Nacional la sacó barata. Un equipo sin actitud, sin juego, con postura estratégica equivocada, cambios inentendibles. De esa forma es difícil.

Defensivos. En el momento que cuando anunciaron la integración del equipo no disgustó. Parecía que Camilo Cándido de carrilero podía aportar mucho en ofensiva, al igual que Brian Ocampo. Y con Mathías Laborda y Christian Almeida de laterales quedábamos mejor parados atrás. Lo que nunca imaginamos era la estrategia ultradefensiva que posicionó en la cancha Alejandro Cappuccio. Parados casi dentro de nuestra área, con un 4-1-4-1 en donde Gonzalo Bergessio, que era el más adelantado, se paró en la mitad de la cancha. Se entregó la pelota para intentar salir de contragolpe jugando de local y viniendo de conquistar un 2 a 0 hace 10 días en el mismo estadio y ante el mismo rival. Inexplicable. Además se marcó descoordinadamente. Faltó actitud, faltó inteligencia. La verdad que fue todo un desastre. Nunca pudimos controlar las triangulaciones por banda de ninguna de los costados. Un pésmo primer tiempo que, para colmo, termina con un gol en contra en una jugada que comenzó a 70 metros del arco, y a nadie se le ocurrió cortar antes. Realmente un error de baby fútbol. Y hubo varias oportunidades para hacerlo. 1 a 0 fue el resultado en la primera mitad y la verdad es que nos estaban haciendo precio. 

Misma tónica. El segundo tiempo comenzó con una pequeña mejoría desde la actitud, pero duró 5 minutos. De a poco Peñarol fue retomando el control y corrimos todo el tiempo detrás de la pelota. Y las pocas veces que tuvimos el balón jugamos a revolearla para arriba para que Gonzalo Bergessio la bajara y desde allí intentar llegar al área. ¿En serio esa es la estrategia de juego de Nacional jugando un clásico en su cancha? ¿Saltear la mitad del campo tirándola por arriba, para desgastar a nuestro nueve? De verdad que falta mucho trabajo en ofensiva. Contra Montevideo City Torque pasó exactamente lo mismo. Así no se juega más al fútbol. Eso es de los años 80. Y menos en un cuadro gigante como Nacional jugando un clásico de local. Pero para colmo de males no hubo rebeldía, no hubo actitud. Algo de Felipe Carballo cuando ingresó, Maxi Cantera y la entrega de siempre del capitán. El segundo gol de ellos es otra joyita. Cuando estaban haciendo tiempo para terminar 1 a 0 y con el equipo nuestro parado en defensa, un juvenil con tres partidos en primera entra dribleando y le hacen un cortejo para que llegue al arco. Nuevamente a nadie le dio por cortar la jugada antes. De verdad que lo de esta noche exaspera.

Faltó todo, pero lo imperdonable es la falta de actitud. Se entiende que un equipo tiene malos partidos. Indudablemente falta mucho trabajo en ofensiva. No se ven triangulaciones, no se ve movimiento de desmarque. En defensa no se coordina para marcar. Se sale individualmente y terminan corriendo atrás de la pelota. Ahora lo que es imperdonable es la falta de actitud. Eso en Nacional no se negocia. Y esta vez estuvo ausente. Se puede jugar mal, se puede errar goles, etc. Lo que no se puede es no ganar una jugada dividida, un tranque, una pelota por arriba. Todas, y durante los 90 minutos fueron de ellos. ¡Así en Nacional no! Lo positivo sobre el final vino el gol de Gonzalo Bergessio para dar algo de esperanza para la revancha. Pero hay que mejorar mucho desde todos los aspectos del juego. Somos Nacional y jamás damos por perdido nada. A buscar la clasificación allá. 

¡Vamos Nacional, hoy más que nunca!

Diego Ávalo
 

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