A la parcialidad de Nacional:
Hoy, 5 de diciembre de 2025, es el último día en que presto servicios activos al Club Nacional de Football. Hay un tiempo para cada etapa en la vida, y la mía en Nacional, ha sido muy extensa y me retiro a una avanzada edad. Pero todo tiene un período de extensión hasta que llega el momento de hacer un alto en el camino. A mí me ha llegado el tiempo de finalizar, y lo hago por temor a que una inevitable decadencia que los años deparan, me alcance, si es que no ha llegado ya y mi perspectiva personal me ha impedido advertirlo.-Pero también, al mismo tiempo, lo hago con la seguridad de que Nacional tiene savia nueva, con renovados bríos, que ha de significar un viento fresco en el agitar de las viejas banderas.-
He dedicado cuarenta años al fútbol uruguayo en general, de los cuáles más de treinta de los mismos han sido al servicio de Nacional, y lo he hecho con un impulso natural que viene desde lo más remoto de mi niñez, apenas comprendí el significado del fútbol en la vida social y en esa valoración naciente sentí a Nacional como el gran gigante impulsor de la historia que hizo conocer al Uruguay en el mundo.-
Para todo enfoque histórico hay que ubicarse en el momento en que los hechos ocurrieron.. De la génesis de Nacional, en medio de un deporte nuevo que se universalizaba a pasos agigantados y comenzaba a congregar grandes multitudes, desde su fundación se inició un proceso que incidió en grado sumo en la integración, étnica, política y social de nuestro pueblo.
En el suelo uruguayo, si bien el fútbol no nació con Nacional, fue con Nacional que nació el estilo criollo para jugarlo. Como deporte, se introdujo con la inmigración europea, principalmente inglesa inserta en nuestro país por motivos económicos y geopolíticos, secundada por alemanes y franceses e integrada con seres que como esparcimiento elegían su práctica entre otros deportes principalmente sajones. Ese juego, se volvió cada vez más popular y un club de naturaleza gremial, de origen ferrocarrilero comenzó a contar con una adhesión particular, originando como resultado controversial una respuesta nativa y en que incidió un mensaje del entonces rector de la Universidad, Alfredo Vázquez Acevedo, y la recepción de un grupo de jóvenes estudiantes integrantes de familias que comenzaban a ser tradicionales y que comprendieron que un club surgido de su esfuerzo mancomunado haría posible una propuesta criolla a tan importante factor de cultura popular. Y emergió un club denominado Nacional, porque con esa expresión se condensaba la idea que representaba el fundamento de su institucionalización. Y esa respuesta, al principio tímida, de jóvenes adolescentes estudiantes, que para desenvolverse tenían que hacer colectas en los cafés y bares de la zona, porque no tenían ningún respaldo de otra naturaleza basado en el patrimonio de algunos o importantes ingresos laborales de otros, fue creciendo desde la inicial conformación social de sus primeros fundadores para extenderse a todas las clases sociales.- Y fue así como nació el fútbol uruguayo, con características propias basada en el ingenio de quienes lo practicaban y disputaban partidos, porque, siendo muy jóvenes, recién salidos de la adolescencia, sus rivales eran hombres ya formados que poseían una contextura física superior. Y, en una época en que estaba permitido el pechazo, ante ese choque en que estaban en inferioridad de condiciones, optaban por evitarlo creando el regate, el amague y el recorrido incesante por el campo del juego originando una nueva forma de jugar.-
Fue así como con Nacional nació un nuevo estilo de fútbol, que tuvo su máxima expresión con la aparición de los hermanos Céspedes, que obligó a los clubes de los hasta entonces considerados “maestros”, a elegir jugadores de esa misma condición criolla y manera de jugarlo.-
