No existe una división, así como tampoco en años pares o impares o torneos a dos o una rueda.

Un tiro libre. La barrera, la pelota y el ejecutante. Esa sería una acertada analogía para el tratamiento que le da la prensa a la historia del fútbol uruguayo. Cada uno corriendo la situación -la pelota o la barrera- según su conveniencia. Lamentablemente acá parece no existir un árbitro que les recuerde que el fútbol uruguayo es uno solo. Es una su Asociación desde 1900 como también lo es la continuidad del Campeonato Uruguayo o Copa Uruguaya, que se mantiene desde la primera, disputada en 1900, en el que se proclamara campeón el desaparecido CURRC hasta la más reciente temporada, correspondiente al 2017, en la que se coronara campeón el Club Peñarol. No existe una división entre era amateur o profesional, así como tampoco en años pares o impares o torneos a dos o una rueda.

El pasado domingo 28 de enero, en una nota titulada “Coleccionistas”aparecida en el diario El País, firmada por Luis Prats, a propósito de los jugadores que han ganado más veces el Campeonato Uruguayo, se insiste en esta división caprichosa y sin fundamento. El señor Prats es -y lo ha demostrado ampliamente- un conocedor de la historia del fútbol uruguayo y, no me atrevo a dudarlo, de este deporte en general. Prats ha de saber por lo tanto que el fútbol, aquel deporte en el que existe una coincidencia para situar su nacimiento en 1836, veinte años después ya se había transformado en profesional. Asimismo, Prats no debe desconocer que, en las primeras décadas del siglo XX tanto el Club Nacional de Football, como el CURCC y el Club Atlético Peñarol, habían recibido sendas acusaciones de profesionalismo. O sea, a nadie escapa que la denominación de “profesional” a partir de 1932 no hizo otra cosa que legitimar lo ya sabido y no existió ni existe la menor duda de quienes se consagraron como campeones uruguayos antes de esa fecha. El que no haya existido una etapa de transición de una era a otra evidencia, además, que la práctica profesional no le era ajena a ninguna institución.

Graficando: Para 1932 Uruguay se había enfrentado infinidad de veces con Argentina de manera oficial y la había vencido en 35 ocasiones, incluyendo una final Mundial, una Olímpica y tres de América. Al otro grande del continente, Brasil, también le había ganado en 4 de las 10 oportunidades en que se midieron. Las seis restantes se dividen en dos empates y cuatro derrotas. Antes del establecimiento de ese muro histórico que varios periodistas se empecinan en levantar, la celeste había conseguido tres de sus cuatro estrellas, que orgullosamente lucen en su camiseta, en un mismo plano de importancia y había sumado seis de sus quince Copa América. Aclaro que esta información es extraída del libro “La crónica celeste” de autoría del mismo Luis Prats.

En definitiva, sin nada que lo sustente, se deja de lado la parte más rica y trascendente de la historia del fútbol uruguayo. Sobre la que se cimentó la gloria, el mito y la estirpe de un fútbol que supo ser el más avanzado, aguerrido y exquisito del planeta. Quedan así por el camino figuras antológicas, de la talla de Alfredo Foglino -nueve veces campeón uruguayo-, José Vanzzino -con otras tantas copas uruguayas-, Ángel Romano -ocho Uruguayos con Nacional y uno con el CURCC-, Héctor Scarone -también ocho- y su hermano Carlos, nueve veces campeón uruguayo, con los mismos números que Romano, una defendiendo al viejo club inglés y ocho con la decana en el pecho.

No desconozco que el señor Prats tiene todo el derecho de escribir como quiera y manejar la información de la manera en la que más le convenga en su rol de periodista -que presumo neutral-. Ese mismo derecho me asiste a mí como escriba partidario, por lo tanto hago uso del mismo.

Ernesto Flores

La foto de portada es Alfredo Foglino y es de la Comisión de Historia y Estadística.

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