La vuelta al mundo en… ¡130 goles!
El campeonato uruguayo de 1924 había sufrido un notable retraso en su desarrollo a raíz de la disputa del Sudamericano correspondiente a ese año, que organizó Paraguay y se organizó en Montevideo, por carecer los guaraníes de la infraestructura necesaria; el Parque Central fue testigo de aquel torneo que ganaría Uruguay. Los dirigentes de Nacional, que ya maduraban la idea de una gira por Europa, alentados por la campaña preolímpica de los celestes y, con el afán de acrecentar esos lauros cosechados por el fútbol uruguayo, aspiraban a una rápida definición del campeonato.
De obtener el título, sería un nuevo blasón que aumentaría el prestigio del Club, en la instancia que se avecinaba. Nacional contaba con el aporte de Pedro «Perucho» Petrone; cuatro de los cinco delanteros campeones en Colombes vestían la tricolor: Urdinarán, Héctor Scarone, Petrone y Romano.
Lo de Nacional en ese torneo había sido por momentos avasallante y, por más que se intentó luchar contra el reloj, a fines de diciembre le faltaban jugar 5 partidos que debieron realizarse – a pesar del agobiante calor – en el mes de enero. La delegación tricolor partía en febrero. Victorias sobre Lito (3-1), Belgrano (3-0), Racing (3-0) y Rampla (1-0), con un pie en la cubierta del barco, jalonaron el camino a la Copa. Con Fénix se empató 3 a 3, pero los de Capurro alinearon a Pelegrino Anselmo, que militaba en el Lito adherido a la federación separatista y por las protestas de sus delegados Nacional gana los puntos. En la cancha y con un enorme esfuerzo se consiguieron los objetivos, mientras los propulsores de la gira, Narancio y Pesquera, hacía meses que venían trabajando con el firme propósito de concretar ese sueño. Al tiempo que los jugadores tricolores lograban el campeonato uruguayo, se establecían los lazos pertinentes con clubes, asociaciones y entidades europeas – también con amigos dispersos -, a los efectos de concretar los encuentros.
Debido a la inestable situación interna, el futuro del «fóbal» criollo era impredecible; los éxitos deportivos de la selección, a la que Nacional siempre le dijo ¡presente!, no se traducían en aciertos directrices. Mucha envidia, mezquindad y recelo, eran la moneda corriente. Así las cosas, el 25 de octubre del ’25, el famoso «laudo Serrato» puso término a la escisión. En 1925 y 1926 no se disputó el campeonato uruguayo, pero aquel año ’25 no pasaría desapercibido para la historia de Nacional y del fútbol uruguayo. ¿La razón? El Decano de los clubes orientales, llevó a cabo una magnífica gira que fue una hazaña deportiva sin par en la historia del fútbol del mundo.
De febrero a agosto: ¡159 días! Francia, Italia, España, Holanda, Checoslovaquia, Bélgica, Suiza, Austria, Portugal… Treinta y ocho partidos jugados; 26 ganados, 7 empatados, 5 perdidos. ¡Ciento treinta goles a favor…!, un promedio de 3,5 goles por partido; 30 goles en contra.
«La idea surgió y la idea se convirtió en llamarada. Apareció casi como una necesidad de prolongar aquel eco de los clamores que se habían escuchado en Europa, del vibrar de las dianas que habían resonado en París». (26)
La delegación fue presidida por el incansable y batallador Numa Pesquera, a la sazón Presidente del Club. Actuó como secretario todo un «caballero», pura distinción, un señor de la diplomacia: José Usera Bermúdez, «Userita». Formaron también parte de la comitiva, Arturo De Vechi, J. J. Chiappara, el Dr. Aníbal Falco, médico de la delegación, Pedro «Maquinita» Olivieri, como Director Técnico, Emilio Servetti Mitre, preparador físico, y una «barra» de hinchas – pequeña, pero que se hacía sentir – integrada por José María Zibechi, Juan P. De León Marexiano, «el Negro» Macciá, Alfredo Morales y Atilio Bianchi. ¿Quiénes representarían a la institución en el campo de juego?
