio, de quien pensaron que yo hablaba?).
Que venga el 2018.
Manoel Castanho
(Periodista)
Nota anterior: Sin la gran estrella
El equipo pierde su gran estrella, con la que no contará hasta el fin del mundial, y está obligado a ganar todos los partidos siguientes si quiere ser campeón. Esta crónica invita a soñar.
Momento de dolor. Tras un partido complicado, el equipo pierde a su principal jugador, estrella máxima, en quien están depositadas las esperanzas de volver a obtener un título mundial – él mismo anotó en el partido anterior, su primero en el mundial. Durante el torneo la prensa habla de una transferencia suya para otro país a un costo millonario – y él lo niega.
La selección tiene que continuar sin él. Son cuatro partidos los que faltan. El entrenador apuesta sus fichas en un joven delantero y antes del partido lo llama para una charla privada. “Tendrás que ser hombre como nunca en la vida. Los rivales te van a pegar, te van a dar con todo y no vas a reaccionar. Te van a insultar con palabrotas que vos nunca imaginaste que existían, y no vas a reaccionar”. Nada de esto pasó, pero el joven se preparó para ser hombre.
El partido empieza – y el rival tampoco cuenta con su principal estrella. Pocas oportunidades de gol se generan hasta que el equipo sufre un gol, que viene en un tiro de afuera. Al minuto siguiente, de volea, el segundo no sale por milagro. “Caricias”, diría Rodrigo Romano. El primer tiempo termina con el entrenador adversario – un conocido táctico amante del juego defensivo – a los gritos: “Ganamos el partido, ellos son viejos, están muertos”.
Viene el segundo tiempo. El segundo gol adversario es anulado por offside. El reloj corre, la derrota se acerca, es urgente ganar… hasta que en un centro por abajo termina en gol. Y faltan apenas cinco minutos cuando otro centro, esta vez desde la derecha, encuentra la cabeza del suplente, el delantero cuyo apodo es “poseído” y que se viste de héroe anotando dos goles.
Pasan los días, se viene otro partido recontra importante. Esta vez el rival es el dueño de la casa, a quien los árbitros seguramente ayudarán. Nuestro héroe ya se ganó un lugar en el equipo, especialmente sabiendo que el titular ya no podría volver a jugar. Él participa del partido, su equipo va bien, pero él no está en una tarde particularmente brillante. Casi van al descanso con un 2 a 0 a favor, pero un golazo de tiro libre pone a los locales de vuelta en el partido.
El segundo tiempo se vuelve ríspido, entradas duras, el cuadro local no quiere se quedar sin su mundial. Tras un gol de cabeza para poner el 3 a 1, el árbitro cobró un dudoso penal que devolvió el rival al partido. Pero el equipo estaba inspirado y tras anotar el cuarto gol, otra vez de cabeza, la violencia toma cuenta del partido. Un jugador local es expulsado, mientras otro del equipo ganador – uno que anotó dos de los cuatro goles – reacciona después de ser cazado durante todo el partido y también es expulsado. No hay más goles, el cuadro local está eliminado.
Llega el día de la gran final. Uno de los cracks del equipo tiene fiebre, pero jugará igual. El mejor jugador del mundo no puede jugar; el mejor jugador de Europa está en el otro cuadro y es él quien anota el primer gol del partido a los 15 minutos de juego, en la salida del arquero. El momento es decisivo, el equipo no puede sentir el golpe. Es cuando nuestro amigo, el suplente, el “poseído”, el que no había vuelto a anotar luego de aquellos dos importantes goles, domina la pelota y avanza por la izquierda. Mira hacia el área, se viene el centro… y termina en la red. Él no admite que intentó centrar, dice que todo el tiempo busca el gol. Nosotros fingimos que creemos.
El partido va equilibrado hasta la mitad del segundo tiempo, cuando el suplente otra vez sube por la banda izquierda para meter un centro. Esta vez él para, corta hacia atrás y realmente centra, abriendo el gol para el compañero suyo que viene en carrera. El que venía para reemplazar al irreemplazable se viste de héroe en el partido más importante de su vida, anotando un gol y dando el pase para otro. A partir de ahí la desesperación es del rival – minutos después, el arquero deja escapar una pelota que cae en los pies del centro delantero, que solo tiene el trabajo de empujarla.
