Escribo estas primeras líneas en pleno festejo en el Engenhão.

Es muy difícil explicar lo que se siente en momentos como estos. Porque hasta ahora no hemos ganado nada que no se haya ganado antes. Pero la esperanza también es la de antes. Por eso soñamos con volver a ver Nacional levantando una nueva Copa internacional, por eso soñamos con la 23, por eso alentamos en el peor de los momentos.

Y estuvo feo en algún momento del partido. Porque hubo un penal enorme que se vio desde la tribuna donde estábamos los Bolsos. Porque sacaron una pelota sobre la línea y porque el gol de ellos, dicen quienes lo vieron por tv, fue en offside. 

A partir del gol ellos jugaron más libres, más vistoso mientras nosotros tuvimos minutos de recomposición. Pero no les voy a contar lo que todos vimos. Me gustaría si decir que se siente, pero no sé cómo hacerlo.

Ya tengo 50 años y he visto a Nacional campeón de todo, sin embargo no dejo de soñar y emocionarme con partidos así. Porque sabemos bien que este empate fue un triunfo. Triunfo de los humildes, de los que pelean con sus armas aunque a veces sean pocas. Porque el corazón es enorme y esta camiseta se defiende hasta lo último.

Ahora un poco más calmo me recuerdo las palabras -con admiración- del policía corinthiano que nos cruzamos en San Pablo: 

“¡Ayyy Nacional!”, nos vas a matar de esperanza.

Alejandro Luzardo

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