Andrés Mazzali, Alfredo Foglino, Roberto Fiorentino, Ramón Bucetta, Pedro Arispe «El Indio» – que venía de refuerzo -, José Leandro Andrade, bautizado «La Maravilla Negra» en las Olimpíadas del ’24; José Vanzino, Alfredo Zibechi, Vicente Clavijo – suplente de Mazzali -, Diego Carreras, Orestes Díaz, Ricardo Miramontes, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Angel Romano, Héctor Castro, el querido «Manco»; Arturo Suffiotti, Rodolfo Marán, Norberto Cassanello, Carlos Scarone, Concepción Martínez, Angel Barlocco y «el Flaco» Zubizarreta – también de refuerzo.
El 25 de ese año se había inaugurado el puente sobre el Río Santa Lucía, una obra imponente para la época. En febrero, Nacional tendía el puente más importante que se haya construido jamás, en aras de la confraternidad deportiva mundial. El vapor «Almanzora» partió del puerto de Montevideo saludado por una multitud de hinchas; rodeado por el afecto y el cariño de amigos y familiares de los «cruzados». Los tricolores comenzaban a protagonizar un hito insoslayable. Hubo, como es dable suponer, un sinfín de momentos, situaciones y anécdotas dignas de ser recordadas. Fueron ¡159 días! El Club Nacional de Football paseó su estirpe de campeón por lugares en donde nunca habían oído hablar de Uruguay; se visitaron 23 ciudades distintas, que correspondían a 9 países, a un ritmo de un partido cada 3 días…
El partido inaugural de la inédita gira, fue el 8 de marzo, frente a 30 mil espectadores, en… ¡Colombes! No podía ser de otra manera; se enfrentó a la selección de París. Nacional formó con Mazzali; Foglinoy Arispe; Andrade, Zibechi y Bucetta; Urdinarán, Scarone, Petrone, Castro y Romano. Luego de abrir el «score» los franceses, el engranaje tricolor se puso en funcionamiento y con goles de «Perucho» Petrone, Romano y Urdinarán, se logró un claro triunfo por 3 a 1; la magia de los ilusionistas albos comenzó a sacar conejos de la galera, o mejor dicho goles.
En el segundo «match» enloquecieron a la selección de Normandía, en Rouen – donde murió en la hoguera Juan de Arco -: 5-0. Uno de estos goles – ¡Petrone marcó los 5! – pasó a la historia porque debieron sacar al golero de adentro del arco, no sin antes desenredarlo de las piolas, tal el furibundo remate de «Perucho».
Otra vez en París, ocurrió algo curioso; la Selección de Francia pidió que el partido fuera de sólo 60 minutos – dos tiempos de 30′ -; se jugó en el «Vélodrome» de la Villa Lumiere y fue 0-0, para alegría y disfrute de los galos avivados.
En Roubaix, frente a la Selección local surgió un inesperado desafío. Días antes el combinado de Brasil había triunfado allí – frente al mismo equipo – por 7 a 0.; don Numa Pesquera pensó que era una cuestión de honor alcanzar esa marca, a pesar de los brasileños habían «tirado el chico lejos» y propuso retribuir a los «players» – además de apelar a su amor propio – con un premio especial de mil francos en caso de igualar aquel «score».
Mazzali; Fiorentino y Arispe; Andrade, Zibechi y Carreras; Urdinarán, Castro, Petrone, Suffioti y Romano condujeron la aplanadora tricolor. El inigualable «Perucho» hizo cuatro como «trompada de loco», uno atrás de otro; Suffioti el quinto y el «Manco» Castro el sexto. El partido agonizaba y Nacional se había estacionado en seis goles… ¿y el premio prometido? Faltando un minuto, el «Dios de lo imposible», el inefable Petrone, sacó un violento disparo desde una de las esquinas del campo rival, muy sesgado, «difícil para Sagitario». Sin embargo, la violencia y la precisión del «shot» le impidieron al guardameta asir el balón, que luego de rebotarle en el pecho se coló adentro. ¡Para estos genios del balompié no había cumbres inalcanzables!
