El día 25 de Agosto de 1934 fue fijada la segunda final del tornero Uruguayo de 1933.

Una hazaña jamás igualada. La hazaña clásica más grande de la historia del fútbol uruguayo.

El día 25 de Agosto de 1934 fue fijada la segunda final del tornero Uruguayo de 1933, como es sabido con el gol de la valija trajo consigo la suspención del partido, faltaban jugar unos 24 minutos, y de persistir el empate se debía realizar un alargue, en 2 tiempos de 30 minutos.

Nacional ingresó con: Eduardo García, Ulises Chifflet y Cabrera, Arsenio Fernández, Andreolo y Marcelino Pérez, Francisco Aríspe, Ciocca y Enrique Fernández. El Director Técnico de aquellos muchachos era el húngaro Szigutti; Ondino Viera había dejado la dirección técnica del equipo mayor para poder dirigir las divisiones juveniles, en busca de nuevos valores. Ese equipo estaba compuesto por 9 integrantes por la suspenciones de Nasazzi, y del «ruso» Labraga. El partido debía jugarse como había terminado es decir 0 a 0, pero Nacional debía jugar con los que quedaban en la cancha. Los once de los manyas fueron Tea, Lorenzo Fernández y Canavessi, Zunino, Gestido y Ricorde, Braulio Castro, Mata, Young, Anselmo y Arremón.

El árbitro de aquella despareja final fue Domingo Lombardi, el partido se jugo a puertas cerradas, con un público aproximado de 300 personas, eso era dentro del Estadio, pero fuera había una multitud a la espera del resultado del encuentro, si había un ganador, que dadas las circunstancias del juego obviamente lo habría, ese se convertiría en el campeón. La expectativa popular estaba dada. El partido estaba a pedir de boca de Peñarol, había tenido tiempo para planificar el encuentro detenidamente, plantarse de tal forma que su superioridad numérica se notará en la cancha.

Para Nacional también estuvo ese tiempo para pensar el partido. Primero tratar de no perder, para luego intentar ganarlo, teníamos que contar con el tiempo como aliado.

Nacional se concentró para ese partido en el Hotel Bristol en Carrasco, Américo Szigethi, con unos muñequitos de plomo, les mostró a los muchachos el partido y como tenía que plantarse en la cancha, les mostraba la teoría del partido y las medidas que debían tomar para cualquier situación de juego, no se le escapó ningún detalle.

El comienzo de este pico, dejó entrever cual era la estrategia que nuestro Director Técnico había preparado, la clave estaba en los pases cortos, avanzar en bloque, tratar de tener la pelota el mayor tiempo posible, si en el avance no había una jugada clara para seguir el ataque se debía comenzar de nuevo la jugada desde atrás. Se veía que a medida que avanzaba el partido la desesperación de los aurinegros por la pelota, que no la encontraban, es que Nacional, tenía como elemento de defensa la calidad técnica en el manejo de la pelota, y ¡qué nenes, para tener la pelota!.

La superioridad de Nacional fue clara, estuvimos más cerca de convertir un gol nosotros, que los de Peñarol, un tiro treinta y cinco metros de Andreolo pegó de lleno en el travesaño. El equipo aurinegro sin duda sintió la responsabilidad de ganar, pues toda la afición daba por descontado el triunfo, no pudieron, ni siquiera ser superiores con el transcurso de los minutos que sin lugar a dudas habían de agotar más a los nuestros. El bolso durante todo el partido fue superior, que quede claro, Nacional logró dominar a ley de juego, ya que ningún jugador de Nacional hizo tiempo, ningún jugador se tiro al suelo a pedir el masajista, Nacional no hizo tiempo de ninguna forma lo que hace de este partido como una hazaña única, estamos hablando de 84 minutos con 2 hombres menos y jugando una final del campeonato uruguayo. Aquel encuentro final finalizó 0 a 0, lo que significó para Nacional uno los encuentros clásicos más recordados por el coraje y la entrega que pusieron sus jugadores. Este resultado no hizo más que demorar la definición del campeonato, pero esta vez serían once contra once. Ahora bien, carecería de valor este empate histórico, sino se obtenía el campeonato, los peñarolenses, a su vez tendrían la posibilidad de limpiar su mancha, con una victoria. El 2 de setiembre de 1934 se jugó la segunda final, la cual también terminó empatada, estamos ante la definición de campeonato más larga de la historia del fútbol uruguayo.

El 18 de Noviembre de 1934 se jugaría la tercera final de este apasionante campeonato.
En el primer tiempo de esa final Peñarol comenzó ganando, pero como siempre Nacional no se dio por vencido y el Manco el querido, el de todas las luchas prometió al Dr. Atilio Narancio, quién era Presidente del club, en aquella época, que esa tarde convertiría 3 goles. El Manco cumplió su promesa, con sus 3 goles llevó a la victoria por 3 a 2, con la cual Nacional se coronaría campeón uruguayo de 1933, plato que repitió en 1934.

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