El Bolso volvió de Maldonado sin unidades y lo que parecía complicado, ahora está aún más lejano.

Nacional dejó ir algo más que tres puntos esta tarde en el Domingo Burgueño Miguel. No solo por la derrota uno a cero ante Deportivo Maldonado, esa que le impide acercarse a los de arriba, poner presión y esperar resultados. Si no también por el cómo. Un equipo abúlico, impreciso, sin fútbol, sin control de pelota, sin ideas, y prácticamente sin chances de gol. Poco, muy poco, para un equipo que debía dejar todo de sí para mantener la chapa de candidato en el camino a un Tricampeonato. Ese que hoy, aparece muy lejos.

Durante en el primer tiempo, primero por su empuje, y ayudado en parte por el viento, sin ser este un justificativo claro, Deportivo Maldonado dominó y creó lo suyo. Ganó las divididas en el medio, superó a los nuestros y rápidamente colocaba a sus jugadores pie a mano con nuestros defensas.

Nacional hizo agua en zona de volantes, que ni recuperaron, ni crearon chances, aislándose además de los dos delanteros argentinos, que debieron luchar ante algún pelotazo frontal para poder adueñarse de la pelota. El que sí respondió fue Martin Rodríguez, que sobre el final le tapó un mano a mano a Lucas Viatri, que era gol. El delantero local estuvo cerca de mandarla al fondo dos minutos después, pero esta vez Mathías Laborda, cortó una contra clara de los fernandinos.

La única, sí, la única chance, o doble chance de gol del Bolso fue en el último minuto de descuento de esa primera etapa. Un centro cerrado de Diego Polenta obligó a que Danilo Lerda despejase como pudiese, la pelota dio en el travesaño, y en el rebote lo tuvo Leandro Fernández, pero la pelota dio en el palo. No podemos, de todas maneras, adjudicar el resultado a la suerte.

Martin Ligüera hizo una primera lectura adecuada en el comienzo del segundo tiempo, sustituyendo a Joaquín Trasante por Felipe Carballo, además el juvenil estaba amonestado, y en pocos minutos de juego siguió buscando soluciones, cambiando nombres por nombres, no sistema, con los ingresos de Brian Ocampo y Alfonso Trezza por Matías Zunino y Santiago Ramírez.

La tónica del juego no se modificó. Hubo alguna mejoría en el tándem por derecha, con Armando Méndez llegando al fondo como no pudo en la primera etapa, pero con cesiones que no encontraron destinatarios en sus compañeros. El equipo no tuvo volumen futbolístico, no creó chances, no desdobló por las bandas, y pese a que Andrés D’Alessandro y Maximiliano Cantera también se sumaron para aportar, faltaba lo peor.

A falta de un cuarto de hora para el final, Christian Almeida, que venía de hacer dos cortes que podían ser gol del rival, se fue expulsado por doble amarilla. Ese tiro libre generó una notada tapada de Rodríguez, nuestra figura, para mandarla al córner. Y desde ese tiro de esquina, llegó el gol de Joaquín Varela, tras anticipar a Polenta en el primer palo. Gol y sentencia. Porque, aunque nos cueste escribir estas líneas, el equipo más allá de alguna

insinuación en lo anímico, no se sobrepuso. Fue el castigo a un partido que por momentos lo tomamos muy light, increíble si pensamos en lo que nos estábamos jugando. Ganar para apretar a los de arriba, mantener la racha de buenos resultados, y alentar desde los números el camino al tricampeonato. El fallo de hoy fue enorme, la idea falló, el juego falló, los jugadores también.

Quedamos muy lejos. Pero es el Club Nacional de Football, y hay que alentar hasta el final.

Agustín Bermúdez

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