Después Burdeos; de allí a Italia. En Génova los aguardaba el campeón italiano, el famoso Guenoa 1893, que contaba en sus filas con el jugador más famoso del país, el capitán de la escuadra, De Vecchi, «Il filgio di Dio». En 1923, en el Parque Central, la Selección Uruguaya había derrotado a este mismo equipo 2 a 1. Había olor a revancha. En la foto previa al partido – histórica por cierto – Bucetta señala con sus dedos el «score» de antemano. No era adivino, pero integraba la escuadra de «los magos». Ante un estadio abarrotado, Nacional derrotó al Guenoa por 3 a 0 – tal como lo «anunciara» Bucetta – cumpliendo una brillante «performance»; uno de los mejores partidos de la campaña. Los goles fueron convertidos por el «cañonero» Petrone y Héctor Scarone (2). La gira continuó; el 8 de abril Nacional llegó a Barcelona. Fue la escala más infeliz de la gran travesía. Nada en la Ciudad Condal salió bien.
Se perdió el primer partido, con el Club Europa (0-1) – fue también el primer traspié de un equipo uruguayo en el viejo continente -; se empató 2 a 2 con el poderoso Barcelona, ante 50.000 personas, en el estadio de «Las Corts», pero sucedió algo que estuvo más allá de la derrota del 11 de abril ante Europa, y del empate con el «Barça». Apenas comenzado el partido contra los azulgranas,a los 7 minutos, Petrone sufrió una lesión, que hubo de marcar para siempre su carrera deportiva; enseguida se confirmaron las presunciones: rotura de meniscos de la rodilla izquierda. La danza de la sardana para Nacional no tuvo nada de festivo. Pero estos hombres eran magos, ilusionistas, estrellas del fútbol y, la máxima de los artistas se hizo carne en el grupo: «el espectáculo debe continuar».
El día 13 – ¡qué seguidilla! – enfrentaron a la selección de Cataluña, mientras «Perucho» hacía reposo en un sanatorio; el equipo tricolor no pudo sobreponerse del bajón anímico y volvió a caer en «Las Corts», 1-2.Todavía faltaba la revancha contra Europa, el 16; se consiguió un pálido empate (1-1); lo más disfrutable de ese encuentro fue que era el último en Cataluña.
En determinado momento, quienes estaban al frente de la delegación deciden pedir refuerzos a Montevideo; así viajaron a Europa para unirse al grupo, Alfredo Ghierra, René Borjas, José Pedro Cea y José Nasazzi. Otras comarcas y nuevos desafíos aparecieron en el camino del «tour». En la tierra de los tulipanes soñaban con el desquite del áspero «match» jugado apenas once meses atrás en Colombes, entre Uruguay y Holanda.
El partido se jugó en Rotterdam, estadio de Feyenoord, el 10 de mayo. Por Nacional lo hicieron: Clavijo; Bucetta y Fiorentino; Andrade, Zibechi y Carreras; Urdinarán, Scarone, Castro, Casanello y Romano. Dos de los colosos de ambas escuadras, protagonistas del pleito olímpico, faltaron a la cita; no estaba el «artillero» Petrone, tampoco el gran «goal-keeper» Van der Meulen.
Tres goles del «Manco» Castro, dos del «Mago» Scarone, uno de Zibechi y otro de Casanello, pusieron el histórico 7-0 de aquella jornada. Luego vendrían Praga, Bruselas, Estrasburgo… Recién estamos en la mitad de la gira. El 17 de mayo se registró un hecho extraordinario, difícilmente repetido por Club alguno; Nacional jugó ese día tres partidos a la vez en ciudades distintas, en tres países…!
