Nos debíamos esta nota con el capitán tricolor desde su regreso. Hablamos con Gustavo Munúa de sus comienzos, su experiencia europea y la situación creada en torno a su transferencia al Deportivo.
Lo que el capitán tricolor en principio había propuesto como una entrevista breve, debido a que lo que aguardaba un amigo con quien había coordinado con anterioridad, se transformó en una charla previa, almuerzo y distendida sobremesa en El Mesón del Club Español, con el amigo integrado a la mesa.
El arquero, reconocido lector de decano.com: “sobretodo estando allá. A través del sitio seguía de cerca todo lo referente a Nacional”, se tomó el tiempo necesario para responder cada una de las preguntas, e incluso deslizó algún comentario, como que “ya se van a llevar una sorpresa” cuando nuestro fotógrafo le planteó si existía la posibilidad de volver a ver a Munúa ejecutando un tiro libre.
¿Siempre en el arco?
No, me definí como arquero a los dieciséis. En el baby fútbol sí me desempeñé como arquero durante todo mi pasaje. Al llegar a Séptima alterné primero como jugador de cancha y luego pasé al arco, ya en Sexta, si bien entrenaba en las dos posiciones, a la hora de jugar lo hacía como golero. Cuando cumplo dieciséis años tomo la doble decisión, opto por el puesto y por ir a jugar al Albion donde precisaban un arquero y Cancela –el que manejaba las fichas médicas en Nacional- le plantea a mi padre la posibilidad de llevarme. En el Albion -que era dirigido por Jorge Barrios- me recibieron muy bien y ahí empecé a definirme realmente como un golero.
¿Un arquero prioriza el jugar sobre el dinero?
En aquel momento, con esa edad, lo que quería más que nada era encontrar una oportunidad, precisar si servía o no para el fútbol. No sé qué podría haber sido de mí de no haber optado por ir a jugar al Albion. Creo que de todos modos hubiera seguido insistiendo, pero no sé si lo habría hecho en Nacional. Venía de jugar medio campeonato como arquero y la otra mitad como defensa en Séptima, algunos partidos en Sexta -donde no cubrí todo el torneo- como golero y llegaba al primer año de Quinta, a sumarme a los jugadores del segundo año de la categoría, con lo que se encontraban dos arqueros del primer año, con los dos del segundo, y yo, que no sabía si era golero o jugador de cancha. Era una situación bastante compleja. En ese entonces me dirigía Humberto Grondona quien, al surgir la posibilidad del Albion me dijo que en ese momento tenía cuatro arqueros por delante de mí, debido a mi indefinición en el puesto. De todos modos me aclaró que él no quería que me fuera, aunque no desconocía que podía ser una buena oportunidad para mí el ir a otro equipo y jugar. Eso lo tenía claro y por lo tanto me la jugué por el Albion. Por suerte salió muy bien, mucho mejor de lo que hubiera pensado, me encontré con gente espectacular que me recibió y me protegió, fui el «nene mimado» del club y estoy convencido que fue a partir de ese pasaje que empecé a dar pasos firmes hacia lo que es hoy mi profesión.
Formaste parte de un plantel que ha quedado en el mejor recuerdo de la hinchada, ¿qué recuerdos tenés de aquel Nacional de fines de los noventa y comienzos del dos mil?
No eran momentos fáciles. Yo estuve en los planteles del 96 y 97, en los que pasamos momentos muy duros. En el 98 había una realidad, teníamos que salir campeones nosotros como fuera. Había una presión muy grande; de la hinchada, los dirigentes, el periodismo y hasta interna. Sabíamos que era un año realmente importante para el club y para nosotros, así lo recalcaba siempre Hugo De león. Hugo nos decía que nos había tocado participar del plantel en un momento único, dado lo que había en juego. Afortunadamente lo pudimos sacar adelante y pienso que a partir de ahí, y con las conquistas que siguieron a esa, Nacional respiró, lo hicimos todos, ganamos en tranquilidad y retomamos la senda del triunfo, incluso ganando campeonatos mucho más seguido de lo que se venía haciendo.
Básicamente tu carrera se dividió entre Nacional y España. El futbolista tiene una diferencia con quien emigra por otros motivos, ya que sabe que su regreso es más inmediato. De todos modos debés extrañar cosas, ¿cuáles fueron las que te seguían uniendo a Uruguay?
Haciendo un poco de memoria, pienso que lo más difícil cuando te vas son los primeros meses. Estás con la ilusión de participar en la mejor liga del mundo, en un buen equipo y a su vez extrañás la familia, tus costumbres; tenés que adaptar hasta tu manera de pensar. Hay muchas cosas que cambian, la adaptación pasa hasta por la comida y la necesidad va desde encontrar casa en un lugar que te guste hasta poder ubicarte geográficamente en una ciudad que te es nueva y ajena.
¿Cómo lográs acelerar el proceso de desvinculación? Eso es fundamental para poder rendir en lo deportivo.