El triunfo por 3 a 1 representa el título mundial. El capitán que levanta la copa es un zaguero que viste la camisa 3 – originalmente no era él, era otro zaguero con más experiencia, que incluso había sido capitán en el mundial anterior, pero ante la salida del otro, él es el nuevo capitán. Sin el mejor jugador del mundo, pero con garra, espíritu de equipo y superación en los momentos difíciles, el título mundial fue posible.
¿Cómo el lector lee esta crónica? ¿Entiende que es posible? ¿Pura ilusión? ¿Fantasía? ¿Exceso de optimismo? ¿Ve a Uruguay con posibilidad real de título ahora que no está Suárez? Cree. Es posible. Porque la historia que acabo de contar no es fantasiosa, no es inventada. Es real. Cuando Brasil se quedó sin Pelé en el mundial 1962, todo se hizo más cuesta arriba. Pero Amarildo entró y fue importante en aquel decisivo partido contra España, no tanto en la gran batalla contra Chile y volvió a serlo en final. Y la copa la levantó el zaguero Mauro, quien se tornó titular en aquel mundial reemplazando a Bellini.
Es posible. Creelo. Vamo la Celeste.
Manoel Castanho
(Periodista)
Nota anterior: Hasta aquí fue una fiesta
Cerrada la fase de grupos, hacemos un balance con lo mejor y lo peor de un mundial que viene regalando partidos interesantes y el mejor promedio de goles en mucho tiempo.
Hinchas vencedores y vencidos se abrazan, algunos conformados porque saben que sus selecciones no tienen grandes posibilidades, otros ya esperando por la revancha y otros imaginando que la primera fase es un trámite. Fans llevan banderas de países que ni siquiera están en el mundial, otros hacen de todo para exhibir los colores de sus países, hay mucha confraternización. Los triunfos, así como las eliminaciones, se construyen paso a paso y esto diluye la intensidad de las emociones. La primera fase del mundial es una fiesta.
Para la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, haríamos “el mundial de los mundiales”. Con esta frase, quería minimizar el problema de las obras inacabadas, infraestructura deficiente, organización llena de errores, etc. Pero dentro de campo hay muchos elogios para el mundial y en gran parte esto se debe a la mejor cantidad de goles en mucho tiempo. Hasta uno de los eliminados, el entrenador italiano de Rusia Fabio Capello, tiró loas a la competición y dijo que ella tenía el mejor nivel técnico que él ya vio.
En las líneas siguientes hacemos un balance con lo mejor y lo peor del mundial. Porque ahora termina la fiesta. Todos los próximos partidos (excepto la decisión de tercer puesto) necesariamente van a eliminar un equipo de la disputa por el título. Hora de apretar los dientes y dar todo en la cancha – si necesario, atajando como Luis Suárez.
1- Los goleadores
En los tres primeros partidos, fueron tres los jugadores que anotaron cuatro goles. Dos de ellos son compañeros de Barcelona: Neymar y Lionel Messi se pusieron sus equipos al hombro y con destellos individuales pudieron superar la falta de brillo colectivo de sus equipos. El tercero fue Thomas Müller, quien llegó a 9 goles en 9 partidos de mundiales y va camino a tornarse el más grande goleador mundialista, ya que todavía es joven.
Quien también va brillando es el francés Benzema, que anotó tres goles, un cuarto le fue “robado” (considerado autogol del arquero hondureño Valladares) y además desperdició un tiro penal. Otros jugadores que suman tres goles son el ya eliminado Enner Valencia, de Ecuador; el jugador número 52 a anotar un hat-trick en un mundial, Xherdan Shaquiri (el mundial 2010 tuvo a Shakira, el mundial 2014 tiene a Shaquiri); el colombiano James Rodríguez; y los holandeses Arjen Robben (para mi viejo, el mejor jugador del mundial hasta ahora) y Robin Van Persie.