En París, enfrentó a un combinado franco-suizo alineando a Mazzali; Carlos Scarone y Foglino; Ghierra, Macciá – que había ido como hincha – y Miramontes; Suffiotti, Zubizarreta, Borjas, Cea y Marán. Fue victoria; goles de Cea, Suffiotti y Borjas, marcaron un contundente 3 a 0. A la misma hora en Bruselas se le ganaba a un combinado belga – «Entente Bruxeloise» – por 2 a 1; goles anotados por Héctor Scarone. Jugaron con la casaca tricolor: Clavijo; Bucetta y Arispe; Carreras, Zibechi y Martínez; Orestes Díaz, Héctor Scarone, «Manco» Castro, Casanello y Romano. En ese mismo domingo, cuando caía la noche europea, aquí en Montevideo, en la cancha de Agraciada y Olivos, otra formación tricolor empataba con Bella Vista 1 a 1. Allí, en el campo de «Los Hornitos», baluarte casi inexpugnable de los papales, defendieron a Nacional: Maturell; Recoba y Camarotta; Broncini, Signorelli y Sciutto (Diego Lucero) – brillante cronista que realizara uno de los más sabrosos relatos de la gira del ’25, en la revista «Estrellas Deportivas» -; Pascual Somma, Sosa, Amato, Finamore y Elizalde. El gol de Nacional lo hizo el «Briga» Amato.
Fue como si la grandeza de Nacional le permitiera trasponer la barrera del tiempo y la distancia, concretando una proeza de ribetes descollantes; tres partidos simultáneos; 33 casacas tricolores defendidas por leones que sabían lo que se jugaban en cada encuentro, «el prestigio y la trayectoria del club». Y no se perdió ninguno.
La embajada tricolor en Europa, volvió a unirse para continuar la «tournée». Estando en plena gira, la «International Board» modifica la «ley del off-side», debiendo los tricolores ajustarse a las nuevas reglas con rapidez. Nasazzi, «Rasquetita», «Tito» Borjas, «Manco» Castro y otros, planificaban y analizaban las nuevas posibilidades sobre las mesas de los cafés. Nuevamente en París, Nacional volvió a enfrentar a la Selección de Francia, pero sin «retaceos» con el tiempo; fue un partido de verdad con sus sagrados 90′. Se jugó el 4 de junio en el estadio «Bergeyre»;
Nacional puso en el campo a Mazzali; Nasazzi y Arispe; Héctor Scarone, Zibechi y Ghierra; Romano, Suffiotti, Borjas, Cea y Marán. Los atónitos franceses vieron cargar el viento tricolor, que infló las redes de su valla seis veces. Fue una verdadera demostración futbolística; 3 goles de Cea, 2 de Scarone y 1 de Borjas.
Luego Basilea, de allí a Viena, el Tirol austríaco después; de Innsbruck a Zurich y, otra vez Viena. Se fue cumpliendo el programa de partidos pero quedaba un «asunto» pendiente. Había que volver a la capital catalana. El 5 de julio estuvieron frente a frente, Nacional y Europa. Tampoco pudo ser; ganaron los catalanes 1 a 0. El Club Europa dejó de existir, mas el recuerdo de sus triunfos sobre Nacional en aquella gira, son como las cicatrices que los invencibles gladiadores muestran con orgullo.
De Catalula a Gerona; después, laposibilidad de lavar la afrenta del Europa, frente a la Selección Catalana. El partido se jugó en «Las Corts», con entradas agotadas y numeroso público agolpado afuera pugnando por ingresar; fue el 12 de julio. En ese «field» hab´ñia caído lesionado «Perucho» Petrone. Una obra maestra de Borjas, un poema de Urdinarán, una genialidad de «Raquetita» y un «sardanazo» del «Vasco» Cea, decretaron el 4 a 0 que puso las cosas en su lugar. Con Nacional no se «jugaba».
De Barcelona a Oporto – allí la selección de Portugal se «comió» un 7 a 2 -; de Oporto a la región de Galicia. Se empató con el Celta de Vigo, en Riazor; más tarde 0 a 0 con el Deportivo La Coruña, que dio revancha para el 8 de agosto; sería el último partido de la gira. Los «players» de Nacional, prácticamente jugaron con «las valijas al hombro». Entraron al campo del Real Deportivo La Coruña, por Nacional: Mazzali; Fiorentino y Arispe; Carreras, Nasazzi y Ghierra; Urdinarán , Scarone, Cea, Casanello y Marán. Héctor Scarone en dos oportunidades y Cea, le hicieron bailar la «muñeira» a los coruñeses: 3-0- Inmejorable despedida.
