Una anécdota de un par de horas que se extiende a una vida y un sentimiento. En esta oportunidad, un hincha relata las sensaciones de su viaje a La Boca y todo lo vivido.
Conde no pudo con la última, ¿qué más se le podía pedir? Y La Bombonera estalló, de alegría pero también dejando escapar la tensión de un partido durísimo. Es que el “camino allanado a la final” que vaticinó Riquelme tenía antes una difícil parada: el Club Nacional de Football. ¿Nacional de Montevideo? ¡Nacional de América! Los hinchas que colmamos el sector visitante recibimos el golpe pero tuvimos que levantarnos para aplaudir a nuestros jugadores, a ellos no se les puede recriminar nada porque dejaron todo y un poco más. Ellos nos aplauden a nosotros y se retiran al vestuario. La fiesta es Bostera. Yo no sé de merecimientos, sé que caímos en la parte más cruel de este deporte: los penales. Boca festeja y está bien porque salieron a ganar su partido. Cuando les servía el cero a cero no mandaron esconder las pelotas, porque, al igual que Nacional, ellos son un grande de verdad.
A nosotros no nos dejan salir de la tribuna. Empezamos a movernos de los lugares donde estuvimos cantando, alentando, festejando y sufriendo durante todo el partido. Caminamos tratando de entender cómo se puede alcanzar algo con la punta de los dedos y después perderlo. Yo camino y me encuentro con un abuelo, que, aunque un poco más joven, bien podría ser el mío. Lo miro y él me mira. Tiene la mirada triste pero compasiva a la vez. Llora y me sostiene la mirada. Capaz yo también le hago acordar a alguien, además en ese momento me doy cuenta de que yo también estoy llorando. Sigo, le hago preguntas a un amigo que él no me puede responder, que yo tampoco podría y que a esa altura ya no importan. La Bombonera se vacía muy lentamente, y después de mucho rato nos largan. Todos a los ómnibus y después al puerto para volver a casa.
Ya en viaje desde Colonia a Montevideo pienso en esta crónica para la que había soñado otro final, pero no me siento defraudado. Todos lo soñamos porque este plantel nos lo permitió. Porque son hinchas de Nacional. En un fútbol donde pululan los mercenarios, los egos, los que vienen a recuperarse, los que buscan levantar su cotización, los que vienen a retirarse por un capricho personal, en ese fútbol Nacional paró un equipo de hinchas comprometidos con la causa de todos. No la individual, no la de sus compinches; la causa de todos los hinchas de Nacional. Cuando esto pasa los grandes triunfos se ponen en el camino. No puedo saber cuándo, pero sé que están ahí.
Ya es viernes y mientras escribo esto el cielo empieza a aclarar porque todo sigue. Hoy todos tenemos cosas que hacer. Yo por ejemplo tengo que sacar mi entrada para ir el domingo al Gran Parque Central, porque cuando juega Nacional ¿qué otra cosa se puede hacer?
Aguante la hinchada de Nacional; la de la tribuna y la de la cancha.
El Quemas
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