El mundial tiene ya 136 goles (2,83 por partido). Con 75% del mundial realizado, son apenas 9 goles menos que en la totalidad del mundial 2010. El partido con más goles fue Suiza-Francia, con siete; el equipo más goleador es Holanda, con diez goles. Ninguno de los 32 equipos se fue del mundial sin anotar un gol. La mejor defensa la tienen tres equipos que sufrieron apenas un gol: Bélgica, Costa Rica y México.
Cada ciudad mundialista hasta ahora recibió 4 partidos – y algunas de ellas ya terminaron su participación, como es el caso de Manaus y Natal. Las ciudades que más vieron goles fueron la cálida Salvador, con 21, y la gélida Porto Alegre, con 19. Brasilia y Manaus vieron 14 goles. La ciudad con menos goles fue Natal: 1,25 por partido. En seguida viene Rio de Janeiro con su mítico Maracanã: apenas 6 goles.
2- Las estrellas, cayendo una a una
Algunas estrellas de nivel mundial cayeron aun en las eliminatorias. Fue el triste caso de Zlatan Ibrahimovic, quien hizo un partidazo contra Portugal pero que no fue suficiente para superar a un Cristiano Ronaldo inspirado y viviendo su mejor momento en 2013. Otras fueron alejadas del mundial por sus lesiones, casos de Radamel Falcao García y Franck Ribéry.
La primera fase trató de alejar otras: los croatas Modric y Mandzukic no pudieron eliminar a los croatas; Xavi, Iniesta y la constelación española fueron eliminados en apenas dos partidos; la Italia de Pirlo y Balotelli y la Inglaterra sin brillo de Rooney y Gerrard fueron barridas del grupo de la muerte; Cristiano Ronaldo no pudo con el mal nivel de sus compañeros y el error grosero de Pepe; Luis Suárez fue suspendido y, según dice la prensa argentina, Agüero tiene una lesión que lo deja afuera.
3- El campeón ya se fue – de nuevo
Hay una tendencia reciente que se observó tres veces en los últimos cuatro mundiales. El campeón vigente se despide en la fase de grupos. Fue así en 2002, cuando Francia se despidió del mundial sin haber anotado un miserable gol. Fue la excepción en 2006, cuando Brasil avanzó sin brillar. Volvió a pasar en 2010, cuando Italia fue derrotada por Eslovenia y no pudo vencer ni siquiera a Nueva Zelanda (que, al final, fue el único equipo invicto de aquel mundial). En 2014 España tenía un grupo de jugadores agotados por la actividad local e internacional y se despidió después de comerse una goleada contra Holanda y un 2-0 contra Chile.
4- Superioridad de América
Fueron 10 equipos de América entre los 32 del mundial – y nada menos que 8 alcanzaron los octavos de final. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, Estados Unidos, México y Costa Rica lucharán por mantener una escrita: nunca un equipo de fuera de América pudo ganar un mundial realizado en el continente. Ellos serán desafiados por seis europeos (Bélgica, Holanda, Suiza, Francia, Alemania y Grecia) y dos africanos (Nigeria y Argelia).
Entre los enfrentamientos de octavos, quiso el destino poner en la misma llave a Brasil, Chile, Colombia y Uruguay. Significa que solamente uno de estos cuatro será semifinalista y deberá enfrentar al ganador de un posible confronto entre Alemania y Francia. En teoría, la otra llave es más fácil, con Argentina, Holanda y Bélgica como equipos fuertes. Y para colmo, Costa Rica enfrenta a Grecia, significando que uno de estos dos equipos estará entre los ocho del mundo.
5- Los recordistas
Dos jugadores escribieron su nombre en la historia de los récordes en mundiales. El primero de ellos fue el arquero colombiano Farid Mondragón, quien se tornó el jugador de más edad a disputar un partido de mundial, a los 43 años. Él estuvo presente en el mundial 1994 y si Colombia fuese un equipo con presencias mundialistas constantes, Mondragón podría jugar su sexto mundial – algo inédito.
Miroslav Klose igualó al brasilero Ronaldo como más grande goleador de la historia de los mundiales, con 15 goles. El gol ocurrió en el sorpresivo empate contra Ghana por 2 a 2 y Klose apenas había entrado en campo cuando anotó.