Fue una patriada inolvidable e irrepetible para el fútbol uruguayo. Héctor Scarone se erigió en el máximo «scorer de la gira: 26 «pepinos»; Héctor Castro hizo 19 y «Tito» Borjas, 17. Petrone, que sólo jugó seis partidos marcó 15 goles. El que más jugó fue Andrés Mazzali: 25 partidos. Se recorrieron miles y miles de kilómetros; vieron jugar a Nacional aproximadamente 700 mil personas – un promedio de 20.000 espectadores por partido.
«Nacional no ganó dinero. Ganó otra forma de riqueza que hace al espíritu del hombre. El valor de su hazaña se mide por títulos que todavía se cotizan; poco, pero se cotizan: los del prestigio y el honor que su cruzada ejemplar refleja sobre nuestra juventud, nuestra gente, nuestro fútbol, nuestro querido Uruguay». (27)
La delegación tricolor regresó con las valijas cargadas… de gloria; fue recibida con todos los honores; ya existía conciencia de la relevancia del acontecimiento. Llegaron en agosto; el 25 – fecha patria – se inauguró el Palacio Legislativo. El 1º de setiembre el gobierno de la República felicita al Club Nacional de Football por su brillante gira en nota firmada por Carlos María Prando, Ministro de Instrucción Pública.
Algunos artífices de la gira
Andrés Mazzali fue para muchos el mejor arquero de todos los tiempos, su vestimenta y su técnica fueron impactantes para la época. Catalogado como uno de los legendarios personajes de la historia de Nacional y de la Celeste. El ciclo rutilante de la Selección Uruguaya de las primeras victorias mundialistas, lo tuvo en el arco, como atornillado. Descolló en París en plena transición de la función de los arqueros; «el Buzo» Mazzali fue el gran estilista, el genio del cálculo entre los palos y en la salida. También fue decisivo en Amsterdam, donde realizó atajadas memorables. Mazzali fue asimismo un destacado atleta, especialista en las carreras de obstáculos sobre 400 y 100 metros. Como futbolista también jugó de atacante, demostrando notables aptitudes. En la gira del ’25 jugó dos partidos como delantero y figura además en la tabla de «scorers» de Nacional durante varios años; en 1921 alcanzó a marcar 4 goles.
Pedro Petrone, el gran «Perucho», salió del «cuadrito pobre» La Giralda; siete partidos en el viejo Charley fueron suficientes para que se le convocara como titular para el Sudamericano de 1923. Siendo Petrone figura estelar, dio comienzo la más brillante historia del balompié mundial desde los orígenes; ese período único comprende la victoria olímpica, el Sudamericano del ’24 en Montevideo y la gira de Nacional en el ’25, con el resplandeciente broche de 1930 – ligado en lo más íntimo, tanto en su concreción como en el éxito deportivo, a dirigentes y jugadores de Nacional.
Al lado de Héctor Scarone y el «Vasco» Cea, Petrone era una fiera. Se «aburría» de marcar goles. Los delanteros le «cortaban» la pelota, entraba con furia y sus furibundos disparos producían emoción en las tribunas colmadas de aficionados. «Rasquetita» decía: «A ‘Perucho’ hay que dársela justa y darse vuelta porque van a mover. Es gol». El diario «La Vanguardia», de Barcelona, publicó este comentario: «Pedro Petrone, internacional, campeón olímpico y sudamericano. El centrodelantero de Nacional es hoy por hoy una verdadera maravilla en su puesto. Su actuación en este momento es muy superior a la de la Olimpíada de París, en la que se destacó con relieves propios. Puede decirse de Petrone que es un director de quinteto irreprochable y un delantero de fuerza única».
Fue el primer futbolista en ser operado de los meniscos – por el Dr. Ernesto Quintela -, costándole bastante tiempo reponerse. Dieciséis meses después volvió a jugar y volvieron sus anhelados golazos, mas una leve cojera se advertía cuando corría, lo que le restaba velocidad. «Perucho», que murió joven, también fue honrado por los poetas; ejemplo de esto son los versos de Julio Silva Valdés, en su poema «Petrone»: «Y si arrancaras con tus cuatro/ compañeros de labor,/ mientras tejes la jugada/ ya está tu mente pegada/ en los tres palos del gol».
