Qué quilombo que se armó con tan poco, eh. ¿Viste lo que provocás?

Lucho querido.

Qué quilombo que se armó con tan poco, eh. ¿Viste lo que provocás?

Es que tenés que pensar que sos el uruguayo vivo más importante de la historia, y acá viste que el éxito no sabemos bien cómo manejarlo.

Nuestra mediocridad nos hace ver a los que alcanzan la cima con cierta desconfianza. Tenemos que buscarle la contra, la excusa de porqué ellos sí lo lograron y nosotros no.

Somos especialistas en cargar nuestras frustraciones en la espalda de quienes pudieron superarlas. Justamente por eso, como pudieron con las suyas, les pedimos que carguen con las nuestras. Así es más fácil.

Pero vos eso ya lo sabés, porque muchas veces, aunque no te correspondía, te hiciste cargo. Agarraste los problemas de millones de uruguayos, los pusiste junto a los tuyos, y los hiciste desaparecer, aunque sea por un rato. Todos momentos de felicidad que a muchos de nosotros nos van a durar toda la vida. Gracias por eso.

Tuve la suerte de conocerte y pasar rato contigo más de una vez, un privilegio que me regaló mi profesión y que inexplicablemente es motivo de orgullo para mí. Porque sos tan grande que generas eso: orgullo. A tu familia y a tus amigos, obvio, pero también a los salteños, a los uruguayos y a todos los que de alguna manera compartimos algo contigo, por más chiquito que sea. Hace unos días le regalé un mate a un amigo, era el mate que compartimos en Barcelona una de esas veces que me tocó estar cerca tuyo, tenías que ver la cara de emoción del pibe cuando le mostré la foto y vio que era el mismo, y eso que no es de Nacional. Porque sos tan grande que generás eso, en todo el mundo.

Pero algunos sentimos un orgullo diferente, un orgullo extra, porque compartimos algo mucho más grande que un mate, un momento, una ciudad o un país, compartimos un sentimiento inabarcable, que es incomprensible para todo aquel que no lo haya sentido alguna vez, compartimos el amor por Nacional. Y eso es muy fuerte para nosotros. Que el mejor jugador uruguayo de la historia haya nacido profesionalmente en Nacional, y que además sea el cuadro del que siempre fue hincha, nos genera un orgullo que para muchos es inmanejable. Tener a Nacional en común con Luis Suárez, es muchísimo, y algunos no saben bien cómo expresarlo.

Yo, por ejemplo, me considero una persona emocionalmente centrada, racional, con sentido común, medido en sus emociones, pero solo imaginarte volviendo a salir del túnel del Parque vestido de blanco me hace perder un poco el control. Y una vez que esa imagen se instaló en mi cabeza desde hace unos días, es muy difícil de sacarla, porque por más improbable que sea, no quiero sacarla.

Es que Nacional tiene un lugar fundamental en nuestra vida, nos despierta sentimientos, ilusiones y recuerdos a los que nos aferramos con alma y vida. Para mi Nacional es mi viejo, son mis amigos, mis hermanos, son las noches de copa en el Parque, es un abrazo de felicidad con cualquiera, es un grito desahogado con todos. Y en estos días, donde soñamos una posible vuelta, gritando un gol, besando el escudo, levantando una copa, créeme que nos despierta emociones tan fuertes que algunos no pueden gobernarlas. Pero eso es lo lindo de Nacional, ese sentimiento es el que nos llevó a tener la primera hinchada del mundo. Porqué sino un tipo al otro lado del océano donde se inventó el deporte iba a ser el primero en dejar la garganta en la cancha, marcando un antes y un después en la historia del

fútbol, porque Nacional es diferente, despierta cosas únicas. Estamos enfermos, Lucho, y cuando te vemos a vos y te imaginamos con la blanca en el pecho y la sonrisa en la boca, es de alguna manera una cura, un alivio, una esperanza en esta enfermedad.

Pero ojo, Lucho, no es solo una ilusión mia (ni de millones de bolsos), no tiene que ver solo con una expresión de deseo, tiene que ver con la justicia poética que te acompañó toda tu vida y que en el cierre de tu carrera tendrá su gran acto final. Vos estás predestinado a la gloria eterna y estoy convencido de que esa carrera demencial que construiste, llena de momentos cargados de épica, tiene su merecido broche de oro esperando en el mismo lugar donde comenzó. Porque, como la pelota, el mundo es redondo y todo ciclo perfecto se cierra, como un círculo, en sí mismo.

No soy yo que quiere que verte salir del túnel del Parque, del Morumbí, la Bombonera o el Maracaná, mientras los rivales se cagan en las patas con tu sola presencia, te juro que no es un capricho mio, esto tiene que ver con vos, con tu carrera, con tu historia y con la historia de Nacional. Y ahí, no tiene nada que ver lo que digan tres boludos en Twitter, ni la manija de la prensa, ni las frustraciones que nunca vamos a superar los simples mortales, ahí la única voz que tenés que escuchar, es la de tu destino.

Quiero que sepas que no importa lo que hagas en el futuro, estás palabras no son un pedido ni mucho menos un reclamo, son simplemente una forma de mostrarte lo que significás para todo el pueblo tricolor, y que sin condición alguna, vas a seguir siendo motivo de orgullo para todos nosotros. Gracias por eso.

Pablo Barreiro

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