6- Errores de organización
Como dice la canción Fly Airways, de Les Luthiers: “Seguridad, puntualidad, eficiencia. Todo esto lo encontrará… en Europa y Estados Unidos”. Algunas deficiencias de organización quedaron claras, especialmente en dos estadios. En el Maracanã, muchos chilenos sin entradas invadieron el estadio por el centro de prensa, en un incidente que terminó con 88 detenidos. Y en Curitiba, varios hinchas se quejaron de estar ubicados en “puntos ciegos” del estadio. Uno de ellos ganó destaque en la prensa, mostrando que desde su asiento solo se podría ver mitad de la cancha. Como había otros asientos vacíos, él simplemente cambió de lugar. FIFA puso la culpa en los atrasos de Brasil, diciendo que algunos estadios no se entregaron conforme los proyectos originales.
7- Los técnicos argentinos
Otro dato interesante del mundial 2014 es que los entrenadores argentinos ganaron 24 de 27 puntos que disputaron. Son tres en el mundial: Alejandro Sabella, con la selección de su país; José Pekerman, dirigiendo a Colombia; y Jorge Sampaoli, con Chile. Este último fue el único que no ganó sus tres partidos, habiendo perdido uno contra Holanda.
Manoel Castanho
(Periodista)
Nota anterior: Sanciones mundialistas
FIFA acaba de castigar a Luis Suárez con una suspensión de 9 partidos. Repasamos la historia de algunas sanciones mundialistas en los últimos 20 años.
1- Leonardo
En el mundial 1994, disputado en Estados Unidos, quiso el destino que Brasil fuese rival de los locales en octavos de final – por coincidencia, en el más importante feriado patriótico norteamericano. Cerca del final del primer tiempo, el lateral izquierdo Leonardo fue agarrado por el uruguayo-norteamericano Tabaré Ramos y en su intento de soltarse terminó metiendo un codazo en la cara del rival. El árbitro francés Joel Quiniou inmediatamente mostró la tarjeta roja. Ramos tuvo una fractura en la mandíbula y estuvo tuvo varios meses sin jugar. Aun con un hombre menos, Brasil terminó venciendo por 1 a 0. Leonardo fue suspendido por cuatro partidos y no pudo volver a jugar por aquel mundial. Quiso el destino que su reemplazante, Branco, fuera responsable por el gol decisivo en cuartos contra Holanda.
2- Mauro Tassotti
En aquel mismo mundial, España enfrentó a Italia por cuartos de final. El partido quedó marcado por un codazo del lateral derecho italiano Tassotti sobre el delantero Luis Enrique, causando una fractura en el nariz. Correspondía cobrar penal y tarjeta roja, pero el árbitro Sandor Puhl no vio la jugada. España terminó eliminada al perder aquel partido por 2 a 1. Tassotti fue castigado de forma implacable, con una suspensión de ocho partidos. Y el árbitro… bueno, él fue premiado con la designación para arbitrar la final del torneo. Diecisiete años se pasaron hasta que Luis Enrique perdonó a Tassotti y aceptó apretar su mano.
3- Ariel Ortega
Por el mundial 1998, Argentina enfrentó a Holanda por los cuartos de final. Era un partido muy parejo y luchado que estaba empatado por 1 a 1 cuando Holanda perdió un jugador por tarjeta roja. En el minuto 87 Ortega realiza una jugada por derecha y cae en el área (nota: el que escribe estas líneas es sospechoso para decirlo y no va a evaluar si fue penal o no. Si hay un jugador al que detestó con toda su fuerza fue a Ortega, porque él se dejaba caer con facilidad simulando faltas). El árbitro Arturo Brizio no cobró nada y Ortega, increpado por el arquero Van der Sar, se levantó furioso y dio un cabezazo a su rival. Nunca el apodo de “burrito” fue más merecido, porque escasos minutos después de semejante burrada el holandés Bergkamp anotó un golazo que decidió el partido y eliminó a Holanda del mundial. Ortega fue castigado con tres partidos de suspensión, cumplidos en la Copa América 1999.
