Uno de los futbolistas más grandes de la historia del Decano.

Nacido en Paysandú, fue campeón uruguayo 1957, además de ser el autor del gol más rápido de los clásicos y de tres tantos ante el tradicional adversario el 18/8/57.

Defendió a Nacional entre 1954 y 1962, con 109 partidos y 34 goles oficiales.

Velatorio:

Domingo 5 de febrero: Empresa Martinelli, de 08:00 a 13:00 horas.

Sepelio:

Domingo 5 de febrero: Parque del Recuerdo (Ruta Interbalnearia), 13:40 horas.

El recuerdo para “Ciengramos”

Ha muerto “Ciengramos” Rodríguez y sería muy fácil encontrar la metáfora para despedirlo: “las moñas se fueron al cielo”.

Porque “Ciengramos” fue, sin duda, uno de los más endiablados futbolistas con alma de potrero que haya existido, y quizá estamos limitando el concepto al describirlo, debiendo decir simplemente “el mejor”, porque en ese sentido era incomparable.

Surgió junto a Héctor y Raúl Núñez y Julio Acosta, un cuarteto que maravillaba en la Tercera División y que, súbitamente, fue ascendido al primer equipo en un torneo de verano.

Boca e Independiente sufrieron, al influjo de actuaciones memorables de los cuatro más Romero, goleadas que ni los más acendrados hinchas podrían creer.

De ese cuarteto, tal como lo reconoció quien continuó luego su carrera como técnico, Héctor Núñez, era “Ciengramos” quien tenía un “ángel” especial. 

Quienes lo vimos en el campo de juego sentimos hoy una profunda tristeza, porque Núñez tenía razón. ¡Cuánto “ángel” tenía “Ciengramos”!

Nos parece verlo con ese drible infernal que le salía naturalmente, como formando parte de su esencia de futbolista sin par y nunca como un recurso para humillar al adversario, quien incluso así lo sentía.

Era tan endemoniado su drible, que un rival tradicional, Néstor Goncalves, le decía en los clásicos: “petiso de porquería, ándate para otro lado, no me vengas a jorobar a mí”, y en ello, más allá de una supuesta vedada amenaza, existía en realidad un reconocimiento y admiración.

Porque eso era lo que provocaba “Ciengramos”. ¡Admiración!

Su faceta de futbolista admirablemente dotado la puso de manifiesto esencialmente en un clásico que Nacional ganó 3-0, con tres goles suyos.

Allí abrió el libro de su repertorio notable, con sus moñas imparables, con sus pases magistrales y su tiro certero, porque no hay que engañarse: era también un gran shoteador.

¡Cuánta alegría había en su fútbol!

Su presencia por sí sola originaba un espectáculo dentro del propio partido.

Era imposible aburrirse en un partido donde estuviera jugando “Ciengramos”.

Y si alguna persona piensa que estamos exagerando, recurrimos a un testimonio insospechable: el de Oscar Moglia.

Quien fuera el más notable basquetbolista uruguayo de todos los tiempos, sentía una admiración muy grande por “Ciengramos”, y lo iba a ver jugar siempre.

Nunca se supo de qué cuadro de fútbol era Moglia, sabiéndose que siempre iba a ver a los “grandes” y muchas veces a Danubio. 

Pero cuando “Ciengramos” pasó a Rampla Juniors, Moglia le dio prioridad a Rampla porque allí estaba él.

Pregúntesele al hijo de Moglia, al también famoso “Oski”, y confirmará lo que decimos.

Recordamos este hecho porque estimo que los “grandes” solo pueden sentir admiración por los “grandes”.

Y si el más grande en su especialidad admiraba a “Ciengramos”, con este simple recuerdo el elogio queda hecho.

El apelativo “Ciengramos” le ganó al nombre. Porque así simplemente lo llamaban la mayoría de las veces los comentaristas y relatores deportivos, y ni que decir los propios hinchas.

Pero hoy el apelativo queda muy corto.

No son “Ciengramos”, son varios kilos de calidad que hoy traspasan la barrera del tiempo para quedar incorporados en la eternidad como un jirón del alma de Nacional.

Dr. Hernán Navascués

nacional.uy

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