El recuerdo a 100 años de «La Cumparsita», el himno de los tangos…
Gerardo Hernán Matos Rodríguez nació el 18 de Marzo de 1897 en Montevideo.
Tenía una hermana mayor, Ofelia, apodada “Becha” en el entorno familiar.
Ambos eran hijos de Emilio Matos y Edelmira Rodríguez Estevan.
Su padre se había formado en Europa en materia contable y rápidamente logró escalar posiciones desempeñando tareas para prestigiosas firmas montevideanas.
Hasta que le fue ofrecida la tarea de tenedor de libros en el famoso cabaret “Moulin Rouge”, principio del fin para el matrimonio Matos–Estevan.
Al hijo la bohemia parecía venirle en el pedigree, y en plena juventud era un candidato a estudiante eterno de arquitectura y miembro de la Federación Uruguaya de Estudiantes.
Ésta tenía su sede en Ituzaingó entre Reconquista y Buenos Aires, en una finca arrendada y en el mismo barrio en el cual residía Matos.
Constituída por un contingente de personajes divertidos y un tanto irresponsables, la mentada Asociación carecía de los mínimos recursos para sostenerse.
Para el Carnaval de 1917 habían formado una comparsa para salir a cantar unos versos subidos de tono acompañados por melodías populares.
Un mozo del Parque Urbano, italiano él, bautizó con su peculiar lenguaje al grupo, como “la Cumparsita” y el nombre fue adoptado de inmediato.
Matos, que no sabía llevar la música a un pentagrama, le pidió a su hermana que lo ayudara a escribir los compases de una melodía de su autoría: un tango.
Las vueltas del destino llevaron a que la pieza cayera en manos del reconocido maestro argentino Roberto Firpo, para que le diese cierta prolijidad.
La propuesta del mismo no convenció a Matos, que terminó pidiéndole al músico uruguayo Carlos Warren, a la sazón pianista del Moulin Rouge, que llevara a cabo aquella tarea.
El estreno de la pieza, el 19 de Abril de 1917 en el Café La Giralda, ubicado donde hoy se encuentra el Palacio Salvo, fue un éxito.
Fue ejecutada por la orquesta del propio Firpo, lo que incentivó a Matos a trasladarse a Buenos Aires y proceder a abrochar el registro y la venta de la partitura original.
Lo que siguió después, y durante décadas, fue un largo y bastante difundido proceso en el cual participaron varios actores.
El autor se había “patinado” en una sola jornada en Maroñas todo el producido de su rápida venta, pero un tiempo después pudo constatar que la transacción no tenía valor, al haberla ejecutado siendo menor de edad.
Intentos de “piratear” la obra, de ponerle letra sin autorización de su autor, de editarla o ejecutarla sin su permiso, fueron también cuentas de un collar destinado a hacer de su magistral trabajo un motivo de batallas legales interminables.
En el medio de todo esto, Matos viajó más de una vez a Europa, residió un tiempo en Buenos Aires, gozó de las mieles del éxito y de la bohemia de entonces, llevando también a la práctica su condición de mujeriego incorregible.
Gran cantidad de piezas musicales fueron compuestas por él, entre ellas tres temas especialmente encargados para ser estrenados en 1931 en la película protagonizada por Gardel, “Luces de Buenos Aires”.
Si bien nunca se destacó por sus facultades de administrador, Matos se hizo propietario, entre otros bienes, de una Chacra a orillas del Río San José a la que llamó “Haras Matos Rodríguez”.
También fue dueño de la finca en la que residió hasta su fallecimiento, ubicada en la calle Nueva York y Yaguarón.
La misma fue rescatada del olvido por el exfutbolista Luis Garisto, que por razones de salud hoy no se encuentra en condiciones de mantener el bien.
Afectado por un quebranto que limitó su movilidad en 1944, el genial autor fue sufriendo un progresivo deterioro de su condición hasta fallecer el 25 de Abril de 1948.
Su condición de fanático nacionalófilo, lo llevó a escribir el tango “Nacional For Ever”, como homenaje a los campeones que lograron la Copa Uruguaya en propiedad en 1917.
“Aquí llega un tricolor…”, era una de sus frases preferidas para presentarse en rueda de amigos.
En la sede de 18 de Julio y Río Negro, había una sala especialmente acondicionada para que entrenara el campeonísimo y también fanático tricolor Ángel Daniel Rodríguez.
Mientras éste aporreaba la bolsa con potentes puñetazos, Matos le hacía los honores al piano que había en el local.
Los colores de su “Stud” eran: chaquetilla blanca con estrellas azules y mangas y gorra rojas.
Según consta en Actas del Club Nacional de Football, Matos Rodríguez se postuló para el cargo de Gerente de la institución en 1925, cargo que finalmente no ocupó.
Los principios de buena administración se deben haber aliado por una vez con la bohemia y los amantes del tango, para que no asumiese tal honor y siguiese contribuyendo con la cultura creando decenas de piezas populares.
Sin embargo, pese a la innegable calidad de muchas de ellas, su mejor gol había sido el primero: el himno de los tangos.
Comisión de Historia y Estadística
Foto: nacional.uy
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