4- Zinedine Zidane
Hay dos episodios mundialistas que muestran a Zinedine Zidane perdiendo la cabeza. El segundo y más conocido fue en la final del mundial 2006, cuando fue insultado por el zaguero italiano Marco Materazzi (tremendo pegapatadas; si uno tiene curiosidad, puede buscar en youtube 5 motivos para cabecear a Materazzi) y reaccionó con un cabezazo. No hubo una suspensión por un motivo bastante simple: Zidane había anunciado que su retiro se daría en aquel mundial. El otro episodio, menos conocido, ocurrió en el mundial 1998. Era un partido tranquilo: Francia vencía a Arabia por 2 a 0 y el rival jugaba con diez desde el minuto 19. En el minuto 71 Zidane disputó una pelota con un defensor y, tras cometer falta, descarga su bronca pisando el cuadril de su rival. Fue suspendido por dos partidos y volvió en cuartos contra Italia.
5- Daniele de Rossi
El volante de Italia era un joven de 22 años cuando fue convocado para su primer mundial y empezó como titular. Durante el segundo partido, contra Estados Unidos, de Rossi fue expulsado a los 27 minutos del primer tiempo – un minuto después del gol norteamericano para empatar el partido en 1 a 1 – cuando, al disputar una pelota aérea con Brian McBride, metió un codazo que hirió el rostro de su rival. Jorge Larrionda no dudó: mostró la tarjeta roja directa – y expulsó dos jugadores de Estados Unidos durante el transcurso del partido. De Rossi fue suspendido por cuatro partidos y volvió nada menos que en la final, cuando ingresó en el minuto 61 reemplazando a Francesco Totti. De Rossi fue uno de los cobradores de la tanda de penales y contribuyó con la victoria italiana.
6- El presente mundial
El presente mundial ya contaba con dos castigos duros. El primero de ellos, antes mismo de empezar: el croata Josip Simunic festejó el triunfo sobre Islandia con cánticos nazistas y recibió una suspensión de 10 partidos. El zaguero de 35 años, con participación en los mundiales 2002 y 2006, no pudo ser convocado por éste motivo.
El camerunés Alexandre Song recibió una suspensión de tres partidos por su expulsión contra Croacia. Camerún perdía por 1 a 0 y durante un contragolpe rival, al final del primer tiempo, Song no tuvo mejor idea que meter un manotazo en la espalda de Mandzukic. Dejó a su equipo con un hombre menos para el segundo tiempo y el partido terminó con derrota por 4 a 0.
7- Un breve análisis
No voy a profundizar el análisis sobre la suspensión de Luis Suárez porque tomé contacto con la noticia hace poco tiempo. El castigo de nueve partidos por morder a Giorgio Chiellini es el más grande que ya se dio durante un mundial. Esto se va a pagar en el propio mundial, en la Copa América y en las eliminatorias mundialistas.
En el código disciplinario de FIFA las penas están establecidas a partir del artículo 46. La sanción prevista en el artículo 48 (suspensión) se da en los casos listados y el de Suárez está en la alinea C: “Al menos un partido por conducta antideportiva hacia un oponente o otra persona que no un oficial del partido (sujeto a los artículos 53, 54 y 57 a 60)”. El artículo 57 dice que el que viole el fair play estará sujeto a las sanciones del artículo 10 (y, por extensión, del 11). Y ellas son: advertencia, reprimenda, multa, devolución de los premios (artículo 10), tarjeta amarilla, tarjeta roja, suspensión, ser prohibido de entrar al vestuario o al banco de suplentes, ser prohibido de entrar a un estadio y ser suspendido de la actividad futbolística. Además, el artículo 40 dice que una sanción puede ser aumentada si hay reincidencia en la violación de las reglas.
Si se toma el hecho de manera aislada, uno puede argumentar – y con razón – que la actitud de Luis Suárez no tuvo resultados dramáticos como la de Mauro Tassotti (8 partidos) o de Leonardo (4 partidos). Más bien se acerca a las de Zinedine Zidane (2 partidos) y Ariel Ortega (3 partidos). Me imaginé que esto se arreglaría con algo entre 2 y 4 partidos. El periodista alemán Gerd Wenzel, que trabaja en ESPN Brasil (y puede opinar sin que se ponga su nacionalidad bajo sospecha o que hablen de fantasmas), afirma que la sanción es exagerada porque impide a un jugador realizar su trabajo durante un determinado periodo y esto extrapola la causa de la sanción.
