Este miércoles 11 de diciembre se estarán cumpliendo 25 años de la obtención de la última Copa Intercontinental que Nacional colocó en sus vitrinas.
En ese año se obtuvo también la última Copa Libertadores.
1988 fue un año glorioso, inolvidable, increíble.
Glorioso e inolvidable no es difícil darse cuenta de por qué. El equipo se llenó de gloria ganando las dos copas más importantes que se disputan a nivel de clubes. Y eso alcanza para que ese año no se borre de la memoria de los bolsilludos que tuvimos la suerte de ver esos triunfos y disfrutarlos como nunca.
Ahora, ¿por qué el 88 fue un año increíble?. En principio porque pocos -por no decir casi nadie- daban mucho por el plantel que ese año se formó con la obligación de hacer olvidar rápido lo que venía de conquistar el tradicional rival. Con Roberto Fleitas a la cabeza se fue armando un equipo de jugadores aguerridos, luchadores, de buenas características técnicas algunos de ellos, pero sin estrellas.
Fue un plantel en el que realmente se puede decir que el conjunto era mucho más que la suma de sus partes. Funcionaban como equipo más que como suma de individualidades. Se fueron conociendo, armando y construyendo una relación entre ellos que iba más allá de lo que vivían dentro de la cancha. No eran todos amigos porque eso no existe, no es real, pero eran todos compañeros solidarios. Conscientes de sus virtudes y de sus limitaciones. Todos apostando y aportando por un mismo objetivo: ganar.
Primero fue ganar el próximo partido, con el tiempo se dieron cuenta de que podían apostar a ganar mucho más que eso.
Nunca bajaron los brazos por más complicado que fuera el desafío que se les pusiera enfrente. Y vaya si hubo rivales de temer y que llegaban en mejores condiciones en varios sentidos (económicas, de infraestructura, de plantel, de preparación). Pero uno sabía que esos once jugadores entraban a la cancha y dejaban todo por Nacional, no había imposibles para ellos.
Bien los define el periodista argentino Jorge Barraza, que en 1988 viajó a Tokio a cubrir la final de la Intercontinental para la revista El Gráfico:
“Cada uno aportó lo suyo: Seré, las atajadas; De León, la clase; Revelez, el aguante; el Vasco (Ostolaza), la fe; Yubert Lemos, el talento; Cardaccio, el sacrificio; William Castro, la técnica; De Lima, el gol; Pinocho Vargas, el oportunismo; Pintos Saldanha, la marca y la alegría; Tony Gómez, el entusiasmo; Soquita, la firmeza defensiva; el Indio Morán, el brío, la rebeldía. Cada uno puso su granito y armaron una roca” (“Nacional 88: Historia íntima de una hazaña”. Valentín Trujillo y Elena Risso).
También hicieron lo suyo Daniel Carreño, Martín Lasarte, Mario López, Héctor Molina, Sergio Olivera, Enrique Saravia. Y en el cuerpo técnico, Saúl Rivero como ayudante de Fleitas y el profesor Cono Caminatti como preparador físico.
Algunos ya no están entre nosotros, otros viven en otro país y hay quienes prefieren el anonimato. Todos, todos, sin excepción merecen nuestro eterno agradecimiento, nuestro más fuerte aplauso y ese gran homenaje que les debemos.
Por eso y por todo lo que representan para nuestro querido Nacional, es que el próximo 11 de diciembre hay que estar en el Gran Parque Central para, tanto los que los vimos ganar como los que heredaron su gloria y su increíble historia, le tributemos ese día de fiesta que tanto se merecen.
Nacional es grande gracias a ellos y tantos otros que han enriquecido su enorme historia. Este año nos toca homenajear a los héroes del 88.
Imposible faltar.
Analía Filosi
COMPARTÍ ESTE ARTÍCULO:
UNITE A NUESTRA COMUNIDAD
Seguinos en nuestras redes sociales y enterate de toda la actualidad del decano del fútbol uruguayo
REDES SOCIALES
SUSCRIBITE A NUESTRA NEWSLETTER
No te pierdas ninguna novedad del decano