El desconocimiento de la historia del fútbol uruguayo del que hace gala el Sr. Forlán, no nos sorprende.
El DT de nuestro rival tradicional hizo declaraciones sobre las condiciones de Luis Suárez, que encajarían más en un equipo como Boca Juniors, dadas las condiciones del salteño.
A continuación, se despachó con un concepto que asimila a Boca Juniors y Peñarol por un lado y a Nacional y River, por el otro.
Según el novel DT, “Peñarol es más pueblo, Nacional es más como River”.
La verdad es que el Sr. Forlán ha dejado tantos flancos abiertos que debemos elegir por dónde empezar a cuestionar sus inoportunas declaraciones.
La primera y fundamental: se trata de un funcionario rentado del Club Atlético Peñarol, lo que lo obliga a ser mesurado y respetuoso cuando se refiere a otras instituciones, cualesquiera que éstas sean, pues su opinión puede comprometer gratuitamente a su club y luego, el que aclara, oscurece.
El Sr. Forlán ha manejado un concepto demagógico, utilizado en otras oportunidades hasta por el Dr. Julio María Sanguinetti, que se refería al supuesto origen obrero de la masa partidaria de los suyos como una especie de galardón que los haría más puros, o quizás mejores.
“Ni tan calvo ni con dos pelucas…” Si hacen caudal del origen en la desaparecida entidad ferrocarrilera de origen inglés, todos sabemos que se trataba de una organización gremial, donde el predominio absoluto en la administración y en las decisiones lo tenían los altos funcionarios del ferrocarril.
¿Qué quiere decir “más pueblo”? La reacción criolla que dio origen a Nacional estaba conformada por jugadores nativos que apenas habían terminado el bachillerato y que estaban tan “pelados” que ni plata tenían para la elemental organización de la administración del club.
La Constitución de la República nos distingue exclusivamente por nuestros talentos y nuestras virtudes. Lo que debería importarnos de las personas es que sean buena gente, independientemente de su condición de obrero, patrón, colchonero o rey de bastos.
Subliminalmente, se intenta introducir el concepto de que la pertenencia a ese supuesto “pueblo” los haría más nobles, mejores “muchachos”. Concepto éste manejado justamente por una persona que, por su crianza, su educación y el entorno social en el que se ha movido en su vida, no encaja en su concepto de “pueblo”.
Por otra parte, el desconocimiento de la historia del fútbol uruguayo del que hace gala el Sr. Forlán, no nos sorprende. No tiene idea de que ya en 1910 Nacional tenía jugadores de raza negra en sus filas. No tiene idea que quienes reaccionaron en 1911 contra la corriente incontenible que incorporaba jugadores de todas las clases sociales a Nacional, tuvieron que
irse del club, corridos por una democrática Asamblea que resolvió el asunto como correspondía.
No tiene idea de que Atilio Narancio no solamente hipotecó su casa para que la gran historia comenzara, sino que fue un filántropo y un benefactor como pocos, haciendo gala de su condición de médico y de ejemplar ciudadano.
No tiene idea de que en una misma línea vivió su vida el Dr. José María Delgado.
No cabe duda de que esos dos eran “pueblo”.
No tiene idea de que Nacional y Boca Juniors sostuvieron la institucionalidad del fútbol rioplatense mientras otras amistades procuraban torpedearla, creando a cada rato organizaciones disidentes.
No tiene idea del Nocturno del 38, con la noche de las camisetas ensangrentadas y la más grande demostración de coraje que hayan dado 11 jugadores de un equipo uruguayo en cancha ajena a lo largo de los tiempos.
No tiene idea de que pueblo es el laburante que se sube a una bicicleta todos los días para ir a laburar en la construcción y también lo es el que abre a diario su “bolichito”, el que se quema diez años los ojos estudiando para tener una profesión o el empresario que se juega a diario su capital, dando trabajo a mucha gente.
No importa de qué cuadro son hinchas, para ser “pueblo” importa que sean personas de bien, pues eso será bueno para todos.
Al Sr. Forlán le faltó la madurez para razonar que sus declaraciones podrían molestar a un colectivo que cada vez que él vistió la celeste, lo alentó y aplaudió sus goles a rabiar, reconociendo su entrega y sus dotes de notable futbolista.
No nos habíamos imaginado que una persona como él pudiese ingresar en el campo de la demagogia y de la discriminación.
Esperemos que haya sido una pifia. De las embromadas, pero pifia al fin.
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