Contra Luis Suárez es necesario decir que él es reincidente, y las sanciones para reincidentes son realmente duras (un reincidente en doping, por ejemplo, puede ser suspendido de por vida). Además, nadie puede pensar que él intentó utilizar sus aventajados dientes para disputar la pelota con un rival. No sé si lo de 2010 puede tener peso o no en esta decisión, pero una cosa es cierta: en aquella oportunidad él pagó todo el castigo que tuvo que pagar. Fue expulsado, suspendido por un partido y tuvo un penal en contra. Si Gyan hubiese anotado el gol, nadie estaría hablando de éste caso pasado.
Un detalle no puede ser olvidado. Como dije en uno de los primeros artículos mundialistas para éste sitio, esto es el más grande reality show del mundo. Hay cámaras por todos lados. Recuerdo un hecho específico de 1998. Brasil perdió contra Noruega con un penal polémico de Junior Baiano sobre Tore Andre Flo, cobrado por el árbitro norteamericano Esfandiar Baharmast. Brasil entero protestó. El día siguiente apareció la imagen de una cámara sueca (y Suecia no estaba en el mundial) mostrando la jugada por un ángulo en lo que se veía el penal cometido. Hay cámaras por todos lados.
Por lo que pude leer, la decisión es apelable. Pero no existe efecto suspensivo. Mientras no se juzga la apelación, sigue vigente la sanción (excepto en lo que se refiere al pago de la multa).
Manoel Castanho
(Periodista)
Nota anterior: Revancha
Por la Copa de Confederaciones 2013, Italia había superado a Uruguay en la tanda de penales y conquistado el tercer puesto. Casi un año después, los celestes tuvieron su revancha.
El fútbol da revancha. Uruguay estaba obligado a triunfar – y triunfó. La victoria por 1 a 0 sobre Italia, en la tarde de ayer, representó la clasificación celeste a los octavos de final, la eliminación de Italia y además vengó la derrota de hace casi un año, por penales, en la decisión del tercer puesto de la Copa de Confederaciones.
Luego de perder por penales en la semifinal, Italia presentó un equipo con varios suplentes. Jugaron: Buffon, Maggio, Chiellini, Astori y De Sciglio; De Rossi, Montolivo, Candreva y Diamanti; Gilardino y El Shaarawy. En el banco estuvieron jugadores como Marchisio, Pirlo, Barzagli y Giacherini. Balotelli y Abate no estaban disponibles. La Celeste alineó con Muslera; Maxi Pereira, Lugano, Godín y Cáceres; Arévalo, Gargano, Rodríguez y Forlán; Suárez y Cavani.
Italia abrió el marcador en el primer tiempo, cuando el tiro libre de Diamanti rebotó en el palo y en Muslera y Astori anotó casi sobre la línea. El empate vino a los 13 del segundo tiempo, con Cavani – que jugaba en el fútbol italiano – tras buena jugada de Gargano. Italia tenía más la pelota, pero Uruguay contraatacaba más y obligaba a Buffon a trabajar. Diamanti y Cavani también anotaron, ambos de tiro libre. Los italianos terminaron el partido con diez hombres por la expulsión de Montolivo.
Después de vestirse de héroe en la tanda de penales, Buffon aprovechó la ocasión para criticar el horario del partido (1 de la tarde) y el calor de la ciudad de Salvador. Quiso el destino que el partido decisivo por la fase de grupos del mundial se jugase en la igualmente calurosa (aun más cerca de la línea del Ecuador) Natal y a la 1 de la tarde. Y Uruguay vengó su derrota del año pasado venciendo en el torneo más importante.
Italia podría empatar e intentó jugar con el desgaste y la desesperación de Uruguay, el partido estaba razonablemente controlado y las mejores jugadas de Uruguay fueron paradas por Buffon. El partido cambió totalmente cuando una mala entrada del habilidoso Marchisio dejó a los italianos con un jugador menos. A partir de ahí, fue un ataque contra defensa. Uruguay metió al rival contra su arco hasta que Godín (¡Nacional nomá!) aprovechó un centro para anotar el gol del tr
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