El Dr. Atilio Narancio por el solo hecho de ser uno de los jóvenes que fundaron el Club Nacional de Football, tiene un bien ganado sitial en la historia de nuestro principal deporte.

Desarrolló una extensa actuación directriz en el Club Nacional, y en el máximo organismo que rige los destinos de nuestro fútbol. En su  gestión demostró su talento y su visión, desarrolló una labor tan brillante que mereció se le levantara un monumento ahí en la vereda frente a la tribuna Ámsterdam, y que se le recuerde como “El padre de la victoria”.

Es que al fundarse el Club Nacional de Football, el primer club criollo de América, no solo enriqueció nuestro balompié deportivamente, sino que en la parte directriz aportó gente de excepcional capacidad.

El Dr. Narancio, los hechos lo demuestran, fue un visionario y además un motivador. De su trayectoria surge con contundencia incontrovertible que Narancio fue un profundo conocedor del fútbol. Por eso tenía la seguridad que Uruguay  poseía en  su fútbol la capacidad y el potencial suficiente para lanzarse al continente europeo en busca de lauros aún desconocidos en el deporte en tierras de América.

En agosto de 1923 el Dr. Narancio es elegido presidente de la  AUF, por cuanto estaba en sus manos realizar el proyecto. A fines de octubre de ese año debía disputarse el Campeonato Sudamericano en Montevideo, por cuanto se procedió al nombramiento de jugadores que integrarían nuestra selección y en reunión con éstos les prometió que si ganaban el campeonato los llevaría  a las Juegos Olímpicos de Colombes en el año 1924.

El 2 de diciembre de 1923 Uruguay derrotaba a Argentina y se consagraba campeón invicto. Los jugadores habían cumplido con su parte, ahora le correspondía a Narancio cumplir con la suya. El camino por recorrer no fue fácil para el Presidente de la AUF. Trámites y más trámites complicaron la cuestión, el pesimismo de los de adentro, la burla de los de afuera, conseguir el dinero para los pasajes.

Uno a uno se fueron solucionando los inconvenientes y cuando parecía que todo estaba listo surgió un nuevo problema: el dinero no alcanzaba para pagar los pasajes y estaban agotadas las vías para conseguirlo. Narancio lo solucionó hipotecando su casa.

En abril de 1924 partió la delegación hacia Vigo donde jugaría unos partidos previos a su participación olímpica. Los españoles quedaron maravillados con la demostración de los celestes: “Por los caminos de Coia pasó una ráfaga Olimpica”, tituló el diario El Faro de la ciudad de Vigo.

El 9 de junio de 1924 Uruguay se consagraba campeón en Colombes. La multitud presente en el estadio al finalizar el encuentro ovacionó a los integrantes del equipo celeste. Los jugadores, con su capitán José Nasazzi al frente, respondieron también saludando a la vez que recorrían el perímetro de la cancha: habían inventado la Vuelta Olímpica.

Uruguay demostró contundentemente que Narancio tenía razón,  no solo por aquella consagración, sino que también promovió el interés europeo por concertar giras de equipos sudamericanos. La Confederación Sudamericana de Futbol decidió que el 9 de junio sea el día del futbol de América del Sur.

Integraron la selección y por tanto realizaron aquella gloriosa gesta y su recuerdo eterno jugadores de Nacional, Bella Vista, Wanderers, Liverpool, Rampla Juniors, Lito, Belgrano y Charley Universal.

Seguramente quién lea esta lista podrá pensar que nos olvidamos de incluir a Peñarol, o preguntarse: ¿Peñarol dónde estaba?.

La pregunta es lógica máxime cuando los aurinegros dicen que fueron campeones uruguayos en 1924, por cuanto debía haber jugadores de su plantel integrando la selección.

Se pueden pensar muchas cosas para justificar su ausencia, hasta que llegaron tarde y perdieron el barco, pero nada de esto sucedió y la explicación del por qué es muy sencilla:

Peñarol había sido expulsado de la AUF por violar los reglamentos en noviembre de 1922, cuando la presidía Cesar Batlle Pacheco quien había sido anteriormente vicepresidente del club aurinegro.

La Asociación Uruguaya de Fútbol era afiliada a FIFA y por esa razón la organizadora de la actividad oficial, motivo por el cual Peñarol no fue campeón uruguayo en 1924, no integró la selección que obtuvo el sudamericano de 1923 y el Olímpico de 1924. Tampoco integró la selección que disputó el Sudamericano de 1922 antes de su expulsión del organismo rector de nuestro fútbol, porque negó ceder sus jugadores.

Daniel Navascués Bonino

Foto: Conmebol

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