Al día siguiente de ser confirmado como Director Técnico del plantel de Tercera fuimos hasta Los Céspedes a hablar con Álvaro Gutiérrez.
“Guti” se coronó recientemente Campeón Uruguayo con la Tercera, de la que se hizo cargo suplantando a Gustavo Bueno cuando éste viajó a Rusia a acompañar a su hijo Gonzalo. Gutiérrez era, a su vez, entrenador de Sexta División, y siguió desempeñando los dos cargos hasta la finalización del campeonato.
En la segunda mitad de enero se implementaron algunos cambios en las Formativas. Uno de ellos fue la conformación de un solo cuerpo técnico para cada categoría. De esta manera, Gutiérrez quedó al frente del plantel de Tercera División. Un reconocimiento a la buena tarea realizada.
No es lo mismo trabajar con botijas menores de quince años que con quienes integran el plantel de Tercera, que en muchos casos, ya han tenido algún partido en Primera División. Gutiérrez lo sabe y considera que “en lo que hace a las Formativas, desde Séptima, Sexta, Sub 16, Quinta y Cuarta, uno siempre está en un rol más de maestro. En esas edades se comienza a mostrarle a los botijas cómo es esto del fútbol semi profesional y profesional. Sobre todo a los más chicos. Las exigencias son diferentes. Uno tiene que parar, repetir, trabajar otro tipo de cosas. Conceptos que luego les van a quedar y en los que no se volverá a insistir porque los deberán tener asumidos para el resto de las categorías. Es en juveniles donde se tienen que trabajar las valencias necesarias para determinada edad: los conceptos de fútbol, la técnica, la táctica; son fundamentales. Por eso se insiste en esto”.
Este tipo de tareas son las que ha venido desempeñando Álvaro Gutiérrez desde que está en club. Ahora es tiempo de cambiar porque “cuando ya están en Tercera es diferente porque todo eso ya lo tienen adquirido. Tienen un físico donde la coordinación está desarrollada y no es necesario trabajarla tanto; donde ya tienen los conceptos. Ahí hay que comenzar a insistir con otro tipo de cosas. La parte sicológica es importantísima porque son jugadores que ya quieren estar en Primera -como todo jugador- y a veces tienen que esperar porque todavía no están maduros o porque, ante la necesidad que tiene Nacional de pelear todos los campeonatos, se nutre en ciertos puestos con jugadores de renombre internacional, y por eso las oportunidades no son como en otros equipos. A veces se desesperan, quieren jugar, se malhumoran porque no se les da una posibilidad y todo eso hay que atenderlo también. Porque son jugadores que -ellos mismos lo saben- pueden alternar en cualquier equipo de Primera División de Uruguay. Ellos esperan porque desde chicos se han nutrido de los que es Nacional y su mayor aspiración es cumplir el sueño de debutar en Primera.
Existe un factor que incide en el proceso de cada jugador. Una presencia con la que los entrenadores tienen que lidiar a diario y sin experiencia previa, ya que, en la carrera como futbolista de quienes hoy tienen a cargo planteles, no tenían, ni por asomo, tanta injerencia como ahora. Menos en jugadores que aún no han debutado en Primera: los representantes y contratistas. Al respecto, “Guti” nos manifestó que “a veces los chiquilines se piensan que todos los contratistas hacen maravillas con todos los jugadores y eso no es así. Yo siempre les digo lo mismo, si vos te preocupás por vos, si buscás mejorar, no necesitás de un contratista. Más como está la comunicación hoy en día que con una filmación de un celular subida a youtube ya te ven en todas partes del mundo. Hoy en día todo se sabe, tenés datos de todos lados, la cosa es instantánea. Entonces, lo primero que tiene que hacer el jugador es saber que el contratista no te va a ayudar si vos no lo hacés primero contigo. El contratista no te va a vender sabiendo que no sos un buen ejemplo, porque después él se cierra puertas. Sí que te puede ayudar, es verdad que te puede hacer millonario, no le voy a quitar el valor a los contratistas, pero el jugador no puede descansarse por el mero hecho de tener un representante, ni quedarse con las promesas hechas para obtener la firma y descansarse en el que «yo ya llegué porque mi representante me prometió que me iba a llevar a jugar a tal lado»; porque la realidad es otra. La realidad es que, primero hay que andar bien, hay que ser buen jugador y buena persona, y cuando digo esto me refiero a algo que hoy en día está muy estudiado, mucho más visto, y es que los equipos no llevan solamente buenos jugadores. Llevan buenos jugadores y buenas personas porque está comprobado que los campeonatos los ganan los grupos, y donde cuentes con un jugador que por su manera de proceder no esté en sintonía, ese grupo no funciona”.
Hay una sensación que cada vez tiene más adeptos en el ambiente del fútbol. Pareciera que hay una disminución en las ambiciones de los futbolistas uruguayos. No hay una pretensión de trascender, o de llegar un escalón más alto o competir en las mejores ligas. Con llegar a una liga media, del este de Europa, ya existe conformidad. El punto de auto exigencia es muy bajo. A veces hasta preocupante. El entrenador coincide con esta visión. “Ese es un problema que está teniendo toda la sociedad. Cuando yo empecé a jugar al fútbol -como la mayoría de quienes lo hicimos- lo hicimos por placer. Una de las cosas que venía implícita en el deseo de jugar, era el no querer perder. El tratar de llegar a lo máximo que pudieras. Yo reviso mi carrera y realmente, si me pongo a pensar en los logros deportivos -con mis condiciones- fueron impresionantes: Campeón con Bella Vista, algo que no había logrado ni Nasazzi, campeón con Nacional, campeón de la Liguilla con Nacional en dos oportunidades, Campeón de América con la selección, jugué cinco años en España, en un equipo como el Valladolid que históricamente peleó el descenso y clasificamos para la UEFA, logré jugar cincuenta y tres partidos en la selección uruguaya, cuatro Libertadores, tres Eliminatorias, tres Copas Américas jugadas. Es un currículo importante. En lo que refiere al aspecto monetario, me habrá ido mejor o peor que a otros, eso no es lo importante. Hoy creo que se centran más en el llegar para poder tener un buen pasar -que no deja de ser válido- y no se fijan que es más fácil acceder a eso si tratan de poner la mejor de las intenciones en cada pique, el mayor esfuerzo en cada pase, en cada control de pelota, en cada partido, en cada campeonato, en cada comida, en cada descanso. Si nosotros hacemos lo mejor posible para ganar, creo que se facilita mucho el camino”.
La pregunta surge sola: ¿Los botijas respetan la trayectoria? ¿Escuchan? “No todos, pero se lo pierden ellos ¿no? En juveniles nosotros tratamos -no por trayectoria, sino por experiencia, no solo mía sino de la de todos los técnicos- de decirles «no hagas esto, esto otro hacelo de esta manera» y algunos, principalmente los que tienen menos talento natural, te escuchan, te siguen. Porque les cuesta más y quieren mejorar”.
Clarito, contundente. Con la sabiduría acumulada a través de una carrera exitosa. Álvaro Gutiérrez usó sus limitaciones como trampolín. Hizo todo a partir de ellas, fueron su punto de partida, el inicio de un camino de superación personal como deportista y como individuo que hoy le plantea otro desafío. El más importante que puede tener una persona: transmitir sus conocimientos y su experiencia. “El Guti” está dispuesto, ojalá los botijas sepan aprovecharlo. Por su bien y el de Nacional.
Ernesto Flores
decano.com
Foto: formativasnacional.com.uy
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