La FIFA, en su sitio oficial publicó una nota de reconocimiento a Miguel Nébel como el capitán de la primera hazaña charrúa. Hoy queremos homenajear a «Miguelón» como inventor de juguetes.
El fútbol se ha transformado en un inmenso espectáculo, dentro y fuera de la cancha las cámaras y revistas compiten por captar la nota diferente para seguir alimentando a este enorme monstruo, una de las cabezas más visibles del consumo. Todo sirve, nada se desecha, no hay historias pequeñas. La difusión y el marketing lo pueden todo para sostener, aunque solo sea por quince minutos, cualquier noticia. Hay que re-inventarse para que la máquina siga produciendo y vomitando, generar contenidos consumibles para un público probadamente consumista de cualquier cosa que produzca el entorno de este deporte incomparable.
En el centro de todo, los futbolistas más destacados, hacia quiénes se dirigen todas las miradas, son los que más que ganan en el aspecto económico pero los que pierden en intimidad. Cómo se alimentan, dónde viven, con quién, sus hobbies y hasta sus ingresos pasan a ser del dominio público. En qué invierten y que harán cuando se retiren son preocupaciones de sus fanáticos no solo de sus representantes y de quienes manejan su economía. Hasta sus esposas, novias e hijos pasan a estar en el candelero, como si todo lo que aconteciera en el entorno del ídolo fuera un ejemplo a seguir.
No siempre fue así, o al menos no al grado que se maneja hoy día. De Miguel Nébel la mayoría sabe que fue uno de los primeros jugadores y capitanes de Nacional, al que llegó en 1900 proveniente del Defensa, en la “segunda oleada” de futbolistas que también fueron considerados socios fundadores. Y no mucho más. Pero Miguel Nébel fue también escritor y periodista. Fue amigo personal de Florencio Sánchez – cuyo hermano Raúl jugaba en los Menores de Nacional – y, según relata Diego Lucero, luego de finalizado el partido que se transformó en la primera victoria internacional de Uruguay, el recordado 13 de setiembre de 1903, Nébel se dirigió al teatro donde recientemente el afamado dramaturgo uruguayo había estrenado “M´hijo el doctor” con la intención de saludar a su amigo. A las 8 de la noche, Nébel, junto a Alfredo Le Bas, hijo del Cónsul uruguayo en Rosario, se encontraba en la puerta del teatro. Quien nunca llegó fue Florencio, que aprovechó su éxito económico para salir a recorrer la noche porteña, por lo que el capitán de Nacional tuvo que abordar el barco de regreso a Montevideo sin saludar a su amigo.
Esta anécdota no es el fin de este texto. Lo que me interesa rescatar es al Nébel después de dejar la práctica de fútbol. Como dijimos fue escritor y periodista. En 1906 publicó un libro de poesías: Cantos de la vida, bajo la editorial Dornaleche & Reyes. Como curiosidad, en el “Diccionario de seudónimos del Uruguay” – libro de Arturo Scarone, ex director de la Biblioteca Nacional – figura el nombre “Gil Blas” como autor de un folleto fechado en 1906, titulado “Discurso de un loco”. Arturo Scarone le atribuye este alias a nuestro Miguel Nébel.
Pero con esto no termina la actividad del ex futbolista, multi campeón y capitán de Nacional y Uruguay. Miguel Nébel fue un cotizado inventor – de juguetes principalmente – (aunque también tiene patentes de un ventilador portátil manual, un avisador óptico y acústico para bicicletas, un timbre sordo, un dispositivo elevador para automóviles y una máquina para exprimir frutas, entre varias otras).
El 14 de agosto de 2016, la FIFA, en su sitio oficial publicó una nota de reconocimiento a “Miguelón” como el capitán de la primera hazaña charrúa en lo que ellos denominaron “la madre de todas las hazañas”. Hoy queremos ir más allá y homenajear a Nébel el inventor de juguetes, una de las actividades más nobles y dignas de asombro que podemos imaginar.
Ernesto Flores
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