Todo ello fue consecuencia de un proceso en que, al principio, Nacional fue considerado un “extraño” al que no se permitía ingresar a la recién fundada Liga Uruguaya en que se hablaba en inglés. Pero el inevitable avance de Nacional obligó a hacerlo, sin poderse advertir entonces que con ello se iniciaría otra historia que iba a repercutir en tan solo poco más de dos décadas, en una trascendencia deportiva que haría conocer al país y contribuiría a difundir al fútbol a nivel mundial.-
De esta forma Nacional cumplió desde el principio con lo que consideró era la esencia de su fundación: no solo crecer como club en lo interno sino también extender como fútbol al uruguayo en general ante la consideración de las demás naciones. Y esto es algo que caracterizaría a Nacional a través del tiempo: no solo defender sus propios colores sino extender el amor a la divisa representativa de todos los clubes que actuaban en el fútbol uruguayo. Y con ello un factor de integración se agregó a una sociedad que recién ponía fin a sus guerras civiles. Y es de esta forma y asentada en esta concepción, que Nacional ha de registrar un caso único en el mundo, como sucedió el 13 de setiembre de 1903, en que un solo club representó al fútbol de todo un país, obteniendo la primera victoria internacional ante nuestros hermanos argentinos. Se les concedió la representación para que se sintieran humillados y volvieron triunfadores y señalando un camino que se iba a hacer inevitable para todos recorrer.-
Mucho debió transcurrir para que pudiera comprenderse. Y en ese proceso, en que Nacional sufrió una tragedia que le hiere profundamente, como la muerte de los hermanos Céspedes, aquel espíritu ferviente de sus fundadores lo llevó a seguir inexorablemente una marcha de grandeza tanto propia como club como de orientador del fútbol uruguayo, porque desde sus inicios fue una institución abierta hacia los demás. Y mientras los clubes iniciales de la Liga iban desapareciendo, Nacional sobrevive porque su origen y mensaje era distinto. Quedó un vestigio de la vieja entidad gremial del ferrocarril, porque se había vuelto popular y con ello nació una vieja competencia que se hizo tradicional, y que, hay que reconocer, ha sido base esencial de una serie de triunfos que muchas glorias le ha significado al fútbol uruguayo.
No desmerezcamos al rival tradicional, porque si negamos su trascendencia nos desmerecemos a nosotros mismos; simplemente recordemos con firmeza nuestra historia para evidenciar que con la misma construimos el gran camino de la gloria del fútbol uruguayo, de cuya grandeza Nacional fue el gran instrumento del destino.
En ello fueron fundamentales hombres que fundaron a Nacional, como era un imperativo del deber que emanaba de su fuerza inspiradora. La división del fútbol, cuando nuestros principales rivales quisieron apartarse de las competencias sudamericanas, negando jugadores a los seleccionados uruguayos y procurando formar una nueva asociación continental junto con las autoridades de la Asociación Amateur Argentina, tuvo como respuesta por parte de Nacional la afiliación a la FIFA y la concurrencia a los Juegos Olímpicos de París, cuyo ganador sería reconocido como campeón del mundo.
El resto es conocido: la promesa de Narancio a los jugadores de que si ganaban el título sudamericano los llevaría a las Olimpiadas de París, la hipoteca de un bien de su propiedad para financiar la empresa, porque las fuerzas de la Federación obstaculizaban que se concedieran los recursos, el aporte de Numa Pesquera y la ubicación de los jugadores en el Desirade. Y Uruguay campeón olímpico y, por ende del mundo. Y nació la canción de Odriozzola “Uruguayos Campeones”, que después la cantaron todos, incluidos los que no querían que se realizara la empresa y obligó a unir nuevamente al fútbol uruguayo, para recorrer después todos juntos un derrotero de glorias hasta entonces sin parangón.-
No puede menos que recordarse para expresar ese significado sin igual, de lo que un historiador como Garrido denominó “El viaje de Colón al revés”, algunos de los conceptos iniciales y otros finales del gran periodista argentino Jorge Barraza en la revista de la Conmebol, en un bello artículo titulado: “Colombes. Donde todo empezó”.