Para José Leandro Andrade, el fútbol en sus pies tenía un contenido distinto. Tuvo el rol protagónico en Colombes, de la consagración más espectacular de un futbolista en Europa, de donde volvió con un apodo – a la manera de los motes que llevaban como empresa los antiguos caballeros en las justas y torneos -: la «merveille noire». Era dueño de un estilo espectacular; su famosa tijera era como la carta de presentación en sus duelos memorables con las más famosas alas, pero lo suyo no era sólo destruir. Su figura registraba clase «por todos los poros»… y fue sin lugar a dudas el primer gran jugador negro de Nacional. Amaba el carnaval tanto como el «fóbal», y allá iba al llamado de sus ancestros dándole al parche con los queridos «Nyanzas». Su vida fue una conjunción de proezas futbolísticas, candombe y bohemia. Recordando sus hazañas, en los cafés de Villa Muñoz, levantando la copa de caña con durazno, falleció muy solo, en 1957.
Sobre el «Mago» Héctor Scarone se han escrito ríos de tinta y no se agotan los conceptos; nunca está de más lo que se pueda agregar acerca de este verdadero fenómeno, patrimonio del fútbol oriental. Era un crack auténtico en cualquier puesto que ocupara, brillando con luz propia durante veinte años. Rematador fuera de serie, no tenía parangón en los tiros libres, dio cátedra en la «ciencia» del pase; en la definición de los penales era fulminante para los arqueros. Su hermano mayor Carlos, el «Rasqueta grande», integró el plantel de la gira histórica como justo premio a su dilatada carrera como notable «footballer»; además era su despedida…
Más delante nos acercaremos a las figuras de Nasazzi, Cea y Héctor Castro.
Otras giras por el ancho mundo
La epopeya realizada por Nacional en 1925 pedía continuidad; el Club había acrecentado notablemente su fama y de todos los rincones del globo requerían su presencia. Los más exquisitos espectadores, los «sibaritas del fútbol» querían ver a los artistas de la pelota, a los dueños de un estilo nuevo de jugar. Los medios de transporte eran lentos y los viajes resultaban agotadores; tampoco era sencillo cumplir con los entrenamientos en medio de aquellas maratones futbolísticas. Pero Nacional no se arredraba de su derrotero.
En 1927 se reanudó la disputa del campeonato uruguayo con… ¡veinte equipos! Rampla Juniors fue el campeón; Nacional ocupó el cuarto puesto. Pero el «affaire» de los tricolores esa temporada estaba en otro lado. Nacional llevó a cabo una gran gira por América del Norte y las Antillas, jugando 22 partidos, de los cuales ganó 16, empató 2 y perdió y 1; 3 «matches» no se definieron.
En el mes de febrero partió la delegación comandada por José María Delgado, Rodolfo Gorriti, José Richling y el embajador uruguayo en los Estados Unidos. Emilio Servetti Mitre fue el entrenador y Juan Kirschberg, kinesiólogo. Fueron los jugadores: Mazzali, Batignani, Antonio Urdinarán, Recoba, Diego Fernández, Queirolo, Andrade, Zibechi, Vanzino, Lorenzo Fernández, Ghierra, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Angel Romano, Héctor Castro, Zoilo Saldombide, Haberli, el «Vasco» Cea y Finamore. Lorenzo Fernández era ídolo en Peñarol y participó de la gira como refuerzo, derrochando con la casaca tricolor, la categoría que le caracterizara a lo largo de su trayectoria deportiva.
Le correspondió a Nacional mantener viva la llama del fútbol uruguayo, enfrentando a los mejores equipos de los países que visitó. Ya se ha dicho que estos «gigantes» futbolísticos eran capaces de emprender con éxito las empresas más arduas. Nacional convirtió 78 goles y recibió 24. Algunos de los clubes que se midieron con los tricolores fueron: Brooklyn Wanderers, Sparta, Real Iberia, Fall River, Juventud Asturiana e Hispano; también jugó contra las selecciones de Boston, Detroit, Cleveland, Chicago y Filadlefia; contra la Selección Mexicana y Española – de Cuba -. «Selección Internacional», de México; «Combinado Español», de México; «Guerra y Marina», y la «Liga Americana» también fueron rivales del once tricolor.