Antes que nada somos afortunados de poder emigrar y, por lo general, el club que te recibe te ayuda. No es el mismo caso de quien sale a buscar otros horizontes con la presión de conseguir un trabajo. Los futbolistas contamos con la ventaja de que vas con un contrato por el cual el contratante se ocupa prácticamente de todo, aunque también te toca extrañar y sufrirla. De a poco te vas acompasando a tu nueva vida, para lo que es menester cambiar algunas cosas para lograr que tu acoplamiento -tanto a nivel futbolístico como en el plano cotidiano- sea lo más rápido posible. Hay muchos detalles que tenés que ir ajustando, como el acostumbrarte a nuevos horarios en la alimentación o a la puntualidad. Lo que siempre tuve claro fue la necesidad de adaptarme rápidamente, de desprenderme de las nostalgias porque si no, no avanzás.
Tu pase fue bastante comentado porque quedaste como en el medio de una lucha de poder entre Eduardo Ache y Francisco Casal ¿En algún momento te sentiste rehén de esa situación?
(Piensa) No sé si rehén. Mi pase fue de club a club, yo ya tenía veinticinco años, no contaba con pasaporte comunitario y me llegó la oportunidad de pasar al Deportivo La Coruña -que en ese momento era un club importante en Europa- y esa era una chance que no sabés si se te va a volver repetir. Yo hablé con todas las partes y al final estimé que la mejor opción, tanto para mí como para Nacional, era que el pase se hiciera. Era una gran oportunidad para mí, sobre todo deportiva y económicamente, que se presentaba en un momento clave de mi carrera. Ya no era un niño, no tenía veinte años y llevaba varias temporadas en Uruguay esperando que se me diera la ocasión de una transferencia importante. Era una oferta muy atractiva, que no quise dejar escapar.
¿Tu pasaje por el Levante fue tu mejor momento deportivo?
A nivel de resultados sin duda fue lo más notorio. No me gustan las comparaciones, pero en mi estadía en el Deportivo me sentí muy cómodo. Sucede que antes el «Depor» era un club muy grande, que peleaba el campeonato y entraba siempre en la Champions League, luego cada vez nos empezó a costar más ingresar tanto en la Champions como en la UEFA e incluso nos empezó a costar el pelear los campeonatos. La gente se había acostumbrado a ganar constantemente y de pronto los resultados dejaron de darse. Esto no quiere decir que estuviéramos mal. A pesar de que el público muchas veces asocia el buen momento con los resultados, uno que está en el fútbol, no mira solamente el árbol. En lo personal siempre he valorado mucho al equipo y, en cada club en los que estuve me he sentido muy bien y he tenido momentos muy lindos en todos.
Te tocó vivir uno de los momentos económicos más duros que ha tenido que enfrentar España en este siglo, ¿cómo fue esa experiencia?
Muy jodido. Lo veías en la gente y me remitía a la crisis del 2002 acá en Uruguay. Creo que la española fue más leve, aunque no deja de ser una recesión. La depresión en España es muy importante, ves que hay mucha gente que lo está pasando mal, pero en comparación con la que nos tocó sufrir pienso que la española puede ser más llevadera. La composición geográfica de Europa te da la ventaja de poder trasladarte a otro país más rápidamente en busca de trabajo. Como que hay más cercanías. Para nosotros las vías de escape eran más lejanas, lo inmediato eran algunas ciudades brasileras o la Argentina, que estaba viviendo las mismas dificultades.
¿Te hubiera gustado atajar en Argentina?
Sí. Me parece una experiencia por la que le gustaría atravesar a cualquier amante del fútbol.
Todavía se te puede dar…
No…, no. Yo estoy re cómodo en Nacional, muy contento. Es donde quería estar, de lo contrario no habría venido. Se dieron muchas situaciones para mi llegada al club. Fue una decisión muy difícil, quizás la más difícil de mi carrera. Todos sabemos que no es nada fácil llegar a Europa y yo tomé la decisión de volver. Puse en la balanza el regresar a mi casa, al club del que soy hincha y en el que comencé a jugar. Sabía que el momento era éste, si no después iba a ser complicado. Cuando se presentó la oportunidad -de la mano de Gerardo Pelusso y Eduardo Ache- tomé la decisión de venir.
¿Notaste muchas diferencias con aquel Nacional que dejaste?, en infraestructura, en lo deportivo…
Se nota que hay cambios, que el club quiere mejorar a través del esfuerzo anónimo de mucha gente. El hincha de Nacional se está esforzando para el crecimiento de la institución, eso se percibe, es lo lindo del club hoy, que la gente se está involucrando. Todos sabemos lo difícil que es conseguir cosas en este medio, todo cuesta, y yo estoy notando una unión muy importante en Nacional para alcanzar los objetivos.
¿Te ves en el futuro como director técnico o entrenador de arqueros?
Me gusta mucho la idea de ser técnico. Tengo hechos tanto el curso de entrenador como el de entrenador de arqueros. En algún momento -espero que lejano- me gustaría intentarlo. De todos modos, nunca podés asegurar nada. Hoy te digo esto y mañana no sabés que puede pasar.
Ernesto Flores
decano.com
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