Escribió Barraza: “Al nordeste de parís, en lo que los franceses llaman la “banlieue”, se encuentra la bella y tranquila comuna de Colombes.” En ese barrio de árboles y silencios se encuentra el Estadio Yves.du-Manoir el viejo Coliseo donde nació la gloria del fútbol sudamericano. Sobre ese césped centenario descubrió el mundo que al otro lado del océano, en tierras de indios, había individuos que jugaban mucho a la pelota. Era algo más que simples batebolas que corrían sin parar: se trataba de verdaderos artistas que maravillaban con su toque, su gracia, sus regates, sus fintas, sus frenos y amagues. Eran los uruguayos rompiendo el cascarón del gran reconocimiento, dando vida a lo que fue llamada la generación olímpica…” “No podíamos venir a París sin visitar el templo de Colombes. Acaso nosotros estamos aquí a causa del furor que causaron aquellos fenomenales charrúas.”
Ese fue el comienzo del artículo de Barraza para finalizar: “El detalle que lleva a la gesta a niveles de epopeya es que, además, Uruguay asistió al torneo disminuido. Su fútbol estaba dividido. Peñarol enfrentado con Nacional, abandonó la Asociación y creó junto a un grupo de clubes chicos la Federación. Así, pues, a Colombes fue un equipo cuya base era Nacional, reforzado con algunos elementos de clubcitos como Bella Vista, Lito Football Club, Universal, Charles, Rampla Juniors, etcétera…” “Uruguay campeón olímpico. ¡Increible¡” “-“Volvimos de Colombes flotando entre los recuerdos de aquellos héroes que pusieron al fútbol sudamericano en el mapa de la consideración mundial”.- Estos recuerdos de una voz imparcial como la de Barraza, se me hace imperioso trasmitir a la masa tricolor en estos momentos, porque ratifica mi pleno convencimiento sobre el designio histórico de Nacional, que comienza con el sueño de sus fundadores que sintieron plenamente el mensaje del Rector en el 5º. de Cazadores, de que la raza latina tenía que demostrar su idoneidad para competir deportivamente con la raza sajona, en un naciente deporte que ésta dominaba y que tenía que tener una respuesta criolla. Y tan la tuvo, que veinticinco años después la sintió como propia todo el fútbol sudamericano, que hizo del nueve de junio su día especial.-
Un año después, la gira por Europa en el año 1925, única en la historia del fútbol mundial por lo extenso de su recorrido durante seis meses y la mayor serie de triunfos en los principales países europeos, en que los jugadores de Nacional eran presentados como los “campeones del mundo” y Héctor Scarone como el mejor, confirma plenamente lo que escribió Barraza de que aquellos charrúas pusieron a Sudamérica en el mapa de la consideración mundial y de que todo el fútbol le debe a Uruguay el primer gran golpe popularidad. Solo con ceguera intelectual se podría negar esa difusión mundial del fútbol a través de Nacional.-
Al saludar a la hinchada tricolor formulo estos recuerdos, porque Nacional no es sólo sus innumerables campeonatos ganados y su disputa permanente con un extraordinario rival, sino también un orientador riguroso de un fútbol al que contribuyó como nadie desde su fundación y que constituye esencia de su idea original.-
Y Nacional es un valor intangible que permanece en el tiempo debido a su invalorable parcialidad, que vibra con sus triunfos, que sufre con sus derrotas pero que, más allá de todas sus vicisitudes permanece siempre fiel a sus principios y mantiene inalterable su fe. Esa misma fe que, debido a su historia mantiene siempre presente, la conserva y la transmite a otras generaciones, siempre con la esperanza inalterable y la seguridad de que quienes recojan sus mensajes la van a trasmitir a su vez a otras generaciones que le van a suceder.-
A esos hinchas que en forma permanente me brindaron su cariño, que me rodearon permanentemente de su calor humano, que me han tratado como si siempre hubiera cumplido adecuadamente con mi deber, no puedo menos que agradecerles eternamente que me hayan hecho sentir como un ser valorado en la gran historia de nuestro querido Nacional, al que siempre, mientras me queden fuerzas, he de servir desde lo más profundo de mi ser.-
Por todo ello, en mi despedida, al extenderles un gran abrazo les digo: ¡Hasta siempre y muchas gracias, querido pueblo tricolor que llevo en mi corazón!
Hernán Navascués
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