Desde el inicio se vio a un equipo que no estaba enchufado ni encendido, y se obtuvo un resultado poco esperado en la previa, pero previsible viendo el transcurso del encuentro. 

DormidosEl equipo venía de una goleada y Martín Lasarte mantuvo el equipo, salvo en la zaga en dónde hubo cambio obligado por suspensión de Diego Polenta, ingresando Mateo Antoni. Desde el comienzo del encuentro se vio que el equipo no estaba enchufado. La falta de ritmo e intensidad para trasladar la pelota, para pasar y para intentar romper líneas por momentos era exasperante. Pasaban los minutos y la pelota estaba en poder del Decano, pero se movía de Olímpica a América, sin ningún tipo de profundidad. Nadie intentaba romper líneas. Nadie se jugaba a un uno contra uno. Nadie buscó filtrar pases para avanzar en cancha.

El equipo rival en su salsa esperaba refugiado para salir de contragolpe, cosa que casi no pudo hacer. Sin embargo, en la única jugada de peligro del primer tiempo que tuvieron lograron concretar el gol, y a partir de allí lo clásico: los nervios, el apuro. Y ahí es donde radica el problema. Una cosa es intensidad y ritmo, y otra el apuro. El apuro te lleva a tomar malas decisiones, a la imprecisión. Es el problema de entrar en 2a. en lugar de jugar en 5a. Sin movilidad, sin opciones de pases, sin intensidad para recuperar y para jugar en ataque, ante cualquier equipo, das ventaja y se emparejan los partidos. Y eso es lo que pasó en esta etapa del encuentro.

Apurados. Lo dicho anteriormente. Ante el resultado negativo la segunda mitad se sale a jugar apurados. El rival metido atrás entrega la pelota, pero Nacional nunca encontró espacios para romper el bloque defensivo. Lo intentó solo con centros desde los costados, que en gran parte fueron mal enviados. Alguna jugada de peligro se generó en base a impulsos individuales o a centros, pero no se pudo concretar. Sobre el final vino la perlita para una pésima tarde. Se logra empatar con un penal faltando 5’ y parecía que se podía, en base a empuje, conseguir algo más. Sin embargo, en una jugada aislada, en la que se genera un mano a mano con el último jugador tricolor que pierde en el salto, y llega el penal en contra pasada la hora que termina con la esperanza de rescatar algo del Centenario.

Desde lo anímico. Este partido se perdió desde lo anímico, desde las ganas. Y eso es lo que más bronca da. Se jugó ante un rival de muy mala calidad futbolística y no se le pudo hacer un gol con jugadas de cancha. Se entró a jugar como si fuera una práctica y ahí ha radicado la mayor parte de los inconvenientes que venimos sufriendo año tras año en los campeonatos: perder puntos ante equipos en que la diferencia futbolística y de plantel es abismal. Sin ir más lejos, este equipo de Rampla nos sacó 5 puntos en este Campeonato Uruguayo, diferencia que tenemos con el primero de la Anual.

Ojalá sea un golpe para despertar y entender que no se puede jugar un encuentro de estas características sin intensidad, sin ritmo y sin ganas. Ojalá haya sido a tiempo para recuperarse y terminar el año de buena manera. Uno no deja de tener en mente lo vivido por este plantel y por eso no quiere ser duro, ni caerle a nadie, pero creo que hay cosas que dependen de las ganas de uno, y eso no es negociable en Nacional. Estamos a tiempo aún, seguimos primeros en el Clausura, y peleando hasta el final la Anual, aunque ahora con menos chances.

¡Hoy más que nunca, Nacional Nacional carajo!

Diego Ávalo

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