En la ciudad de La Habana, Nacional batió un «récord», marcando 8 goles en ¡40 minutos!, frente a la selección «Hispano-América – Juventud Asturiana».
Nuevamente, el regreso de los tricolores fue una fiesta; ¡como si fuese una costumbre! En el Parque Hotel se organizó un largo y merecido homenaje a los protagonistas de la «traversée». En esa oportunidad, el ilustre vate tricolor señaló entre otros conceptos: «… de ese linaje eran los varones que tuve bajo mi custodia: varones de hierro, indesmayables, que lo mismo accionaban entre la nieve como entre los hornos tropicales, lo mismo en la llanura como con el pecho apretado por los cíngulos de la montaña, lo mismo contando con el apoyo de las masas como teniendo que soportar y a veces repeler, sus ímpetus hostiles. Eso es lo que realza la proeza…» Por las canchas del mundo, las reales y las imaginarias andará traqueteando sin parar, el vagón que el Gobierno de México dispuso para Nacional, enganchado a la locomotora de la gloria, surcando la eternidad labrada de triunfos.
En 1958 Nacional pisa el suelo europeo nuevamente; juega 10 partidos, de los cuales gana 4; empata 4 y pierde 2. El 15 de junio, conquista la Copa «Teresa Herrera», en la ciudad de La Coruña – cuna del Presidente del Club, don José Añón -, al vencer a Flamengo, de Brasil, por 2 a 1. El tradicional y valioso trofeo fue logrado por: Walter Taibo; Horacio Troche y Edelbert Di Fabbio; Roque Fernández, Jorge Gómez y Juan Carlos Mesías; Héctor Núñez, Raúl Núñez, Juan Angel Romero, Héctor Rodríguez y Guillermo Escalada. El primer tiempo finalizó 1 a 0 a favor de los cariocas; en la segunda parte, Héctor Núñez y Escalada le dieron la victoria a Nacional.
Al tiempo que se desarrollaba la gira – se le ganó a Benfica 2 a 1; al Levsky, de Bulgaria, 3 a 2 y al Deportivo La Coruña 4 a 3 – en Montevideo un equipo integrado por juveniles conquistaba el Campeonato Pentagonal Internacional, disputado con Rampla, Liverpool, Sud América y Huracán de Buenos Aires. ¡Otro gran logro tricolor!; que además agregó una perla solidaria a su collar de glorias. Recién llegado de la extensa gira, jugó en la «Bombonera» el 3 de agosto, contra Boca Juniors, en beneficio a los damnificados por las inundaciones. Triunfó Nacional 2 a 1 con goles de Raúl Núñez y Julio Acosta, quienes batieron la valla del recordado Mussimessi; pero Nacional había ganado antes del partido… el reconocimiento y el respeto de todos.
En 1964 Nacional aprontó las valijas y concretó una nueva gira que arrojó como saldo 12 partidos jugados; obtuvo 7 victorias, 3 empates y perdió en dos oportunidades. Hubo encuentros memorables: contra Standar de Lieja (3-1); con Dínamo de Kiev (2-0); frente a la selección de Suiza (2-1). El equipo base de la gira fue: Roberto Sosa; Roger Baeza y «Cococho» Alvarez; Modernell, Eliseo Alvarez, Mario Méndez y Oyarbide; Arias, Jaburú, el «Nene» Sanfilippo y Urruzmendi; alternaron entre otros, Ramos, Acosta, Bergara, León, Manicera y Domingo Pérez.
Otra vez por el mundo, en 1969; se juegan 11 partidos, logrando Nacional 5 victorias y 2 empates. Encajó 4 derrotas. El poderoso Real Madrid, la selección andaluza de Córdoba, Deportivo La Coruña, Spartak de Moscú y Sparta de Praga fueron algunos de los encumbrados rivales. Hubo tres partidos para la historia: el triunfo sobre el Bayern Munich 2-0 y ante la selección de la desaparecida Alemania Oriental por 1 a 0 y el empate con «score» cerrado frente a la selección berlinesa.
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